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Columna que existe para difundir y divulgar hechos y reflexiones sobre la historia, desde una visión, federal, popular y latinoamericana. El 20 de enero de 1817, tropas portuguesas ocupan formalmente Montevideo, consolidando la invasión sobre nuestra provincia Oriental (hoy Uruguay). Compartimos el buen trabajo realizador el historiador leonardo Castagnino al respecto.

El Editor Federal

El 11 enero de 1816, José Gervasio de Artigas le escribía a Barreiro: “Según toda probabilidad los portugueses se nos acercan con movimientos que no pueden menos que excitar nuestro cuidado. Ya sea de interés de aquella corte, ya esfuerzos de los emigrados, ya intrigas de Buenos Aires, lo cierto es que se nos vienen…”
Pese a la complicidad y apoyo de Buenos Aires a la invasión portuguesa, el caudillo oriental se prepara para resistir a los portugueses. El mismo día 11 se dirigió a Andrés Guacurarí y Artigas –Andresito- haciéndole saber los preparativos portugueses, al tiempo que le daba instrucciones:
“…es preciso irnos preparando poco a poco y ponernos en términos de contener los esfuerzos de esta potencia, a quien como tan vecina debemos suponer la más enemiga por la experiencia que tenemos de sus procedimientos inicuos y mayormente cuando sé que su plan es decidido a ocupar todo lo que divide la costa oriental del Paraná. Por lo mismo desde esta fecha prohíbame usted todo tránsito del otro lado a éste y de éste a aquél”.

Artigas tomó una serie de previsiones: se organizaron cuerpos de caballería y se distribuyeron guardias en los pasos estratégicos; se ordenó la concentración de caballadas, armas y municiones en Purificación; se dispuso la fabricación de pólvora en los pueblos misioneros; se ordenó la interacción de sospechosos de colaboración y el fusilamiento de conspiradores o traidores.

A pesar de la falta de apoyo del gobierno de Buenos Aires, ante la inminente invasión portuguesa el Jefe oriental concibió un plan estratégico audaz: “forzar el Uruguay por arriba del Ibicuy y entrar en sus poblaciones”, llevado la guerra al propio territorio brasileño al tiempo que le cortaba las comunicaciones y abastecimientos con sus bases.
El 28 de agosto de 1816 la vanguardia de Lecor ocupaba la fortaleza de Santa Teresa, al mismo tiempo que Andresito entraba en las Misiones Orientales, derrotando a los portugueses el 21 de septiembre en Rincón de la Cruz y poniendo sitio a San Borja. Con fuerzas superiores, el portugués Abreu consigue rechazarlo el 3 de octubre. El día 19, es derrotado Verdún, que con 700 hombre había llegado al Ibirocay, afluente el Ibicuy. También es derrotada la columna que marchaba al mando del propio Artigas en cercanías de los cerros de Corumbé, sobre el Cuareim. El día 27, luego de perder 500 hombres, Artigas se retira hacia Arapey, para reorganizar sus fuerzas.
Mientras la columna norte sufría esos contrastes, continuaba la invasión lusitana por el este. Fructuoso Rivera era derrotado en India Muerta el 19 de noviembre de 1816, dejando 250 muertos y varios heridos y prisioneros. Lecor, con el grueso del ejército llegaba Maldonado el 4 de enero de 1817, y entrando en contacto con la flotilla de Vianna, establece su Cuartel General en el sitio que denomina “Pan de Azucar”. En ese punto se le incorpora la columna del general da Silveira, que había derrotado a Ortogués.


La clase decente

Mientras tanto, en Montevideo, ante la invasión, el 22 de junio de 1816 el Cabildo lanzó una proclama exhortando al pueblo prepararse para la defensa, disponiendo la formación de milicias cívicas, la distribución de armas y la formación de cuerpos de infantería compuesta por negros libertos. El 20 de agosto el Cabildo concentra el gobierno político y militar en el Delegado Barreiro y Joaquín Suárez.
Como suele suceder, un grupo del “patriciado” montevideano se opuso a las medidas. Para ellos Barreiro encarnaba –según Carlos Anaya- “la arbitrariedad despótica, hasta quitar al Vecindario, sin distinción, sus esclavos, para crear un batallón de 600 o más soldados, sin documentar siquiera a sus propietarios”. Los opositores se conjuraron encabezados por Juan María Pérez, y el 2 de septiembre tomaron preso a Barreiro, a su secretario Santiago Sierra, a los cabildantes, al Comandante de artillería Bonifacio Ramos y al secretario del Ayuntamiento Pedro María Taveiro.
En la noche siguiente, del día 3 de septiembre, fuerzas partidarias de Barreiro lo sacaron e él y otros compañeros, y desde la Ciudadela hizo arrestar a unos veinte civiles y a oficiales de la milicia. Este movimiento conocido como “la rebelión de los cívicos”, es descripta por Bauzá: “Aquella insurrección del cuerpo constituido por las clases más acomodadas de la ciudad era un síntoma inopinado y de mal agüero. Las causas ostensibles y ocultas que la habían provocado resultaban en pugna abierta con los designios del protector. Podía inferirse de esto que el espíritu de resistencia aislada y a todo trance contra la invasión lusitana, no prosperaba en Montevideo, o, en otras palabras, que la ciudad no tenía confianza en las combinaciones militares de Artigas y mucho menos en sus planes políticos”.
El 4 de enero de 1817, el general Abreu sorprende en al Cuartel General artiguista sobre el arroyo Catalán, y derrotado, Artigas se retira hasta las cercanías de Belén. El dia 19, el Brigadier Chagas cruza el Uruguay y derrota a Andresito y lo persigue hasta Yapeyú; Chagas, luego de arrasar los pueblos misioneros de Santa María, Mártires y Concepción, regresa a San Borja. Andresito establece su cuartel en Apóstoles, donde es nuevamente atacado en octubre por Chagas, sin éxito.

La toma de Montevideo

Mientras tanto, Lecor intimaba la rendición de Montevideo. Reunido con los demás jefes, Barreiro decide dejar la plaza, marchando con sus fuerzas y algunas familias artiguistas hacia Santa Lucía. Mientras las tropas artiguistas vadeaban el arroyo Miguelete, la vanguardia de Lecor avanzaba hacia la ciudad por el Camino Real.
El 20 de enero de 1817 entra en Montevideo, y el regidor Jerónimo Pío Bianqui lo recibe con estas amables palabras:
“El Exmo. Cabildo de esta ciudad, por intermedio de su Síndico Procurador General, hace entrega de las llaves de esta plaza a S.M. Fielísima –que Dios guarde- depositándola con satisfacción y placer en manos de V.E. suplicándole sumisamente tenga la bondad de hacerle el gusto, de que en cualquier caso o evento que se vea en la necesidad de evacuarla, no la entregue a ninguna autoridad o potencia, que no sea el mismo Cabildo de quien la recibe, como autoridad representativa de Montevideo y de toda la Provincia Oriental, cuyos derechos ha reasumido por las circunstancias”.
Lecor contestó agradecido y manifestando que lo haría saber a S.M.F. Luego, entró en Montevideo izando la bandera portuguesa en todos los edificios públicos. En medio de salvas y repiques de campana, Lecor avanzó por las calles de la ciudad, en medio de los aplausos de las damas “decentes” que le arrojaban ramilletes de flores. Poco después abrió el puerto al libre comercio, para satisfacción de los buques ingleses que esperaban en el río.


Plebiscito popular

Para tomar conocimiento en el terreno, Artigas se traslada en abril de 1817 hasta las márgenes del Santa Lucía Chico, y advierte que algunos jefes eran partidarios de “la concordia” con Buenos Aires, para conseguir apoyo y auxilios contra los portugueses. Artigas rechazo esta opinión y nombró a Fructuoso Rivera como “Comandante General del Ejército de Derecha”, que debía operar al sur del Río Negro.
La designación de Rivera produjo el malestar de los jefes, que nombran en cambio Tomás García de Zúñiga, en junta de generales. Rivera no acepta la decisión, pero por consejo de Lavalleja se aviene a esperar la decisión de Artigas, que no se hace esperar:
“Desobedecidas mis órdenes, es superfluo exigir el orden de mis providencias. Los que se han exhibido suficientes para autorizar el Acta de Santa Lucía, deben suponerse responsables de sus consecuencias”.
La opinión de Artigas determinó que Zuñiga entregara el mando a Bonifacio Ramos y Rufino Bauzá, aceptando en definitiva la designación de Rivera, pero para entonces, ante una nueva amenaza de invasión portuguesa, Artigas mandó a llamar a Rivera y designó en su reemplazo a Ortogués. Esta designación también fue resistida por los jefes provocando nuevos conflictos; algunos jefes y tropas se avinieron al edicto del Cabildo que, a sugerencia de Lecor, daba facilidades para pasar a Buenos Aires a quien depusiera las armas.
Abandonado por parte de sus fuerzas, Ortogués se retira a Canelones y luego a Mercedes; poco después era derrotado y tomado prisionero por las fuerzas de Bentos Goncalves a orillas del río Negro.
En vista de las controversias sobre sus decisiones, Artigas decide convocar la opinión popular de las villas y pueblos orientales. El plebiscito se realizó entre octubre y noviembre de 1817. El vecindario de los pueblos se expresaron en términos similares:
“Yo el primer Comandante…hice entender expresivamente que el jefe ha llegado a comprender que por vulgaridad se denigra su conducta sobre la que observa con la ciudad de Buenos Aires y que los pueblos son libres de deliberar su suerte y su deseo todo a respetar lo que los mismos pueblos resuelvan; asimismo cada ciudadano puede manifestar su sentir libremente y nombrar nuevo jefe, si considera no estar bien depositada la confianza que con tanto júbilo se había hecho en la persona del referido ciudadano José Artigas.
Una voz sonó en el concurso: ¡Viva Artigas! ¡Viva nuestro Jefe Artigas! A él nombramos al principio, él ha de ser nuestro jefe mientras le dura la vida y muy contentos con cuanto ha hecho estamos y con cuanto en lo sucesivo haga”.

Perseverancia

En vista del pronunciamiento, el 13 de noviembre Artigas dirige a Pueyrredón un oficio que en la práctica era una declaración de guerra, reclamándole su connivencia con la invasión portuguesa.

Durante 1818, en principio las fuerzas artiguistas consiguen algunos triunfos en el frente oriental sobre los portugueses, ocupando Yaguarón y recuperando Cerro Largo y Santa Teresa, pero una fuerte contraofensiva lusitana los obliga a retirarse hasta Purificación. En febrero de 1818, desde el Cuartel General portugués, el brigadier Curado avanzó sobre territorio oriental, llegando hasta el Hervidero, tomando prisionero a Lavalleja y otros jefes, en las puntas de Valentín Grande.
Mientras tanto, una escuadrilla brasileña remonta el río Uruguay, destruyendo algunas baterías artiguistas, hasta hacer contacto con Bentos Manuel Ribeiro. Apoyado por la escuadrilla, Ribeiro cruza el Uruguay hacia Entre Ríos, y derrotando a Gorgoño Aguiar, repasa el Uruguay en persecución de Artigas, a quién derrota completamente a orillas del Queguay Chico el 4 de julio de 1818. En esta acción caen prisioneros doscientos orientales, entre ellos Barreiro.
Al sur del río Negro, Lecor consolida la ocupación, tomando prisioneros en varias acciones a varios hombres como Manuel Francisco Artigas, Joaquín Suárez y García Zúñiga.

Nueva ofensiva artiguista

Sin recursos ni apoyo, a principios de 1819 Artigas decide una audaz ofensiva valiéndose de las fuerzas de Andrés Guacuarí. Éste marcha desde San Nicolás, pero no logra tomar contacto con la columna de Artigas, y contramarcha, siendo derrotado por Chagas en Itacurubí. Poco después era tomado prisionero y enviado a una cárcel del Río de Janeiro, donde muere tiempo después en confusos episodios, poco conocidos.
Por su parte, Fructuoso Rivera era sorprendido por Bentos Manuel el 3 de octubre cerca de Paso del Rabón. Rivera logra escapar en una notable retirada de 60 km. pero finalmente es derrotado y dispersado completamente el día 28 en cercanías de Arroyo Grande.
Mientras tanto Artigas continuaba su avance sobre territorio brasileño, derrotando a Abreu en Santa María el 14 de diciembre. El jefe oriental mantiene la ocupación pese a la contraofensiva brasileña, pero tiempo más tarde, el 22 de enero de 1820, Andrés Latorre era vencido por el conde de Figuerias en Tacuarembó Chico. Este golpe, prácticamente se quebraba la resistencia artigusita, que luchaba solo contra el imperio, con la complicidad del Directorio porteño.

La defección de Rivera

Desde Mataojo – actual Salto, Uruguay – Artigas ordenó a Fructuoso Rivera, -que estaba en Tres Árboles- que se le incorporara, pero éste no responde; había acordado en armisticio con Bentos Manuel.
Ante la defección de Rivera, Artigas cruza el río Uruguay procurando el apoyo de los caudillos federales.

Bibliografía

– Reyes Abadie, Washington. Artigas y el federalismo en el Río de la Plata
– Castagnino Leonardo. Triple Alianza contra los países del Plata

Fuente: La Gazeta Federal

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