Columna que existe para difundir y divulgar hechos y reflexiones sobre la historia, desde una visión, federal, popular y latinoamericana. A 205 años del cruce de los Andes y la batalla de Chacabuco, que selló la suerte de la libertad e independencia de los pueblos de Nuestra América, compartimos un breve relato de la gesta.
El Editor Federal
Observó Pezuela – por entonces virrey del Perú -, en uno de los documentos de donde hacía el balance de su derrota: «La desgracia que padecieron nuestras armas en Chacabuco, poniendo el reino de Chile a discreción de los invasores de Buenos Aires, trastornó enteramente el estado de las cosas, fue el principio de restablecimiento para los disidentes, y la causa nacional retrogradó a gran distancia, proporcionando a los disidentes puertos cómodos donde aprestar fuerzas marítimas para dominar el Pacífico. Cambióse el teatro de la guerra: los enemigos trasladaron los elementos de su poder a Chile, donde con más facilidad y a menos costa podían combatir al nuestro en sus fundamentos».
San Martín había pergeñado un plan de despliegue libertador, estudiado por años y medido a cada paso por los conocedores del terreno, la idiosincrasia chilena de la época, e ingeniosas tácticas previas de observación e información – como la “guerra de zapa” – que han sido ejemplo y caso de estudio por dos siglos. De allí que los voceros del imperio de ayer, de hoy y de siempre; quieran reducir una gesta todavía incomparable, a un mero “llevar a la práctica” de una serie de consideraciones volcadas en intercambios epistolares entre masones. Casi casi, como si la organización de un ejército hubiera sido materia del ingenio de algún bolichero bretón.
Según los historiadores, Chacabuco tiene varias puntas por la cual entrarle. Algunos – apasionados del aspecto puramente militar -, elogian la inteligencia estratégica de San Martín, al punto de sugerir alguno que además del lugar de combate, toda la campaña del cruce andino había estado cronometrada de cara al 12 de febrero de 1817.
Es complicado para nosotros a más de dos siglos de distancia animarnos a tanto. Somos simples aficionados a la lectura de la historia y su divulgación. No somos expertos en el campo, ni poseemos elementos analíticos suficientes, y – sobre todo – estamos alejados de los centros donde se atesora la documentación y las grandes bibliotecas. El sólo pensar en disponer de dos semanas para viajar y entregarse a la lectura y examen de esos materiales, implicaría tener que vender todo lo que llevamos puesto y usamos para trabajar. Así que, el que tiene la suerte de vivir a tiro de tren o colectivo urbano, acuda a la biblioteca, lea y después cuente.
Respecto de la dimensión o los alcances políticos de la batalla, en alguna medida está definido por el párrafo de Pezuela citado al principio. La ofensiva sanmartiniana no sólo reconfiguró el teatro de operaciones a nivel continental, sino que al mismo tiempo le dio impulso y fundamento a los movimientos que hacía Bolívar en Nueva Granada, y además aisló sobre sí mismo al núcleo de poder realista en Sudamérica. Con Lima cercada, y con la por suerte no demasiado fuerte traición de Buenos Aires a la campaña del Ejército de los Andes, la gesta pudo llevarse adelante.
Esto último sabemos que puede causar descontento, pero fue así. De haber sido más potente su prédica, la Buenos Aires más preocupada por entonces de tener buenos términos con Portugal e Inglaterra, sólo – y lamentablemente – pudo con apoyo de esos aliados, combatir a José Artigas y fortalecer el enclave portuario.
Afortunadamente también, la desfinanciación hacia al Ejército de los Andes, la quita de su apoyo político, e incluso su desconocimiento al rango y liderazgo de San Martín, no hicieron una mella determinante en el Libertador, y siguió adelante.
El 12 de febrero de 1817 el Ejército de los Andes libró la batalla lanzando su fulminante ataque sobre la cuesta de Chacabuco. Según los partes oficiales reproducidos por las fuentes, más los elementos aportados por diferentes investigadores, las pérdidas entre las tropas realistas ascendieron a 500 muertos, 600 prisioneros (incluyendo 32 oficiales), 2 piezas de artillería – un parque completo – y 3 banderas. Las fuerzas de la independencia sufrieron 12 muertos y 120 heridos. El propio San Martín definió la victoria obtenida: “En 24 días hemos hecho la campaña, pasamos las cordilleras más elevadas del globo, concluimos con los tiranos y dimos la libertad a Chile.”
En efecto, a mediados de enero de 1817, partía la expedición desde El Plumerillo. Un ejército de 5.200 hombres; 10.000 mulas; 1.600 caballos; 600 vacas; 900 tiros de fusil y carabina; 2.000 balas de cañón; 2.000 de metralleta; 600 granadas.
Las fuerzas principales, atravesaron la cordillera divididas en dos columnas de efectivos. La más importante, por el llamado “Camino de Los Patos”, a las órdenes del brigadier general Estanislao Soler. Por el mismo camino marcharon el Libertador y el brigadier O’Higgins. La columna menor, lo hizo por el “camino de Uspallata”, a las órdenes del general Juan Gregorio de Las Heras. Esa ruta fue utilizada también, dada su menor dificultad, por gran parte de la artillería y los abastecimientos, conducido por el capitán fray Luis Beltrán. Ambas columnas debían apoyarse mutuamente y reunirse en el valle del río Aconcagua, en la zona comprendida entre San Felipe y Santa Rosa de los Andes.
Si bien el objetivo era presentar batalla en Chacabuco, con el fin de obligar al jefe español, Casimiro Marco del Pont, a dispersar sus fuerzas y engañarlo sobre la oportunidad y lugar de su esfuerzo principal, el Libertador había ordenado cuatro travesías secundarias con efectivos menores: dos al norte y otras dos al sur. Es decir, en un par de semanas de marcha, atravesando montañas de hasta 5.000 metros de altura, en un frente de movilización de 800 kilómetros de extensión y con recorridos que fluctuaban entre los 380 y 750 kilómetros, las columnas y agrupamientos mencionados aparecieron casi simultáneamente sobre el territorio chileno entre los días 6 y 8 de febrero de 1817.
Hubo escaramuzas y combates durante el cruce. La columna mayor del ejército patriota ocupo San Felipe el día 8 de febrero, después de librar los combates de Achupallas el día 4 y de Las Coimas el día 7 de ese mes. Por su parte, el coronel Las Heras alcanzó Santa Rosa también el día 8, debiendo combatir durante su marcha con débiles fracciones españolas en Picheuta, Potrerillos y Guardia Vieja.
Finalmente, el 12 de febrero de 1817 se libra la batalla de Chacabuco. En diversas publicaciones, constan los detalles de la misma; el plan sanmartiniano, los movimientos de las tropas en frente de ataque y flancos; la actitud temeraria de O’Higgins; la solvencia de Soler; el avance del propio San Martín; y la dispersión de los vencidos.
Según consta en el trabajo historiográfico de José pacífico Otero, en el propio campo de batalla, el Libertador, escribió el parte rápido que envió al Gobierno Central en Buenos Aires, dirigido al Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón:
“Excmo. Señor: una división de 1.800 hombres del ejército de Chile, acaba de ser destrozada en los llanos de Chacabuco por el ejército de mi mando, en la tarde de hoy. Seiscientos prisioneros, entre ellos treinta oficiales, cuatrocientos cincuenta muertos y una bandera, que tengo el honor de dirigir, es el resultado de una jornada feliz, con más de mil fusiles y dos cañones. La premura del tiempo no me permite extenderme en detalles que terminaré lo más breve que me sea posible; en el entretanto debo decir a V.E., que no hay expresiones como ponderar la bravura de estas tropas; nuestra pérdida no alcanza a cien hombres. Estoy sumamente reconocido a la brillante conducta, valor y conocimientos de los señores brigadieres don Miguel Soler y don Bernardo O’Higgins. Dios guarde a V.E. muchos años. Cuartel general de Chacabuco, en el campo de batalla y febrero 12 de 1817”.
Fuentes y Bibliografía
Asociación Cultural Sanmartiniana.
Instituto Nacional Sanmartiniano. Documentos para la Historia del Libertador San Martín, Ministerio de Educación de la Nación.
La Gazeta Federal
Otero, José Pacífico, Historia del libertador Don José de San Martín, Tomo II, segunda edición, octubre de 1949, Editorial Sopena Argentina, pág. 47.
Picciuolo, José Luis. La Batalla de Chacabuco – Instituto Nacional Sanmartiniano
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