Columna que existe para difundir y divulgar hechos y reflexiones sobre la historia, desde una visión, federal, popular y latinoamericana. Esta nota de Aldo Duzdevich tiene varios días de publicada, pero vale la pena replicarla. Narra parte de la historia del gasoducto Comodoro Rivadavia – Buenos Aires.
El Editor Federal
Cuando el Estado decidió aprovechar el gas que se perdía en el viento. “Quiero ver ese gasoducto terminado cuanto antes”, dijo Perón. “Nadie comprendía por qué empezamos allí y no en Comodoro -recordó más tarde Canessa -, pero nosotros habíamos trazado una estrategia”.
En 2023 la válvula se abrió en Salliqueló, provincia de Buenos Aires. Y antes Juan Perón resolvió que otra válvula se abriese en Lomas de Zamora, también en la Provincia.
El ingeniero Julio Canessa, primer director de la Dirección Nacional de Gas creada en 1946 por Juan Domingo Perón, le dijo al entonces Presidente:
–Ahora viene lo más difícil, general, pero hay que hacerlo. De lo contrario, todo esto no servirá para nada.
–¿Y qué hay que hacer? –preguntó Perón.
–Un gasoducto –respondió Canessa–. En Comodoro Rivadavia dejamos escapar el gas y después importamos carbón de hulla para fabricarlo. Tenemos que traer el gas a Buenos Aires y terminar con el carbón importado.
Entonces Perón hizo llamar a su despacho al ministro de Industria y Comercio, Rolando Lagomarsino, mientras no dejaba de prestarle atención a las explicaciones de Canessa sobre un gran mapa.
–Está bien; no hace falta que entremos en más detalles. Vaya y hágalo. Ahora se lo ordeno –cerró.
Después lo miró a Lagomarsino:
–Y usted, Laguito, se ocupará de que a Gas del Estado no le falte nada. Quiero ver ese gasoducto terminado cuanto antes.
Hasta ese momento las necesidades gasíferas se satisfacían con gas de alumbrado obtenido a partir de carbón de hulla importado de Inglaterra, hecho que derivaba en elevados costos.
Canessa convenció a Perón de la necesidad de reemplazar las importaciones de gas por el que se venteaba en Comodoro Rivadavia. Vale aclarar que el petróleo siempre surge asociado a un porcentaje de gas. Y que ese gas, al no ser captado, se quemaba al aire libre.
Luego de esta charla con Perón, Canessa emprendió rápidamente la compleja tarea de conseguir 1.700 kilómetros de caños (que obviamente no se producían en el país) y convocar a empresas constructoras para licitar una obra inédita del que iba a ser en ese momento, el gasoducto más largo del mundo.
A esta historia, que en estos últimos días recordaban expertos en energía e historiadores, se refirió en su discurso Cristina Fernández de Kirchner.
El 3 de febrero de 1947, el Decreto 3.118 autorizó la construcción del gasoducto. El 21 de febrero de 1947 comenzaron las obras.
En la localidad bonaerense de Llavallol, Perón fue invitado a soldar el primer caño. Bajo una lluvia torrencial, con los pies llenos de barro y un piloto sobre los hombros, le colocaron una máscara, empuñó el soldador y dejó simbólicamente inaugurada la obra.
“Nadie comprendía por qué empezamos allí y no en Comodoro -recordó más tarde Canessa-, pero nosotros habíamos trazado una estrategia. Sabíamos que los intereses extranjeros podrían interferir y hacer parar la obra en cualquier momento.”
Llavallol, provincia de Buenos Aires. Salliqueló, provincia de Buenos Aires.
¿Por qué Llavallol, en Lomas de Zamora? Además de la definición estratégica de Canessa, el profesor de la UBA Claudio Castro, en un documentado estudio sobre el tema, da detalles que permiten entender los motivos.
Al inicio, la cañería existente sólo permitía instalar un tramo de 61 kilómetros sobre un total de 1700. El problema era que no había fabricación local de tubos. Canessa envió a EEUU a un ingeniero Teófilo Tabanera. A las pocas semanas, en un mensaje a su jefe, confirmaba las sospechas previas:
“Hay aquí numerosas obras en vista, oleoductos y gasoductos proyectados y reclamados con toda urgencia, que no pueden iniciarse por falta de caños”.
En abril, como Gas del Estado carecía de ofrecimientos serios, la firma italiana Dalmine ofertó, a través de su representante en Buenos Aires y presidente de Techint, Agostino Rocca, 33.000 toneladas de tubos sin costura, con un valor más bajo que los ofrecidos desde Estados Unidos.
La historia de Techint había comenzado en la década de 1930, con la creación de una empresa de construcción en Italia por parte de la familia Rocca. En 1945, Agostino Rocca decidió expandir el negocio a Argentina y fundó Techint, cuyo nombre deriva de «Tecnología Italiana».
Finalmente la mayor parte de los caños llegó de Italia. Otra parte se compró en EEUU. La empresa Siam Di Tella construyó una planta para fabricarlos localmente, pero no lograron la calidad requerida.
La licitación de obra se dividió en cuatro tramos. Los dos primeros fueron adjudicados a la empresa Termec, que no pudo presentar los avales de garantía y se cayó. Eso obligó a realizar la obra por administración.
La parte sur fue adjudicada a Techint, que cumplió en tiempo y forma, y así se inició como la primera empresa especializada en grandes obras energéticas.
El 29 de diciembre de 1949, se inauguró oficialmente el Gasoducto JDP Comodoro Rivadavia-Buenos Aires, en ese momento el más largo del mundo. El costo fue de 50 millones de dólares, razonable para la época.
La Argentina se colocó de ese modo entre los países más avanzados en cuanto al aprovechamiento del gas, junto con los Estados Unidos y Francia, lo cual permitió una baja sostenida de tarifas y expansión de las redes. Los 140 mil usuarios de gas de 1944 pasaron a 4.700.000 en 1955.
Además, una importante cantidad de industrias se pudo instalar en la provincia de Buenos Aires porque ya existía el abastecimiento de una nueva fuente energética confiable y barata.
En 1960 se construyó, en paralelo al GJDP, el Gasoducto General San Martín, actualmente en funcionamiento. En 1970 se le bajó la presión al GJDP y se desactivó, pero hoy algunos tramos de esa cañería de 1947 siguen en uso de servicio regional.
El pensamiento y accionar estratégico de Perón, de empujar un desarrollo nacional a la par de las grandes potencias del mundo, posibilitó el nacimiento y crecimiento de grandes empresas nacionales como Techint, que hoy es una de las tres o cuatro multinacionales en cuya historia hay un origen local.
Paolo Roca de Techint, Marcelo Mindlin de SACDE, Carlos Mundi de BTU y Carlos Wagner, de ESUCO, son cuatro de los empresarios que participaron en las obras del gasoducto Néstor Kirchner. Y el Estado, claro. Detrás de esto hay una historia al estilo de las viejas novelas de la tarde, de personajes que cada tanto se unen para festejar la llegada de un vástago en común.
Hace un año atrás antes de comenzar la obra, una discusión pública por la compra de los caños a Techint, terminó con la renuncia del ministro Matías Kulfas. Y en abril del 2011, cuando el nombre de Axel Kicillof todavía era mal pronunciado con algunos periodistas, que italianizaban erróneamente la pronunciación de la c y la convertían en ch, su designación en el directorio de Techint (como parte de los directores designados por ANSES) dio lugar al enojo público de la empresa.
Poco antes, en mayo del 2009, cuando Hugo Chávez decidió estatizar una filial de Techint en Venezuela, el gobierno argentino intercedió para evitarle una salida traumática.
Estos son algunos de los episodios cercanos de la novela.
Otra de las constructoras del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner es SACDE, cuyo titular es Marcelo Mindlin. Sacde hasta 2017 se llamaba IECSA. Y pertenecía a un grupo empresario: el grupo Macri.
Sí, porque Franco Macri, también italiano, llegó al país en 1949 e ingresó a trabajar en la constructora SADOP, la empresa socia de Techint en el Gasoducto Juan Domingo Perón.
Luego, en 1951, fundó su primera empresa constructora que más tarde dio origen a su gran complejo societario.
País generoso el de la década peronista.
Fuente: NAc&POP / Buenos Aires12