Tiemblen los Tiranos 17: San Martín y la emancipación hispanoamericana (1° Pte.)

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Tiemblen los Tiranos 17: San Martín y la emancipación hispanoamericana (1° Pte.)

Columna que existe para difundir y divulgar hechos y reflexiones sobre la historia, desde una visión, federal, popular y latinoamericana. Ayer 25 de febrero, se cumplió un nuevo aniversario del nacimiento del General José de San Martín. Sobre él se ha escrito mucho, pero evidentemente no lo suficiente, dada la cantidad de difamaciones que existen sobre la figura de la – tal vez – principal personalidad de la historia de nuestro pueblo.

Desde Chasqui Federal queremos homenajear a San Martín, publicando en dos partes, el trabajo realizado por el historiador Norberto Galasso*, y publicado en la serie de Cuadernos para la Otra Historia, editados oportunamente por el Centro Cultural Enrique Santos Discépolo. Mañana, 27 de febrero, compartiremos la segunda entrega.

El Editor Federal

San Martín y la emancipación hispanoamericana

La Historia Oficial o Liberal sacralizó a San Martín como el Padre de la Patria (por supuesto, de la “patria” según la entiende el liberalismo conservador). Varios historiadores de esta influyente corriente analizaron la figura del prócer. Entre otros, Bartolomé Mitre (Historia de San Martín); Ricardo Rojas (El santo de la espada), y José Pacífico Otero (Historia del libertador don José de San Martín). En general, la interpretación de estos autores resulta coincidente, aunque Rojas, dada su inquietud nacionalista de juventud, le otorga algún perfil distinto. De estas obras vendrá luego la divulgación a través de Alfredo Grosso, Ricardo Levene, Juan C. Astolfi, Luis Domínguez, José C. Ibáñez, Bernardo Gonzáles Arrili y el resto de la historiografía escolar y las revistas infantiles tipo Billiken.

El bronce así modelado no recibió crítica, ni replanteo alguno por parte de los historiadores “mitromarxistas” (corriente liberal de izquierda), ni de la Historia Social.

Todos ellos coinciden en “ese San Martín” que la clase dominante espació en retratos, estatuas, nombres de plazas y calles por todo el país. De esta forma se presenta un San Martín:

Argentino. Nacido en Yapeyú, el 25 de febrero de 1778.

Después de residir 4 años en Yapeyú pasa a Buenos Aires y dos años más tarde, se embarca para España.

Su vida entre los 6 y los 34 años se desarrolla en España. La Historia Oficial se refiere muy poco a este período. (Apenas hace alguna refe- rencia a la batalla de Bailén).

En 1812, a los 34 años, percibe “un llamado de la tierra natal” y viaja a Buenos Aires.

En Buenos Aires, aunque la Historia Oficial lo reconoce distraídamente, lucha contra el ejército en el cual actuó durante veintidós años y llegó a teniente coronel. Se convierte en el argentino que libera a su patria y a dos países hermanos. (Mitre la llama: “Revolución argentina americanizada”).

Hubiese continuado su lucha liberando países, por su exclusiva cuenta y empeño, si no se cruzaba en su camino un “ambicioso” Simón de Bolívar ante el cual San Martín renuncia, mostrando altos valores morales, dejándole a este la gloria de culminar la emancipación del continente.

Mitre manifiesta que la campaña sanmartiniana se gesta para otorgar independencia a los países y que cada uno de ellos se constituye independientemente (coincide, muy casualmente, Halperín Donghi) y que, por el contrario, “el delirio”, “la ambición” y el carácter prepotente y “expansivo” de la revolución colombiana liderada por Bolívar pretendía constituir una sola nación.

Incorporan al panteón oficial a San Martín como un prócer liberal. Esta es la imagen sanmartiniana que se impuso hasta la actualidad. Por otro lado, para los revisionistas rosistas:

– San Martín era un católico fervoroso. Ni masón, ni liberal. Por lo tanto no puede alineárselo junto a Rivadavia y Sarmiento. (Según ellos, estos personajes son perjudiciales, no por su visión colonial y entreguista, sino por su agnosticismo).

– San Martín admiraba a Rosas, lo cual está comprobado por las cartas que se entrecruzaron. Dejan por sentado que era hombre de orden, autoritario y nacionalista.

– La línea histórica debe ser: Saavedra, San Martín y Rosas. Es decir: conservadora, religiosa, defensora de la tradición y el orden.

Para la corriente federal-provinciana, socialista o latinoamericana, San Martín solo es comprensible desde una óptica global latinoamericana. Esta cosmovisión lo ubica por encima de las fronteras de las patrias chicas. Se presenta con una fuerte influencia guaranítica (conformada en sus primeros años). Luego, es modelado culturalmente en España. Brega por la liberación de lo que hoy constituyen la Argentina, Chile, Bolivia, Perú y Ecuador. Sostiene con firmeza el triunfador de Maipú: “Soy del partido americano”.

Por eso cruza los Andes dirigiendo un ejército argentino-chileno. Es general chileno, general peruano y Protector del Perú.

Desde la visión histórica de la patria chica historia argentina, resultaría un intruso no bien cruza los Andes, como también lo sería un siglo y medio después Ernesto “Che” Guevara en Cuba y Bolivia. Ambos revolucionarios coincidían en que América Latina es una sola nación desmembrada que es necesario reconstruir.

Infancia y juventud

Nacido en Yapeyú (1777 ó 1778) José Francisco de San Martín transcurre su infancia, hasta los 4 años, en esa zona guaranítica. Pasa luego con su familia a Buenos Aires, donde reside dos años, para luego embarcar hacia España. En Málaga, alrededor de 1783, comienza su nueva vida.

Escolar a los 6 años. Cadete en el Regimiento de Murcia a los 12. Soldado, después, que batalla por tierra y por mar. Asciende en el escalafón militar hasta capitán.

Por entonces, hasta los cuarteles españoles llega el viento renovador de la Francia revolucionaria.

El 2 de mayo de 1808, el pueblo español se levanta contra el invasor francés. Algunos jefes militares e intelectuales -los afrancesados- simpatizan con el agresor. El jefe de San Martín, el general Solano, muestra reticencia para atacar a los franceses y es ultimado a fines de 1808 en un incidente en que participa San Martín intentando calmar a la gente exaltada.

San Martín se coloca junto al pueblo y a los militares que resisten, la Junta Central de Sevilla, a través de la cual esa revolución nacional se torna democrática.

Contra los franceses se bate en duras batallas como Arjonilla (junio de 1808) y Bailén (julio de 1808), donde triunfan las fuerzas españolas y es ascendido a teniente coronel. Sin embargo, a pesar de estos triunfos, hacia 1811, las fuerzas napoleónicas ocupan casi toda la península. En ese mismo año, San Martín pasa a Cádiz, el último reducto español.

Su regreso

En 1812, pide permiso para viajar a América a ocuparse de asuntos familiares. ¿Razones “telúricas”? ¿El “llamado de la selva misionera”? Es poco creíble. Motivos más consistentes lo determinan: viene a América a continuar su lucha por la revolución democrática, por los Derechos del Hombre, por las banderas de la Revolución Francesa, que juzga derrotada en España. No viene a luchar contra España porque tampoco la naturaleza de la Revolución de Mayo fue separatista ni antihispánica, sino democrática y popular.

Esto explica que en documentos y declaraciones recogidas por testigos, San Martín se refiera al enemigo como “absolutista”, “realista” y no como “español” (¡Si él lo era en gran medida!). Así los mencionan como “godos” (por reaccionarios), “maturrangos” (por malos jinetes), “maruchos” (por carecer de valentía), “chapetones” (por torpes) o simplemente “europeos”.

El 9 de marzo de 1812 arriban a Buenos Aires San Martín y otros oficiales del ejército español y entre ellos algunos que nada tienen que ver con “el llamado de la selva misionera”, como Francisco Chilavert, español de nacimiento, capitán del ejército español, y Eduardo Kainnitz, barón de Holmberg, tirolés, teniente coronel de las guardias valonas.

Los auténticos móviles de esta presencia en el puerto de Buenos Aires surgen con nitidez de los siguientes documentos:

La Gazeta de Buenos Aires anuncia la llegada de estos oficiales en términos que merecen leerse detenidamente: “El 9 del corriente ha llegado a este puerto la fragata inglesa George Canning, procedente de Londres, en 50 días de navegación; comunica la disolución del ejército de Galicia y el estado terrible de anarquía en que se halla Cádiz, dividido en mil partidos y en la imposibilidad de conservarse por su misma situación política. La última prueba de su triste estado son las emigraciones frecuentes a Inglaterra y aún más, a la América septentrional. A este puerto han llegado, entre otros particulares que conducía la fragata inglesa, el teniente coronel de caballería don José de San Martín, primer ayudante de campo del General en jefe del ejército de la isla, Marqués de Coupigny, el capitán de infantería Francisco Vera, el alférez de carabineros reales don Carlos Alvear y Balbastro, el subteniente de infantería don Antonio Arellano y el primer teniente de guardias valonas Barón de Holmberg. Estos individuos han venido a ofrecer sus servicios al gobierno y han sido recibidos con la consideración que ofrecen por los sentimientos que protestan en obsequio de los intereses de la patria”.

Otro documento -emitido por el Primer Triunvirato y dirigido al general Pueyrredón- avala también la tesis de que aquí y allá se libraba una misma guerra, como asimismo que la revolución española estaba a punto de ser vencida definitivamente: “No olvide usted en este lance, de manifestarle la miserable situación de España. En la fragata inglesa George Canning, que hace tres días llegó a este puerto, han venido 18 oficiales facultativos y de crédito que desesperados de la suerte de España quieren salvarse y auxiliar a que se salven estos preciosos países. El último ejército español de 28.000 hombres, al mando de Aslake, fue derrotado por Suchet y de sus resultas ocupa Valencia, Murcia, Asturias y gran parte de Galicia. Las Cortes sin cortejo, en Cádiz, sin partido, dominante por los franceses. Las tropas que le sitian son la mayor parte de regimientos españoles del ejército de José (el hermano de Napoleón) y todo anuncia la conquista total de un día para otro”. Aquí se ratifica que vienen fugados -“para salvarse” – pero da otro elemento de juicio: “quieren salvarse ellos” (como oficiales españoles derrotados) y auxiliar a que se salven “estos preciosos países”, con lo cual está reconociendo que una misma y única es la causa que defendían allá y la que vienen a defender aquí: la revolución democrática desencadenada en 1808 (y en América en 1810, como parte de la misma) en peligro de ser aplastada, tanto sea por la restauración monárquica y clerical hispánica, como también por la dictadura de Napoleón.

Un tercer documento complementa esta interpretación. Manuel Moreno, representante diplomático en Londres, le escribe a Tomás Guido: “Mi querido Guido: [… ] Después de tu salida, he escrito a Buenos Aires por varias ocasiones y actualmente lo hago por la George Canning en que se dirigen los amigos Larrea, Aguirre, Zapiola, Alvear, Vera, Chilavert y otros cuantos oficiales escapados de Cádiz. En el mismo barco, el cual saldrá dentro de seis días, van dos familias inglesas y una española, la de Alvear, a establecerse en nuestro país”.

San Martín en Buenos Aires

Apenas llegado, su principal tarea consiste en organizar el Regimiento de Granaderos a Caballo. Alvear lo vincula socialmente, pues San Martín carece en Buenos Aires de toda vinculación amistosa o familiar.

El 19 de septiembre de 1812 contrae matrimonio con María de los Remedios Escalada, nacida el 20 de noviembre de 1798. Es decir, una niña de 14 años, lo que llevaría a suponer que se trata de un matrimonio por conveniencias mutuas (Él tenía 34 años). El teniente coronel se apoya en una encumbrada familia porteña y esta, a su vez, supone “adquirir” para su servicio, desde el poder, a un alto jefe militar.

El 8 de octubre de 1812 se produce su primera acción pública. Junto con Alvear colocan sus tropas frente a la Casa de Gobierno y exigen la renuncia del Primer Triunvirato. Actúan conjuntamente con la “Sociedad Patriótica”, dirigida por Bernardo de Monteagudo. A su vez, San Martín y Alvear constituyeron la Logia Lautaro, cara clandestina de dicha “Sociedad Patriótica”.

El 3 de febrero de 1813 triunfa en el combate de San Lorenzo. San Martín atiende solícitamente al capitán Zabala, jefe de los invasores. Lo invita a almorzar y parece haberlo persuadido ideológicamente, pues el capitán español se incorpora, años más tarde, al Ejército de los Andes.

San Martín en el norte de Cuyo

Agravada sus disidencias con Alvear, la Logia muestra dos bandos en pugna. San Martín se aleja nombrado a cargo del Ejército del Norte en reemplazo del general Manuel Belgrano, quien ha sido derrotado en Vilcapugio y Ayohuma. Llegado al norte, se convence que por allí será imposible derrotar a los españoles. Conoce a Martín Miguel de Güemes y aprueba su lucha de guerrillas, que San Martín ya había conocido y valorado en España.

En 1814, solicita licencia y pasa a la provincia de Córdoba para mejorarse de sus dolencias. Allí, en Saldán, nace la idea de llegar a Lima, vía Chile. ¿Cono cía San Martín el plan inglés, que descubrió el doctor Rodolfo Terragno en Londres en los últimos años, preparado por Thomas Maitland, en 1780, que proponía tomar Buenos Aires, luego Mendoza, cruzar los Andes, tomar Chile y pasar finalmente a Perú por mar?

Quizá sí. Sin embargo, ello no puede llevar a suponer un San Martín agente inglés. Su oposición al Primer triunvirato, su negativa a apoyar a los directoriales, su odio a Rivadavia y su apoyo a Rosas en los conflictos de 1838 y 1845 lo ubican en una clara posición antibritánica.

Hacia 1815/16, se declara separatista de España, independentista como no lo manifestó nunca. La causa reside en la caída de Napoleón (julio 1814) y, poco después, la vuelta de Fernando VII al trono de España, quien da un giro a la derecha, persigue a los liberales y anula la constitución democrática de 1812.

Ya nada puede esperarse de la España democrática. De ahí el convencimiento de San Martín acerca de la necesidad de la independencia. La reclama con urgencia. Así lo demuestran sus cartas a Godoy Cruz, diputado al Congreso de Tucumán. Nombrado gobernador de Cuyo, se pone en la tarea de levantar el Ejército de los Andes. Obtiene recursos de Buenos Aires a través de su acuerdo con Pueyrredón, pues Buenos Aires también desea romper con España. Pero la base del ejército está dada por la política económica que desarrolla en Cuyo.

Eduardo Astesano, en “La movilización económica de los ejércitos sanmartinianos”, explica este importante proceso que en gran medida es similar al Plan de Operaciones de Mariano Moreno y al modelo de desarrollo que practica Paraguay.

Títulos de la Segunda Parte, que s epublicará mañana en Chasqui Federal:

La independencia de Chile

La liberación del Perú

El misterio de Guayaquil

San Martín en Mendoza

El exilio

Su reconocimiento a Rosas

Muere El Gran Capitán

*Historiador y ensayista político. Egresado de la Facultad de Ciencias Económicas. Docente del Profesorado.

Fuentes

NORBERTO GALASSO, Cuadernos para la otra historia, Centro Cultural “Enrique Santos Discépolo”, 1999.

Pensamiento Discepoleano y Revista Peronistas

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