Tiemblen los Tiranos 46: Nuestros derechos sobre Malvinas

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Tiemblen los Tiranos 46: Nuestros derechos sobre Malvinas

Columna que existe para difundir y divulgar hechos y reflexiones sobre la historia, desde una visión, federal, popular y latinoamericana.El 10 de junio de 1829 se nombra al primer gobernador político y militar de las Islas Malvinas, Luis Vernet. Por ello, es el día de la Reafirmación de los Derechos sobre las Islas Malvinas, Islas del Atlántico Sur y del Sector Antártico. Así, 14 de noviembre de 1973, por la Ley 20.561 del Congreso de la Nación, se establece esta fecha, tan cara a los intereses nacionales.
El Editor Federal
El por entonces Gobernador de facto de Buenos Aires, Martín Rodríguez, redactó el siguiente decreto, respondiendo a una previa solicitud del mismo Vernet:
“Cuando por la gloriosa Revolución de Mayo del 25 de Mayo de 1810, se separaron estas provincias de la dominación de la Metrópoli, España, la España tenía una posesión material en las Islas Malvinas y de todas las demás islas que las rodean hasta el Cabo de Hornos; incluso, la que se conoce como la Tierra del Fuego; hallándose justificada y documentada aquella posesión por el derecho del primer ocupante, por el consentimiento de las primeras potencias marítimas de Europa, y por la adyacencia de estas islas al continente que formaba el Virreinato de Buenos Aires, de cuyo gobierno dependían por esta razón habiendo entrado al gobierno de la República Argentina en la sucesión de todos los derechos que tenía sobre todas las provincias la antigua Metrópoli, España, y de que gozaban sus virreyes; habiendo seguido ejerciendo actos de soberanía y dominio en dichas islas, sus puertos y costas; a pesar de que aquellas circunstancias no han permitido hasta ahora dar a aquella parte del territorio de la República Argentina, la atención y cuidados que su importancia exigen; pero siendo necesario no demorar por más tiempo las medidas que puedan poner a cubierto los derechos de la República Argentina, haciéndose al mismo tiempo, gozar de las ventajas que puedan dar los productos de aquellas islas, y que, asegurando la protección debida a su población;
El gobierno de la República Argentina, en mi representación, ha acordado y decreta:
Art. 1: Las Islas Malvinas y las adyacentes al Cabo de Hornos, en el Mar Atlántico, serán regidas por un comandante político y militar, nombrado inmediatamente por el gobierno de la República Argentina.
Art. 2: La residencia del comandante político y militar será en la Isla de la Soledad, y en ella se establecerá una batería bajo nuestro pabellón.
Art. 3: El comandante político y militar hará observar por la población de dichas islas, las leyes de la República Argentina, y cuidará en sus costas de la ejecución de los reglamentos sobre la pesca de anfibios.
Art. 4: Comuníquese y publíquese.
-Firmado: Martín Rodríguez – (Gobernador) – S.M. Del Carril – (Secretario)- 10-06-1829.-”

Mapa de Vernet

Unos años antes, el 6 de noviembre de 1820, el recién asumido gobierno bonaerense de Martín Rodríguez tomó posesión de las Islas Malvinas. Sin embargo, como dijimos, fue casi una década después cuando fue designado Gobernador de esos territorios Luis Vernet. Éste era un comerciante nacido en Hamburgo, que al obtener un derecho de explotación de las islas a cambio de unas deudas que por entonces el Estado porteño mantenía con él, organizó la campaña hacia el archipiélago, y partió con una veintena de colonos ingleses y alemanes, y el permiso para usufructuar el ganado de las islas.
Sin embargo, la actividad central en las islas por esos años era la caza de ballenas, y en torno al derecho de su práctica, en 1831 surgió un conflicto militar con Estados Unidos, que negaba a las Provincias Unidas el derecho a reglamentar dicha pesca. Con la intromisión de la diplomacia británica, la marina estadounidense invadió las islas.
Como respuesta, en septiembre de 1832, zarpó desde Buenos Aires el buque de guerra Sarandí, al mando de José María Pinedo. El buque llevaba entre su tripulación, al nuevo gobernador interino, sargento mayor de artillería Esteban Mestivier y las indicaciones para de restablecer el orden en el archipiélago. Llegaron a las islas el 1º octubre 1832 y cumplieron su misión, pero noventa días más tarde, el 2 de enero 1833, una fragata inglesa ocupó las islas.
Respecto de esto, José Hernández – autor del “Martín Fierro” – en 1869 escribió un trabajo titulado “Acerca de las Islas Malvinas”, donde daba cuenta de la expedición de vernet había sido exitosa:
”La colonia prosperaba hacía ya algunos años y el gobierno argentino veía con singular satisfacción el gran porvenir que aquella naciente colonia auguraba para la navegación y comercio de nuestras extensas costas hasta el Cabo de Hornos. En 1831 fueron apresados en las islas tres buques norteamericanos que habían reincidido en la pesca de anfibios contra los terminantes reglamentos que debía hacer observar la autoridad de aquella jurisdicción.
El doctor Areco, en la tesis que presentó en 1866 para optar al grado de Doctor en Jurisprudencia, consagra algunos recuerdos a ese episodio histórico que debía tener tan deplorable consecuencias. Dice así: “El Gobernador de Malvinas [el señor Vernet], obligado a hacer respetar los reglamentos relativos a la pesca, o mejor dicho matanza de lobos, dentro de su jurisdicción, reglamentos tan antiguos como ésta, e interesado en gozar exclusivamente de una de las concesiones que le había hecho el gobierno de Buenos Aires, detuvo unos buques norteamericanos, que según confesión de sus mismos capitanes, se ocupaban de este tráfico ilegal. El tribunal competente los declaró buenas presas y legitimó la conducta del señor Vernet”. A consecuencia de ese apresamiento el comandante de un buque de guerra norteamericano destruyó la floreciente colonia de la isla Soledad, y ese hecho injustificable fue precisamente lo que indujo a Inglaterra a apoderarse de las Islas Malvinas, consumando ese atentado contra la integridad territorial de la Nación Argentina, cuya soberanía sobre aquellas islas había sido siempre respetada.
El gobierno argentino no ha obtenido reparación alguna por los serios perjuicios causados a un ciudadano argentino por la destrucción de la colonia Soledad, ni menos por la usurpación de las Islas Malvinas, arrebatadas por los ingleses, en una época en que los gobiernos hacían imprudente alarde de las ventajas materiales de la fuerza, en un momento dado.
Debemos creer que eso se deba a la indiferencia de nuestros gobiernos, o a las débiles gestiones con que se han presentado ante los gabinetes extranjeros. Absorbidos por los intereses transitorios de la política interna, nuestros gobiernos no han pensado en velar por los altos intereses de la Nación Argentina, más allá del círculo estrecho en que se han agitado estérilmente los círculos tradicionales. Nos hallamos felizmente en una situación nueva y especial.
Los últimos treinta años han marcado la serie de grandes progresos morales y materiales. Ya no es el alarde de la fuerza, el que apoya una gestión cualquiera en el mundo diplomático. Los gobiernos han comprendido ya que no hay otra fuerza legítima y respetable que la fuerza del derecho y de la justicia; que el abuso no se legitima jamás, e imprime siempre un sello odioso sobre la frente de los que lo consuman.
La historia y la moral les han enseñado que tarde o temprano se expía el atentado cometido a nombre de la fuerza, porque los que hoy se prevalen de la inferioridad relativa, hallarán mañana otro poder más fuerte, que utilizará en su ventaja la lección que se desprende de un acto depresivo y criminal.
En los tiempos contemporáneos tenemos ejemplos elocuentes de esa verdad. Austria devolviendo el Véneto a la Italia, después de haber experimentado el fusil de aguja; Francia desprendiéndose de México ante la actitud de los Estados Unidos; España abandonando las islas del Perú, ante la explosión del sentimiento americano, son hechos recientes que confirman la saludable revolución de las ideas de moral y de justicia, que se opera en el mundo.
Gobiernos ningunos en los últimos tiempos han llevado más adelante ese respeto por la opinión universal, que los gobiernos de Estados Unidos y de Inglaterra, y son los gobiernos más fuertes del mundo. La época lejana de ilusorias conquistas pasó y los americanos y los ingleses son hoy los primeros en condenar los atentados que se consumaron en otro tiempo a la sombra de sus banderas. ¿Cómo no esperar entonces que los Estados Unidos y la Inglaterra se apresuren a dar testimonio de su respeto al derecho de la Nación Argentina, reparando los perjuicios inferidos, devolviendo a su legítimo soberano el territorio usurpado?
Entendemos que la administración del General Mitre se preocupó de esta cuestión y envió instrucciones al ministro argentino en Washington, que lo era el señor Sarmiento, para iniciar una justa reclamación por la destrucción de la colonia y el abandono a que esto dio lugar. Parece que el señor Sarmiento no reputó bastante explícitas las instrucciones, aunque apoyó resueltamente el derecho de entablar aquella reclamación.
Entre tanto, deber es muy sagrado de la Nación Argentina, velar por la honra de su nombre, por la integridad de su territorio y por los intereses de los argentinos. Esos derechos no se prescriben jamás.”

La historia del ejercicio de la soberanía por parte del pueblo argentino sobre las Islas Malvinas, está plagada de anecdotarios e imprecisiones que será tarea pendiente reconstruir e intentar establecer en forma concreta.
Más que de rigor histórico, tal necesidad obedece al carácter político de nuestros derechos soberanos. Los huecos mencionados tiene correlato asimismo para con nuestros derechos sobre el territorio antártico y sobre nuestra patagonia.
Con Inglaterra a la cabeza, hace más de dos siglos que bajo distintas estrategias que van desde la invasión militar, las artimañas diplomáticas, los cipayos con cargo institucional en nuestro país, y la propaganda periodística, no han hecho otra cosa más que horadar nuestros legítimos derechos.
Tomamos el desafío de contar la historia para los tiempos que vienen.

Fuente: Revisionistas de Gral. San Martín (Dr. Julio R. Otaño) / El Historiador / Revisionistas

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