La producción de peras y manzanas mira estupefacta como nuevamente, puede generarse un descalabro sobre la actividad de la cadena. En un contexto donde a pesar de los costos, los precios parecían ser favorables para los productores, con las medidas comunicadas por el Ejecutivo, esa mejora está desapareciendo del horizonte inmediato.
Redacción
La cuestión de los aumentos de los derechos de exportación – “retenciones” – y del restablecimiento de los mismos para las denominadas economías regionales, es un trago que los productores no terminan de pasar – máxime entre los que votaron a la nueva gestión -. Las quejas son generales.
Los pequeños productores de pera y manzana fueron contundentes: si ponen las retenciones al 15%, “nos sacan el 50% del precio de la fruta puesta en tranquera”.
La explicación es simple y puede trasladarse a los demás sectores productivos. Los que pagan los derechos de exportación, son justamente las firmas exportadoras. En el caso de la pera y la manzana de la Patagonia norte, sería un impuesto que debería recaer sobre las cajas de fruta que efectivamente se embarcan. Es decir, el “producto final” que despacha Argentina.
Pero la cadena tiene varios eslabones previos: el productor propiamente dicho que tiene las plantas en su chacra, los empacadores, las plantas de frío, las procesadoras industriales para el caso de lo que no es fruta fresca, y todo el sistema integrado de trasporte y maniobra en las diferentes etapas internas de la cadena.
¿Qué sucede? Todos los eslabones de la “tranquera para afuera”, le van descontando al productor lo que luego se transformará en “retenciones” en la dinámica del “palo de gallinero”. El productor es la base de la pirámide (que a su vez contrata personal y servicios); pero desde la cúspide le van “comiendo” el equivalente al impuesto que no le corresponde pagar.
¿El productor paga las retenciones? No directamente; pero sí desde el precio que “el mercado” le fija a su producción. Cuando se analizan los costos y márgenes, los productores tienen las retenciones “adentro” además de todos los demás tributos que le corresponden pagar (Ingresos Brutos provinciales, tasas municipales, cargas sociales, etc.).
Además, hay un factor adicional: el productor entrega la fruta, pero la cobra en un plazo que va de los 60 a 180 días. Por lo tanto, incluso con el mejor dólar disponible, en el actual periodo de desregulación masiva no para de perder dinero, o directamente, trabajar gratis.
El resto de los aspectos negativos para el sector son comunes a las otras actividades. Es decir, dólar a $800 con retenciones indirectas del 15%, equivale a un dólar a 740. Pero además enfrenta el costo de los insumos importados, que de arranque tiene un tipo de cambio de $ 960 para el que es importador directo. Si entre el productor y el que vende los insumos existen intermediarios, indirectamente el costo aumenta.
A esto súmenle: paritarias, energía, combustibles, servicios generales, y aumento de impuestos provinciales y tasas que seguramente vendrán a partir de marzo.
El panorama por lo tanto, de alentador tiene poco. No se descarta que se limitan las exportaciones atento a que puede que los productores desistan directamente a realizar la cosecha como ya ocurrió en temporadas anteriores.
Además, queda otro aspecto a mencionar. Desde el gobierno de Río negro, si bien manifestaron la preocupación y que “acompañarían a los productores”, hay riesgos de que algunos subsidios y aportes dejen de hacerse o bajen su incidencia como ser los seguros y subsidios antigranizo, plagas y bonificación un porcentaje de los insumos directos como puede ser el combustible.
Fuente: Gobierno de Río Negro / Más Producción / Archivo Chasqui Federal