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Biodiesel: el ejemplo de lo que no debe pasar en Argentina

Sin caer en los lamentos que implica la alta primarización de la matriz productiva de nuestro país, podemos analizar el comportamiento interno de las distintas cadenas y sectores de la economía. Si ponemos la lupa en el biodiesel, comprenderemos la dimensión de la estrangulación permanente hacia la industria nacional.

Redacción

Por más que el Gobierno Nacional a través de la Secretaría de Energía (SEN) lo ningunee, el desabastecimiento de combustible es un factor de preponderancia desde hace 40 días en las provincias al margen de la región núcleo. Este panorama, golpea de lleno a la cadena del biodiesel fundamentalmente en NOA y NEA

Las tres cámaras que agrupan a las pymes de biodiesel, CEPREB, CASFER y CAPBA, le enviaron una carta a la SEN, advirtiendo que el sector quedará paralizado si no hay respuestas concretas a un pliego de reclamos que vienen sosteniendo desde la campaña anterior. El 75% de las empresas productoras de biodiesel pararon sus producciones durante septiembre, y las restantes continúan trabajando al 20% de su capacidad instalada esperando respuestas en breve.

Según lo relevado, el sector está compuesto por cerca de 30 pequeñas y medianas empresas productoras, las cuales nuclean a 10 mil trabajadores entre puestos directos e indirectos. La crisis del sector, está asociada a la de los combustibles de origen fósil como el gasoil. Si bien la materia prima es el aceite de soja, el producto final de mezcla con aquel en función de los cortes establecidos por la reglamentación que establece la SEN (7,5% por litro de gasoil), y que mantiene los precios congelados desde agosto.

Los reclamos del sector se concentran en tres ejes puntuales. En primer lugar, el costo excesivo de las primas que establecen las principales aceiteras. Es decir, COFCO, Bunge, Dreyfus, Aceitera General Dehesa (AGD), Cargill, ADM, Molinos, Agricultores Federados Argentinos (AFA) y Viterra. Tales primas, históricamente, siempre han estado entre el 10 y 15% por encima del costo de exportación.

Según las cámaras, el precio que reciben las aceiteras descontadas las retenciones ronda los 700 dólares la tonelada. Pero, al mercado interno, estas mismas comercializan la misma tonelada a 940 o 950 dólares. Es decir, un 30 a 35% más caro, sin contar los fletes internos entre la planta aceitera y la fábrica de biodiesel.

Esto último, no es un factor menor. El último acuerdo de transporte carretero laudado por la cartera nacional, estableció un parámetro de $ 6,662.50 por tonelada transportada cada 100 kilómetros. Haga la conversión a dólares con la cotización que usted desee y añada la suma a la ecuación de costos. El panorama da por debajo de los puntos de equilibrio del sector.

El segundo eje tiene que ver con el precio congelado desde agosto. Las cámaras piden un incremento del 15%. Según la reglamentación emitida por la SEN el pasado 23 de agosto – días después de la devaluación -, el último incremento otorgado fue de un 20%; es decir, 434.000 pesos por tonelada. Esa cotización ya estaba “atrasada” al momento de la última adecuación.

Pero además, el sector también sufre – como casi todas las cadenas productivas transformadoras de materias primas y subproductos -, los efectos especulatorios de los pagos diferidos. Y aquí está el tercer eje del reclamo.

Hoy, una empresa de biosiedel compra el aceite a las fábricas mencionadas anteriormente a un precio en dólares según la cotización oficial. Luego de transformarlo en biodiesel, lo vende a las petroleras a un precio determinado en pesos, que estas últimas pagan a los 40 días. En criollo, el aceite vendido hoy por la pyme, cuyo costo de producción tiene una alta composición en dólares, será cobrado la última semana de noviembre en pesos.

Imagine el coctel: 12% de tasa de inflación promedio mensual oficial; más la devaluación real del peso contra el dólar del 5% a nivel mensual; más la cotización de la moneda norteamericana en sí misma; es una ecuación imposible de afrontar en forma sustentable para un sector con un enorme potencial, pero con escaso margen de maniobra.

El sector exige ala SEN que establezca a las petroleras la obligación de pago a las 24 horas. Es decir, de diferir los pagos 40 días a uno.

Un escenario más que complejo, teniendo en cuenta que aguas arriba (los proveedores de aceite) y aguas abajo (las petroleras), la cadena del biodiesel sufre de extrema concentración y abusos de posiciones dominantes.

Fuente: SEN / B.O. / AgendAr

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