Comenzaron las especulaciones por el valor de los arriendos

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Comenzaron las especulaciones por el valor de los arriendos

De aquí un par de meses se deben consolidar los contratos 2022 – 2023, y los análisis no paran de multiplicarse. A ciencia cierta, lo único concreto es el rendimiento potencial de los campos según la región. Por lo demás, más allá de los postulados científicos, al no existir un Estado que regule la actividad, los precios finales dependen de las cotizaciones de los mercados futuros.

Redacción

Los factores que se más se analizan por estas semanas para los arriendos destinados a cultivos son: primero, el resultado final de la cosecha gruesa (maíz, soja, girasol), luego de las altas temperaturas promedio, la sequía, los rindes definitivos y la cotización internacional. Esos factores permiten inferir, con cuánto dinero contarán los productores para la próxima campaña.

Segundo, los denominados márgenes brutos por hectárea (precio de venta menos los costos, sin contar los impuestos, tasas y aranceles). La inquietud aquí, no radica en la cotización de los principales commodities (soja, maíz, trigo y girasol); las mismas son relativamente altas y estables. El problema está en el significativo aumento de los costos. Al estar la mayoría de los costos dolarizados, sea porque dependen de la importación o porque la actividad se presupuesta en función de la divisa norteamericana, se vislumbra un escenario de alta suba de precios para los agroquímicos en general. Por lo tanto, se espera, que el margen mencionado sea menor respecto que la anterior campaña.

Un tercer factor es la propia especulación para cubrirse de la devaluación del peso. “Largar los pesos” y hacerlos maíz, soja, carne o leche es una manera que se instrumenta para o bien multiplicar el dinero; o si va mal, “no perder tanta plata en dólares”.

Los campos de mejor calidad son siempre los primeros en arrendarse para asegurar superficie, potencial, precio y consolidar costos. Los modalidades de los contratos son variables, dependen de lo mencionado más arriba, de la localización de los campos, y de qué se va a producir en el mismo.

Lo usual en el caso de los cultivos, es pactar a quintales fijos por hectárea. La cantidad de quintales varía según la calidad y potencial de los campos. En Córdoba, por ejemplo, durante la pasada campaña, se había fijado un promedio de 11,5 quintales por hectárea (1.150 kg/ha o 1,15 tn/ha). Otros incluyen una derivación denominada mixta, donde fijan un porcentaje de acuerdo al rinde promedio; más un adicional en caso de mayor productividad.

Para el caso de los arriendos en zonas tamberas, generalmente se pactan en el equivalente al precio de 100 a 110 litros de leche por hectárea.

Con la producción de vacunos para la industria cárnica, la variante está si es cría por pastoreo o feed-lot. Para el primer caso, se factura el equivalente en pesos al valor de entre 60 a 100 kilos vivos, que es el promedio de peso que gana cada vaca por año en campo. Para el caso de la cría en corral, el valor del kilo vivo está atado al precio del maíz: se necesitan 10 kilos de ese cereal para hacer un kilo de carne. Entonces para el primer caso, el kilo vivo alcanzó los $ 223,85. Para el feedlot, esa suma representó $243 por kilo vivo.

Hay más variantes en el mundo de los acuerdos arrendatarios, pero aquí hay un panorama para poder entender la actividad. Los precios y las condiciones contractuales, varían por la calidad y localización de los campos, pero también por el grado relativo de integración que cada productor tenga hacia adentro de las cadenas de valor agropecuario.

Fuentes: Agroclave / Mercado Central

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