El desarrollo espacial argentino: una actividad poco difundida

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El desarrollo espacial argentino: una actividad poco difundida

El desarrollo en materia de tecnología en Argentina alcanza los mejores estándares mundiales. Es así que nuestro país fabrica en forma integral, los elementos de la cadena de valor en materia nuclear. Pero también posee una amplia tradición en investigación, fabricación y ensayo en materia espacial. Aquí, un resumen.

Redacción

El desarrollo de la industria espacial argentina comenzó como política de Estado durante la década del 60 con la creación de la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE) y el Instituto de Investigaciones Aeronáuticas y Espaciales (IIAE). Con estas instituciones se logró formar personal especializado y sentar las bases de una actividad, que fue incrementando en distintas instituciones de investigación, universidades nacionales, así como empresas privadas.

Entre las primeras incursiones, la Argentina, realizó vuelos suborbitales con un ratón (Belisario) en 1967 y con un mono (Juan) en 1969, que fueron recuperados en paracaídas. Más tarde, se lanzaron también cohetes de sondeo desde la Antártida Argentina y se realizaron colaboraciones con la CNES, lanzamientos con el Instituto Max Planck de Alemania Federal y con la NASA desde la base de Wallops Island.
Entre 1979 y 1984 la CNIE desarrolló diversos proyectos relacionados con el uso pacífico del espacio: lanzamiento de globos de observación, lucha antigranizo en la zona cuyana mediante cohetes que colisionaban con las nubes, teleobservación e interpretación de imágenes satelitales, incluso un proyecto de desarrollo de energía solar, entre otros. La CNIE tenía una nutrida cooperación internacional con varios países, entre ellos, Alemania, Francia, los Estados Unidos y Brasil.
Lamentablemente, las restricciones internacionales en materia de ciencia y tecnología que la comunidad internacional impuso contra nuestro país luego de la Guerra de Malvinas, limitó la investigación y desarrollo en materia de cohetería; como así también la cooperación entre naciones en torno a la actividad espacial.
Sin embargo, a mediados de 1980 se creó la maestría en Tecnología Aeroespacial, donde pudieron formarse gran parte de los ingenieros que en la década siguiente desarrollaron la actividad espacial en la Argentina. Asimismo, ese mismo cuerpo de profesionales constituyó a la formación del personal de INVAP en temas espaciales. Dicha empresa estatal, radicada en la ciudad de Bariloche, sería la contratista principal y encargada de la construcción de satélites dentro del plan nacional.
En 1991, la CNIE pasó a depender de Presidencia de la Nación. En ese contexto comenzó a llevarse adelante el plan satelital argentino de estos últimos 30 años, comenzando con el SAC-B, lanzado en 1996. Fue un satélite de 190kg que sirvió para formar un equipo de profesionales de la CONAE y de INVAP que adquirieron la capacidad de diseñar, analizar y construir satélites nacionales. Si bien el artefacto no pudo ser puesto en órbita porque el cohete Pegasus XL – con el que fue lanzado – no pudo desprender el satélite de su tercera etapa, pero se generó el antecedente en materia industrial.
Posteriormente, se desarrolló el SAC-A fue un satélite de 68 kg donde se probaron diversos sistemas, entre ellos un GPS diferencial, con el cual se podía obtener la ubicación y la orientación de un cuerpo en el espacio. Luego en el año 2000, el SAC-C de casi media tonelada, fue el primero de observación de la Tierra y permaneció en órbita durante 13 años. Sus imágenes de la Argentina fueron utilizadas por muchos proyectos nacionales y a pedido de la NASA formó parte de la Constelación Matutina de satélites de observación terrestre.
En el caso más reciente, el desarrollo del SAC-D, es un un satélite de 1600 kg, portaba -entre otros experimentos- el Aquarius de la NASA que midió la salinidad del mar para entender, en mayor profundidad, el fenómeno del cambio climático. Portaba también varios experimentos tecnológicos nacionales e internacionales.

Por otra parte, e intentando recuperar la senda de la investigación en cohetería, con sus sistemas de navegación, guiado y control. A tal fin, se desarrollaron en el país acelerómetros con el IUA (Córdoba), giróscopos de fibra óptica con el CIOP (UNLP-Conicet) y un GPS de uso espacial con el LEICI (UNLP). Estos desarrollos nacionales fueron probados en vuelo como cargas tecnológicas en la misión satelital SAC-D.
Por último, durante la segunda década del primer milenio, pudo desarrollarse y lanzarse el primer CUBESat argentino: el Capitán Beto.
El trabajo aplicado en los últimos 30 años permitió que Argentina pueda desarrollar en forma soberana tecnología espacial y a conveniencia de los intereses nacionales. Así lo demuestran las series de satélites científicos, de observación y de comunicaciones – SAC, SAOCOM y ARSAT -. Poder concretar el avance nacional en materia de cohetería, nos permitiría como país independizarnos de tener que pagar lanzamientos a otros países.

Fuente: Télam

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