Tanto los informes gubernamentales como los privados coinciden en que la precariedad laboral va ganado terreno. Por el momento, el caso español tras la entrada en vigencia de la nueva normativa laboral, sirve de ejemplo para las tendencias globales que se viene: trabajo parcial, tarea total y discontinuo en el tiempo.
Redacción
Los organismo estadísticos de España revelan que la generación de empleo formal comenzó a descender en lo previo al verano europeo, y dicha tendencia continuó prolongandose en lo que va del tercer trimestre. De hecho, ya se admite un “estancamiento” coherente con “con otros indicadores de la economía», como sucede con los datos intertrimestrales del Producto Bruto Interno (PBI).
Según la Encuesta de Población Activa publicada en julio pasado, tanto el Gobierno ibérico como el Banco de España advirtieron de una tendencia más negativa de lo que daban a entender unos registros inéditos desde 2008. La vicepresidenta Yolanda Díaz admitió “ciertas incertidumbres en el mercado de trabajo” llamó a la prudencia y prometió el respaldo del Estado a los trabajadores afectados.
Su colega en Seguridad Social, José Luis Escrivá, admitió que esperaban que el empleo se ralentizara porque “no era sostenible este crecimiento”. Es decir, que la recuperación del empleo post pandemia ha tocado techo; y también ha cambiado la condición dado el nuevo marco de reformas laborales que implementó el gobierno de centro izquierda a partir del pasado 1° de enero.
Según los informes oficiales y las fuentes consultadas, el estancamiento no se da solo en cuanto al volumen de trabajadores contratados sino en la calidad del empleo que se genera. La reforma, si bien disminuyó los contratos a término, provocó por sus características de implementación, que los vínculos laborales indefinidos duren menos tiempo, o sean discontinuos. Es decir, entran en una dinámica que a la larga, llevan a la precariedad del vínculo laboral en perjuicio del trabajador.
En resumen, España se apresta a transitar un período de fragilidad social, que de no ser revertido debidamente, establecerá una atmósfera y una práctica de endeblez y debilidad permanente para quién permanezca en relación de dependencia. Estas situaciones se ven más claramente en las actividades que brindan servicios; y no tanto así en el sector logístico o industrial.
Hay un factor que atraviesa a todo el planeta: entrenar un trabajador industrial y que obtenga calificación, requiere un periodo que luego el empresario recupera a partir de la permanencia del operario en su puesto. No ocurre lo mismo en el mundo de los servicios, a menos que sea personal técnico o jerárquico.
Se sabe asimismo, que las economías de aquellos países que no poseen un entramado industrial consolidado y equivalentemente distribuido en su territorio, corren los riegos propios de la concentración regional: la capacidad instalada tiene su tope, y el sector servicios se incrementa en volumen. Es allí donde cuando las cosas comienzan a ir mal, los trabajadores son los primeros en padecerlo.
Que España detente un gobierno de centro izquierda, no es garantía para las políticas de reforma no se apliquen. La península ya está en el baile. Que sirva de parámetro y advertencia para el resto de mundo. Especialmente para América y para nuestro país.
Fuente: Gobierno de España / El Mundo
1 Comment
El mundo laboral viene perdiendo puestos y calidad, a partir de la década del 80 del siglo anterior, al menos es lo que sucedió en nuestro país; Argentina. Los sindicatos mantuvieron y aun mantienen un llamativo estatus quo en relación a la defensa del sector. Porque los jerarcas de cada sindicato y en especial de las Centrales Obreras, se transformaron en EMPRESARIOS, ergo defender a sus afiliados no conviene. Por otra parte, el sistema económico en general es más de excluir que de incluir mano de obra, por diferentes motivos, ej. Crecimiento del trabajo en negro – monotributistas o independientes- cierre o quiebra de fuentes de trabajo, disminución de la actividadcomercial e industrial e incluso, aguda recesión económica. Todo este compost produjo la pérdida de la cultura del esfuerzo productivo. Las reformas laborales, aún rechazando la precariedad que aumenta no podrá ser detenida por el sector afectado; ya que, las actuales circunstancias dictan la declinación de expectativas laborales.