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Evasión, recaudación, resignación: la informalidad es parte del sistema económico

Desde la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), están programando y proponiendo diferentes mecanismos para ordenar la recaudación, atender los inconvenientes que genera la economía informal, y obtener más dinero para paliar el déficit.

Redacción

Encabezando la AFIP, Mercedes Marcó del Pont, adelantó que en 2022, su gestión intentará “profundizar el trabajo en materia de fiscalización y control sobre los sectores de mayor capacidad contributiva”. La funcionaria indicó que el organismo recaudador tiene en marcha un Plan Estratégico cuyo objetivo es evitar que se siga “erosionando” la base imponible. Es decir, que el cobro de impuestos recaiga siempre sobre el mismo sector y no atienda la evasión.

Por ejemplo, luego de dos décadas de poseer la posibilidad tecnológica de realizarlo, AFIP implementó herramientas para control geográfico vía satelital y la implementación de inteligencia artificial para observar actividades de grandes contribuyentes. Así, mientras el ministro Guzmán sigue afinando el lápiz para mejorar los ingresos tributarios sin tener que recurrir a la suba de las alícuotas de los impuestos.

Mientras el Gobierno impulsa medidas para evitar maniobras de evasión fiscal, desde empresas privadas indican que con regularizar una porción de la economía informal, AFIP, podría generar ingresos por 14.400 millones de dólares. Según se informó, dichas conclusiones se desprenden de el análisis de la situación del país en relación al Producto Bruto Interno (PBI).

La empresa Grupo GNP, estima que un 40% del movimiento económico argentino está en el sector informal. Es decir, que no tributa impuesto alguno o practica evasión en la mayor proporción de su actividad.

Lo curioso es que aparentemente, en su análisis incorporan al PBI lo facturado informalmente por la economía; y al mismo tiempo – explicando dónde se puede poner el ojo fiscal – que la actividad capitalista, tiene como parámetro que un promedio del 33% del total de la facturación corresponde a las ganancias de las empresas.

Según las estadísticas oficiales, el PBI argentino es de 480 mil millones de dólares. Salvo por la porción de facturación que le corresponde al propio Estado, el resto es generado por la actividad privada. Por lo tanto, la estimación y registro de todas las operaciones de compra-venta durante un año que determinan el PBI, se construye a partir de los tributos. Nadie va a mostrar una factura de algo, si no hay impuestos pagos de por medio.

De esta manera, si el sector informal está “dentro” del cálculo PBI, lo que ocurre en Argentina es una aceptación resignada de que la informalidad mueve el sistema, garantizando la rentabilidad a los sectores de mayor poder.

Si esto no es así, entonces, existe una “economía real” cuyo PBI asciende a casi 675.000 millones de dólares. Algo más de 14.700 dólares por habitante. O $ 3.125.000 anuales para cada argentino; y multiplique por cuatro para determinar el ingreso familiar promedio anual.

Le vamos a preguntar a un tributarista para que aclare cómo se hacen las cuentas. El ejercicio del párrafo anterior, tiene que ver con poner sobre la mesa cómo serían los números argentinos para poder determinar lo que nos pasa.

Si en el cálculo del PBI se incluye la actividad informal de un 40%, es evidente que hay (y hubo) una resignación de la clase política de financiar la rentabilidad empresaria con planes sociales y evasión fiscal. En cambio, si sólo se toma en cuenta la economía “en blanco”, pero se reconoce que que dos quintos de la actividad económica en Argentina no está registrada, el argumento anterior se incrementa exponencialmente, porque la abundancia argentina en propias manos o fugada al exterior, adquiere características obscenas: hay al menos 192.000 millones de dólares por año que alguien se los queda y nadie sabe dónde están.

Fuente: Mundo Empresarial

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