Las relaciones entre la Unión Europea (UE) y China son complejas y abarcan tanto áreas económicas como políticas o sociales. A lo largo de los años, ambas partes han establecido vínculos significativos, pero también han enfrentado desafíos y tensiones en varios frentes.
Por Pedro Barragán*
La UE y China mantienen una relación comercial significativa, siendo ambos importantes socios comerciales entre sí. China es un mercado importante para los productos manufacturados y de alta tecnología de la UE, mientras que la UE es un destino clave para las exportaciones chinas. Ambas partes se han estado beneficiando de esta interdependencia económica.
La UE y China han venido cooperando en temas globales como el cambio climático, la paz y la seguridad, y el desarrollo sostenible. Ambas partes reconocen la importancia del multilateralismo y trabajan juntas en foros internacionales para abordar desafíos comunes.
Estados Unidos presiona a la Unión Europea contra China
Las presiones de Estados Unidos a Europa han convertido a esta parte del mundo en un elemento auxiliar y subalterno de la guerra más que comercial que Norteamérica ha lanzado contra China para intentar bloquear su desarrollo económico y evitar la pérdida del liderazgo mundial.
Este mes de abril se ha celebrado la cumbre del Consejo de Comercio y Tecnología UE-EEUU (TTC, por sus siglas en inglés), que ha estado marcada por la discusión sobre cómo enfrentar el dominio chino en el mercado tecnológico. De acuerdo con el medio estadounidense Politico, el principal tema de debate no ha sido otro que la forma en que tanto la UE como EE.UU. se enfrentan a China. Frente a la agresividad de Estados Unidos con el país asiático, Europa trata de suavizar las palabras y de mantener su relación económica con China.
La última petición norteamericana para que la empresa holandesa ASML, líder de la producción de equipos de fotolitografía para la industria de los semiconductores, deje de prestar servicios posventa de ciertos productos a los clientes chinos es mucho más que una aberración comercial y alcanza la calificación de un dilema político y diplomático para Europa.
La Unión Europea abraza el proteccionismo y renuncia a los objetivos verdes
La Cámara de Comercio de China ante la UE ha expresado estos días su grave descontento con respecto a las políticas proteccionistas iniciadas por la Comisión Europea (CE), manifestando que «Mientras Europa y la economía global atraviesan una coyuntura crítica, particularmente en medio del imperativo de una transformación verde, pedimos la reducción de las barreras a la inversión, la contratación pública y las operaciones comerciales en la UE. Es imperativo que la UE establezca un marco legal y un entorno de mercado que sea justo, transparente y no discriminatorio hacia las empresas chinas».
La presión norteamericana unida a la expansión económica china en las nuevas áreas ecológicas de la economía ha provocado una reacción europea totalmente ajena a sus principios políticos y de competencia que, tan solo, conseguirán empujar a la industria europea hacia la pérdida de competitividad.
Si bien es cierto que Europa era hasta 2019 el mayor fabricante de instalaciones de energía eólica y ahora China representa hoy más de la mitad de las turbinas eólicas funcionando en el mundo, no es menos cierto que la penetración de los vehículos chinos en Europa apenas sobrepasa el ocho por ciento mientras que los coches europeos son más del 20 por ciento en China. Por ejemplo, Volkswagen es la marca líder en ventas de coches en China y sus ventas en China son más del cincuenta por ciento de sus ventas mundiales. Es absolutamente anacrónico y fuera de lugar la actual posición europea de forzar el registro de las importaciones de automóviles chinos como primer paso para someterlos a aranceles con carácter retroactivo.
Con sus políticas proteccionistas Europa está renunciando a sus objetivos verdes, limitando la importación de vehículos eléctricos, paneles solares y turbinas eólicas. El plan de la UE de prohibir la venta de automóviles nuevos con motor de combustión interna para 2035 ha encontrado resistencias, fundamentalmente por parte de Alemania, y el desarrollo de la red de instalaciones de recarga de vehículos en ruta se ha ralentizado y pone en riesgo la venta de nuevos vehículos eléctricos. No parece que esta marcha atrás en el camino hacia un futuro verde y con bajas emisiones de carbono, sea el camino adecuado de Europa. El proteccionismo económico lejos de beneficiar a la industria europea la va a relegar a la incompetencia frente a la industria china, máximo en unas circunstancias en las que el cambio a la economía verde es irreversible. Solo el diálogo y la cooperación son caminos razonables para resolver las diferencias entre Europa y China.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha lanzado una investigación contra China por subvenciones ilegales a los vehículos eléctricos. De acuerdo con las declaraciones oficiales de Bruselas, China estaría distorsionando los mercados mundiales manteniendo los precios de los coches eléctricos artificialmente bajos mediante ayudas públicas.
En realidad, la Unión Europea está disfrazando un posible establecimiento de barreras arancelarias contra la industria china del automóvil de supuesto “comercio justo” cuando en realidad están motivadas por las preocupaciones sobre el impacto de esta industria china en el sector tradicional de automóviles europeo propulsados por combustible. Las empresas europeas han invertido mucho en la tecnología centrada en los motores de combustión interna y se han quedado atrás en la revolución de los vehículos eléctricos.
Ahondando en la situación, es Europa quien está aplicando subvenciones a los vehículos eléctricos y no China. Citemos, por ejemplo, el «Plan Industrial del Pacto Verde» de la UE que relaja la regulación de los subsidios industriales, y la «Ley de Industria Verde» del gobierno francés con exenciones fiscales a los fabricantes del 20 al 45 por ciento.
Frente a los frenos europeos, el desarrollo de la industria china de vehículos eléctricos está haciendo una contribución significativa a los esfuerzos globales para abordar el cambio climático y la transición hacia un mundo verde y con bajas emisiones de carbono.
La teoría del “exceso de capacidad” para justificar el proteccionismo
La teoría del «exceso de capacidad» viene de Estados Unidos y Europa la utiliza para justificar su proteccionismo. Esta teoría pretende justificar que el bajo precio de los coches chinos proviene de un supuesto exceso de capacidad en China en lugar de ser el resultado de la impresionante innovación de las empresas chinas, de la eficiencia de la cadena de suministro industrial en ese país y de la libre competencia existente en el mercado chino entre todas las empresas automovilísticas mundiales. China no tiene un exceso de capacidad, es el mayor exportador mundial de automóviles desde el año pasado. Uno de cada tres coches nuevos que se venden en el mundo se venden en China. Además en China se venden más automóviles que en Estados Unidos y Europa juntos y mientras los mercados automovilísticos occidentales tienen tasas de crecimiento negativas, las ventas en China no paran de crecer. De los 860 vehículos por cada 1.000 habitantes en Estados Unidos en 2020, o los 600 a 750 vehículos por cada 1.000 habitantes en Italia, España, Alemania, Francia, etc., en China tan solo, en ese mismo año 2020 último con información completa, había 225 vehículos por cada 1.000 habitantes. China seguirá siendo el mayor mercado mundial de automóviles durante unos cuantos años y aún le falta capacidad para atender a la demanda embolsada.
No hay exceso de capacidad en la producción de vehículos eléctricos en China sino una fuerte competencia entre productores de diferentes países (Tesla, BYD, etc.), en un mercado en fuerte expansión donde continuamente entran nuevos protagonistas (caso del espectacular lanzamiento del nuevo coche de Xiaomi) que fuerzan la competencia y obligan a los fabricantes a ajustar los costes y a mejorar sus productos.
Por otra parte, no deja de ser chocante que Europa se adhiera a la teoría del “exceso de capacidad” lanzada por Estados Unidos, ya que esta teoría invalida la previa teoría de las subvenciones. Sería ridículo que un país con un problema de exceso de capacidad en un sector industrial estuviese subvencionándolo y agrandando el problema. Son simples escusas y argumentos publicitarios contra China para justificar las medidas que Occidente está adoptando totalmente contrarias a las reglas internacionales y a todos los acuerdos existentes en la Organización Mundial del Comercio y el resto de organismos. Es simplemente proteccionismo económico basado en argumentos geopolíticos que pretenden evitar el sorpasso económico de China sobre Estados Unidos.
Que pena que Europa se inmole en esta batalla perdida norteamericana.
*Artículo publicado inicialmente en China información y economía.
Fuente: Rebelión