El organismo asegura en un informe oficial, que Nuestra América es la región más cara del mundo para alimentarse. Habla de más de 130 millones de indigentes; que el 50% de los caribeños están en esa condición; y propone la proliferación de escuelas comedor/merendero para todo el continente.
Redacción
Acceder a una dieta saludable en América Latina y el Caribe cuesta en promedio U$S 3,89 diarios por persona. Algo así como 1.215 pesos argentinos al cambio “real”. Según la FAO – dependencia de la ONU dedicada a la Alimentación y la Agricultura -, la región es la más cara del planeta para comer saludable.
Los datos fueron publicados en el informe titulado “Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional 2022”, del mencionado organismo de Naciones Unidas (ONU) dedicado a la alimentación y la agricultura.
El texto asegura también que el promedio mundial para una dieta saludable, es de U$S 3,54 diarios por persona ($ 1,105 argentinos). Como consecuencia de esa diferencia, FAO afirma que más de la mitad de los habitantes del Caribe, y el 20% de la población de América del Sur posee alimentación insuficiente. Es decir, 131 millones de personas.
Debe tenerse en cuente un dato importante que el documento no aclara: el parámetro de cálculo está basado en una canasta de alimentos, que de poder cubrir, la persona o las familias no serían “indigentes”. El ingreso, para no ser “pobre”, al igual que sucede con los documentos que divulga INDEC en Argentina, suele duplicar o triplicar los montos mínimos en dinero. Por lo tanto y con criterio argentino, si en Nuestra América se asume desde Naciones Unidas la existencia de más de 130 millones de indigentes, la pobreza alcanza a 300 millones de hermanos en todo el continente.
La FAO, se atiene a lamentarse por la situación. También recomienda la puesta en práctica de políticas públicas. Por ejemplo: crear incentivos para diversificar la producción de alimentos nutritivos por parte de la agricultura familiar y productores de pequeña escala. También sugiere medidas para transparentar los precios de alimentos en los mercados y el comercio y la mejora de menús escolares.
Es decir, impulsa que los pequeños agricultores sean pisoteados por las estructuras absolutamente monopólicas que producen, distribuyen y comercializan los alimentos en Nuestra América. Aconseja también, programas de listas de precios “transparentes” (un “Precios Justos” continental), negociados con los mismos monopolios. Finalmente, transformar a todas las escuelas del continente en comedores y merenderos.
La verdad, la ONU, la FAO; y ya que estamos la OEA, son despreciables. Pero aquí, el superministro casi Presidente, aplicó el paquete enterito.
Fuentes: FAO / El Desconcierto / La Jornada