La población inmigrante nacida en el extranjero creció en Estados Unidos más de 15 por ciento en los últimos 12 años, y es la fuerza laboral de estos 32,5 millones de trabajadores, generalmente latinoamericanos sobreexplotados, una de las principales causas detrás del fuerte crecimiento económico estadounidense.
Por Mirko C. Trudeau*
En Estados Unidos, un país cuya historia forjaron en buena medida los inmigrantes, el discurso contra los extranjeros que llegan en busca de mejores oportunidades es uno de los caballitos de batalla en los discursos preelectorales. Pero más allá de los discursos sobre la amenaza que suponen los inmigrantes están los estudios que muestran con claridad que estas comunidades benefician a la economía del país en su conjunto y a los bolsillos de los nativos en particular.
«Poblaciones de inmigrantes relativamente grandes muestran mejores resultados que aquellas con porcentajes menores de población inmigrante», señala el informe del Instituto George Bush, que muestra su impacto positivo en áreas que van desde los ingresos hasta el desarrollo cultural y que echa por tierra mitos como que le quitan el trabajo a los locales o hacen que los salarios bajen. Las ciudades con porcentajes altos de inmigrantes son más innovadoras que otras y la contribución de las personas no nacidas en Estados Unidos es alta.
Los estudios revelan que los inmigrantes inventan nuevos productos y reciben patentes en tasas mayores que los nativos. El 27% de los estudiantes de maestrías y doctorados en el área de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas son extranjeros con visas temporales. Los inmigrantes representan un 14% de la población de las metrópolis, pero ocupan el 23% de puestos en ciencia y tecnología.
Los inmigrantes menos capacitados cubren millones de puestos de trabajos esenciales que quedarían vacantes si no estuvieran en áreas como la salud, la industria manufacturera y la construcción. Su importancia en el área sanitaria fue providencial en la pandemia: uno de cada tres trabajos lo cubrieron inmigrantes. Asimismo, han ayudado a «estabilizar» las industrias en el Medio Oeste, subsanando una falta de mano de obra calificada que hubiera obligado a cerrar fábricas.
Y mientras que el creciente número de inmigrantes en EEUU ha causado división entre los políticos de todo el país y se ha convertido en uno de los grandes temas del debate de cara a las elecciones presidenciales, ha avivado la angustia entre un sector de votantes, pero hay un lugar donde casi todos parecen estar optimistas: Wall Street.
Los empresarios, los fondos de inversión están contentos, sobre todo después que la Oficina de Presupuesto del Congreso calculó que la inmigración generará un aumento de siete mil millones de dólares al producto interno bruto durante la próxima década. Traducido: la inmigración es un gran negocio, salvo para quienes migran, claro.
Los economistas de los bancos de inversión son quienes dan cuenta del impulso que los migrantes están dando no solamente a la fuerza laboral y sino también al gasto de los consumidores. El banco de inversión Goldman Sachs Group Inc revisó al alza sus pronósticos de crecimiento económico a corto plazo. JPMorgan Chase & Co. y BNP Paribas SA estuvieron entre los bancos que reconocieron el impacto económico del aumento de la inmigración en las últimas semanas.
“La inmigración no es solo una cuestión con mucha carga social y política, sino también una cuestión macroeconómica importante”, señaló Janet Henry, economista jefe global de HSBC Holdings. Señaló que ninguna economía avanzada se está beneficiando tanto de la inmigración como EEUU y “el impacto de la migración ha sido una parte importante del crecimiento de EEUU durante los últimos dos años”.
Los trabajadores inmigrantes representan aproximadamente uno de cada cinco trabajadores estadounidenses, un récord en datos gubernamentales que se remontan a casi dos décadas. Economistas y autoridades resaltan la conexión entre la mayor afluencia de trabajadores extranjeros y la rápida recuperación pospandémica. El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha afirmado que la inmigración es una de las razones detrás del fuerte crecimiento económico.
Según cifras oficiales, la población nacida en el extranjero ha crecido de manera considerable a lo largo de los últimos 50 años tanto en tamaño como en porcentaje de la población estadounidense. En 1970 era de 9.6 millones (4.7 por ciento) del total de la población y en 2022 estaba calculada en 46.2 millones (13.9 por ciento) del total de la población de Estados Unidos.
Más de la mitad de los inmigrantes en Estados Unidos provienen de Sudamérica y Centroamérica, con cifras que se incrementaron en más de dos millones en los últimos 12 años.
A pesar de haber disminuido en un millón, los nacidos en México siguen siendo el sector más grande de los inmigrantes que viven en Estados Unidos hoy día, con un total de 10 millones 680 mil en 2022, representando una cuarta parte de la población inmigrante total. Los nacidos en México son sólo una parte del total de 36 millones de personas de origen mexicano que viven en el país. También son el mayor grupo de indocumentados que ingresan a EEUU, según el Departamento de Seguridad Interna.
Un 80 por ciento de los nacidos en México han vivido en Estados Unidos desde antes de 2010, aunque unos 2 millones han llegado después de ese año. En los últimos 12 años, el porcentaje de mexicanos que han obtenido la ciudadanía estadounidense se incrementó al punto de que hoy día casi un tercio de los inmigrantes nacidos en México, la mitad de ellos sin mayor educación, son ciudadanos estadounidenses.
El negocio del tráfico de gente
En diciembre del 2013 las autoridades de Estados Unidos comenzaron a advertir que los cárteles de la droga estaban metidos ya en el enorme negocio del tráfico de gente, pero nadie hizo nada para impedirlo. Hoy el negocio es tan grande que representa por lo menos 10.000 millones de dólares anuales.
En aquellas épocas, los migrantes tenían que contratar “coyotes” que los ayudaban a cruzar a Estados Unidos y los guiaban durante su ruta, pero eso cambió. Hoy los migrantes tienen que contratar a los cárteles, porque obviamente, son esos mismos cárteles quienes han tenido ya, por varios años, el control de las rutas mexicanas de acceso a Estados Unidos, señala el diario mexicano El Economista.
En su camino antes de ser detenidos por la patrulla fronteriza, hoy los migrantes son detenidos por los cárteles: en cada parada tienen que mostrar los brazaletes azules, rojos, verdes o amarillos, que le dirán a los contrabandistas que el migrante ya le está pagando a la gente del cartel, cuota que no es por cruzar a Estados Unidos, sino apenas por dejarlos pasar por territorio mexicano hasta la frontera.
Pero el negocio de la inmigración ilegal en Texas genera prósperas cárceles y emplea a prestamistas, usureros y abogados de medio pelo. En 2018 Texas estuvo en el centro del escándalo producido por la política «cero tolerancia» del presidente Donald Trump, que provocó la separación de más de 2.300 niños de sus familias al ingresar al país ilegalmente o pidiendo asilo.
Texas tiene, también, la mayor cantidad de prisiones para inmigrantes. Construido en 1983, el centro de detención en Houston fue la primera prisión privada de la historia moderna de Estados Unidos. Sus dueños, Corrections Corporation of America (CCA), y GEO Group son las dos mayores corporaciones de prisiones en EEUU. Ambas cotizan en Bolsa.
Según el centro de investigación In The Public Interest (INPI), este esquema provoca que el encarcelamiento masivo por delitos menores sea promovido en la esfera privada. Juntas ambas corporaciones, con ganancias de 4.000 millones de dólares en 2017, “invirtieron” más de 10 millones de dólares en candidatos políticos y casi 25 millones en lobby entre 1989 y 2017.
De acuerdo con un estudio del Consejo Nacional de Población de México los migrantes pueden pagar entre 5.000 y 9.600 dólares por su travesía en ese país y otros 2.200 dólares para el cruce de la frontera acompañados de un guía. Los grupos del crimen organizado, a su vez, dependen de su relación con agentes estatales corruptos. Son muy pocos los migrantes que logran hacer el recorrido sin la participación del crimen organizado.
En México, los cárteles de Sinaloa, de Jalisco y los Zetas son los que figuran detrás del tráfico de migrantes. En la mexicana ciudad Juárez, son frecuentes los enfrentamientos entre los Mexicles (brazo armado del cartel de Sinaloa) y la Línea, (del cártel de Juárez), para capturar el manejo de las caravanas migratorias.
En Colombia, el panorama no es muy diferente. Según Jeremy McDermott, director en Colombia de InSight Crime, hay dos organizaciones detrás del tráfico de migrantes en el país: el Tren de Aragua, una megabanda que trata principalmente con migrantes venezolanos, y las autodefensas Gaitanistas o Clan del Golfo.
Lucrativo Tapón del Darién
El selvático Tapón del Darién se ha transformado con rapidez en una de las crisis políticas y humanitarias. Lo que hace unos años era un flujo a cuentagotas ahora se ha convertido en un torrente: más de 360.000 personas ya cruzaron la selva en 2023, según el gobierno de Panamá, superando el récord de 250.000 en 2022.
En respuesta, Estados Unidos, Colombia y Panamá firmaron un acuerdo para “poner fin al movimiento ilícito de personas”. una práctica que “conduce a la muerte y a la explotación de personas vulnerables con ganancias significativas”.
Hoy en día, dichas ganancias son más grandes que nunca: solo en 2023, los líderes locales han recaudado de los migrantes, decenas de millones de dólares en una enorme y sofisticada operación de movimiento humano. “Hay una economía bonita”, dijo Fredy Marín, quien fuera concejal en la municipalidad vecina de Necoclí y que maneja una empresa de lanchas que transporta migrantes en su trayecto a EEUU. Mensualmente traslada a miles de personas y que cobra 40 dólares por persona.
* Economista, politólogo y analista estadounidense, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
Fuente: CLAE