Hace 75 años, el 4 de abril de 1949, se firmó en Washington el llamado Tratado de la Organización del Atlántico Norte: la OTAN. Su nacimiento había estado precedido, menos de un año después del fin de la guerra, por repetidas declaraciones bélicas de Winston Churchill y Harry Truman hacia la Unión Soviética.
Por Fabrizio Poggi
Entre finales de los años 40 y la primera mitad de los 50, EEUU y Gran Bretaña habían desarrollado varios planes para la destrucción (incluso con armas atómicas) de la URSS y su desmembramiento en 20-25 estados títeres. Todo esto había precedido al 4 de abril de 1949; hoy, de 12 miembros hace 75 años, «gracias» a la destrucción de la URSS, la OTAN tiene 32.
Las palabras del primer secretario de esa coalición de guerra, nacida con el objetivo preciso de luchar contra la Unión Soviética, han quedado en los anales del imperialismo euroatlántico: el general británico Lord Lionel Ismay había dicho que la OTAN tenía que servir para «mantener a estadounidenses dentro, sacar los rusos de Europa y poner a los alemanes abajo». Y es por eso que, aún hoy, se hace todo lo posible en Washington para que esa colonia no se aleje demasiado de sus padrinos yanquis e incluso dé vida a su propio ejército.
Esta es la opinión, por ejemplo, del experto militar ruso Viktor Litovkin: Washington nunca permitirá la creación de un ejército europeo. Por esto en los últimos días el presidente de empresa de armamento «Rheinmetall», Armin Papperger, declaró a la prensa: «EEUU no acudirá en ayuda de Europa en caso de una amenaza militar. Aunque en su momento Emmanuel Macron habló de la «muerte cerebral de la OTAN, también es cierto que EEUU pretende descargar una gran parte de sus gastos militares en los países europeos, ‘invitándolos’ a aumentar cada vez más sus presupuestos de guerra»
Sin embargo, esto no significa que los yanquis puedan renunciar a la idea básica de la OTAN: la de mantener a Europa bajo su control. Cada país, al unirse a la alianza, firma un acuerdo con Bruselas, pero en realidad con Washington, y transfiere buena parte de su soberanía a la sede de la OTAN, en cuya cúspide siempre hay un general estadounidense.
Por otro lado, los signos de desacuerdo entre los propios miembros europeos de la OTAN son cada vez más evidentes, especialmente en lo que respecta a las relaciones con Moscú, y sus respectivos intereses nacionales.
Más importante aún, según Ermakov, es que la más que probable consecución de los objetivos fijados por Moscú en Ucrania podría conducir a algo así como una «nueva conferencia de Yalta: una nueva arquitectura de seguridad global».
Y no es seguro que, en un contexto de este tipo, la OTAN pueda sobrevivir. «Creo, dice Ermakov, que la época de las alianzas estructuradas está llegando a su fin. No tienen la flexibilidad necesaria para responder a los desafíos de los tiempos. Por eso los estadounidenses prefieren las alianzas pequeñas».
Mirando la historia de la OTAN, hay que recordar que Joseph Stalin propuso la participación soviética en la creación de la Alianza en Londres y cuando fue rechazada, comprendió el verdadero significado de su creación: «una mina colocada bajo la ONU», dijo Stalin. que todavía no había visto cómo se ha utilizado a la ONU como «justificante» para las aventuras bélicas de EEUU y la OTAN.
Mientras la URSS siguió viva, escribe la «Vita Internazionale», al menos hasta 1991 el bloque militar no participó en las aventuras militares yanquis. «Después del colapso de la URSS y del Pacto de Varsovia, la OTAN quiso a demostrar su fuerza con total impunidad en varias partes del mundo: Irak, Bosnia y Herzegovina, Yugoslavia, Macedonia, Afganistán, Sudán, Libia, Siria, Yemen».
Desde 1949, la OTAN experimento siete «ampliaciones»: en 1952, 1955 y 1982, en las que participaron países de Europa occidental. Pero las «ampliaciones» más significativas ocurrieron después de 1991, con la incorporación de los países de Europa del Este, del antiguo Pacto de Varsovia y las antiguas Repúblicas Soviéticas Bálticas, que tienen una manía revanchista y tradiciones pronazis.
Por último, Suecia y Finlandia ingresaron en la OTAN, llenando así ese «vacío en el bloque» – como lo definió el historiador Aleksej Cichkin hace quince años – que la URSS había logrado preservar durante mucho tiempo. De hecho la propuesta soviética a los países escandinavos de la denominada Zona de Neutralidad del Norte de Europa, hizo que las fronteras noroccidentales de la URSS fueran relativamente seguras.
Georgia y Ucrania «aspiran» a ser miembros: como sabemos, en lo que respecta a la segunda, la cuestión está al menos «abierta».
Hoy en día la OTAN absorbe el 70% de los recursos militares del mundo y cada país miembro debe respetar las normas militares de la organización, impuestas por los estadounidenses ya en 1949: por ejemplo, utilizar calibre único para municiones y proyectiles y un equipamiento homogéneo; esto sin lugar a dudas representan una verdadera bendición para la complejo militar-industrial estadounidense.
En octubre de 2021, la OTAN lanzó un «plan integral de defensa» en caso de un conflicto militar a gran escala con Rusia, con posibilidad de operaciones militares desde el Báltico hasta el Mar Negro, y en enero de 2022 rechazó la propuesta rusa de un acuerdo sobre garantías de seguridad, que excluiría una mayor expansión de la OTAN hacia el este.
Hoy, ante los cada vez más frecuentes tambores de guerra anglonorteamericanos, habría que recordar que ya en los años 1947, 1948 y los primeros meses de 1949, el gobierno soviético había hecho reiterados llamamientos para que se formularan declaraciones conjuntas con el gobierno estadounidense sobre la renuncia al uso de la guerra, con iniciativas comunes encaminadas a un desarme gradual.
En el encuentro directo entre Stalin y Truman todo quedó sin respuesta, al igual que la propuesta hecha por Stalin menos de un mes antes de su muerte, el 17 de febrero de 1952, de Pacto de Paz -EEUU-OTAN con la Unión Soviética.
Para recordar todo esto, reproducimos la respuesta oficial dada por Iosif Stalin a la llamada «Carta Abierta» del Ministro de Asuntos Exteriores británico, del Partido Laborista, Herbert Morrison, que fue publicada en 1951 en la prensa soviética y en la que justificaba la creación de la OTAN y criticaba a la URSS. Aquí está la respuesta de Stalin a esa carta.
“En su declaración, el señor Morrison plantea dos conjuntos de cuestiones: política interior y exterior.
El Ministro Morrison sostiene que el Partido Laborista está a favor de la preservación de la paz, que no amenaza a la Unión Soviética de ninguna manera, que el Pacto del Atlántico Norte es un pacto defensivo y no agresivo, que si Inglaterra está en una carrera armamentista, es sólo porque se vio obligada a hacerlo, ya que después de la II Guerra Mundial la Unión Soviética no desmovilizó suficientemente su ejército.
En todas estas declaraciones del Sr. Morrison no hay ni una pizca de verdad.
Si el gobierno laborista está realmente a favor de la preservación de la paz, entonces ¿por qué rechaza el Pacto de Paz entre las cinco potencias?, ¿por qué se pronuncia contra la reducción de los armamentos y, contra la prohibición de las armas atómicas? ¿Por qué persigue a quienes defienden la causa de la paz? ¿Por qué no prohíbe la propaganda de guerra en Inglaterra?
El Señor Morrison quiere que le tomen su palabra como verdadera. Pero los soviéticos no pueden confiar en su la palabra; Exigen acciones, no declaraciones. (…)
El Señor Morrison sostiene que el Pacto del Atlántico Norte es un pacto defensivo, que no persigue objetivos agresivos y que, por el contrario, está dirigido contra la agresión. Si esto es cierto, ¿por qué entonces los arquitectos de este pacto no propusieron que la Unión Soviética participara en él? ¿Por qué impidieron la participación de la Unión Soviética? ¿Por qué concluyeron el Pacto a espaldas de la URSS y en secreto? (…)
Si el Pacto del Atlántico Norte es un pacto defensivo, ¿por qué los británicos y los estadounidenses no estuvieron de acuerdo con la propuesta del gobierno soviético de discutir la naturaleza de este pacto en el Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores?
Se sabe que el gobierno soviético había propuesto discutir todos los pactos que había concertado con otros países en el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores.
¿Por qué los británicos y los estadounidenses tienen miedo de decir la verdad sobre este pacto y se han negado a discutir el Pacto del Atlántico Norte? ¿No será porque el Pacto del Atlántico Norte contiene cláusulas sobre agresión contra la URSS y los redactores del pacto se ven obligados a ocultarlo a la opinión pública?
¿No es porque el gobierno laborista permitió que Inglaterra se convirtiera en una base aérea militar de los EEUU para el ataque a la Unión Soviética?
Por eso los soviéticos caracterizan el Pacto del Atlántico Norte como un pacto agresivo, dirigido contra la URSS. (…) Por eso los ciudadanos soviéticos juzgan a los actuales políticos anglonorteamericanos como instigadores de una nueva guerra mundial” (Stalin; Pravda, 1 de agosto de 1951).
Fuente: La Haine / El Anti-diplomática / Observatorio Crisis