Las crisis y esas “cositas” de las que tanto se hablan en las ruedas de negocios

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Las crisis y esas “cositas” de las que tanto se hablan en las ruedas de negocios

Crisis* del flete marítimo internacional. Crisis energética mundial. Crisis del trabajo a nivel global. Conmoción mundial por el precio de los alimentos. Y podemos seguir enumerando. Pero en Argentina, la sabemo’ lunga…

Redacción

Hay cosas en el mundo que funcionan macabramente y en la medida que se abren camino van armando su justificación. Resulta que hay cierto marco de referencia ético y moral que entre varias cuestiones, postula que la circulación de mercancías y debe poder realizarse libremente. No importan las consecuencias que eso tenga. Así, en ese ritmo ético y moral arman y desarman países, regiones, pueblos y sistemas productivos.

Hace un par de semanas, se anunció que varias empresas vuelven a radicarse en el país, o bien han resuelto invertir en producción industrial, porque pueden aprovechar el “nearshoring”.  En criollo, tener cerca de las instalaciones de la fábrica, los proveedores de insumos y materias primas necesarias. Eso abarata costos y aumenta la velocidad del ciclo productivo.

Los “expertos” van y vienen con un montón de explicaciones novedosas sobre un fenómeno que es de mero sentido común: si puede fabricar aquí, con proveedores locales de calidad suficiente, es más barato que traer de China. Máxime con el aumento sideral de los costos de los fletes internacionales.

De hecho, un dirigente de la Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires (UIPBA), mencionaba días pasado que hay empresas que hay empresas que han quintuplicado sus exportaciones a países limítrofes por tener haber podido abaratar costos “reemplazando a China y Europa en varios segmentos”. Según su explicación los productos terminados de poco valor pero de consumo masivo generalmente provienen del gigante asiático; mientras que los más caros y mayor calidad, provienen de Europa y están destinados a un consumo de mayor poder adquisitivo.

Lo anterior es absolutamente lógico aunque en Argentina se nota poco. Primero porque el consumo se ha volcado casi exclusivamente a los alimentos; segundo porque nos gustaría poder comprar esos productos de industriales bonaerenses, pero no los encontramos disponibles. La pregunta es: ¿siguen siendo más baratos los productos chinos, o al empresario lo cautiva el fomento de la exportación a expensas de nuestro mercado interno?

El empresario quiere ganar guita. Eso es así. Lo triste pareciera que hay una política de fomento a la exportación de cualquier cosa con tal de que entren dólares, que al mismo tiempo deprime y no para de deprimir nuestro consumo local. Un disparate de macabra perversidad; pero que es alentado por la Cancillería y la Secretaría de Comercio.

Hay toda una camada de artículos y discursos que hacen piruetas en el aire explicando con palabras raras como “nearshoring” (el abastecimiento de insumos en cercanía), o “friendshoring” (abastecimiento desde países amigos), que claman que es posible sustituir importaciones a causa de que tanto el flete como la energía, en el mundo industrial se encareció a tasas superiores a las nuestras. Por lo tanto, sus procesos industriales se encarecieron y sus acuerdos comerciales ya no arrojan la rentabilidad deseada o bien no justifican el esfuerzo industrial.

Entonces, la panacea de sustituir importaciones por parte del Gobierno Nacional y de los empresarios temporalmente aliados, es sustituir importaciones en Chile , Bolivia, Uruguay o Paraguay, y no en Argentina.

Sí, entendió bien. Ese “crecimiento” del que tanto hablan el Presidente Fernández; el superministro casi presidente, Massa; el “nieto ilustre” en función de Canciller, Santiago Cafiero; o el mancebo de Massa en Comercio; obedece a que por ejemplo Bolivia sustituyó algunas importaciones chinas por otras argentinas.  Sin embargo, en Argentina, seguimos comprando a China aquello que al mismo tiempo le vendemos a Bolivia.

Es de locos, ¿no? No; es liberalismo. Y esto está sucediendo con los electrodomésticos; vidrios, cerámicas en general, plásticos, químicos y derivados del papel.

¿Y para nosotros? Nada. Tampoco podrían abastecer nuestro mercado. Los cuatro países hermanos que hemos nombrado, compensan la cuota de mercado que estas empresas nacionales podrían cubrir, incluso en la situación desesperante en la que Argentina se encuentra. Sucede que allá ganan guita desplazando un poquito a los chinos; deprimiendo a los fabricantes locales; o directamente no permitiendo que se desarrollen como sucede en Bolivia.

¿Y quién banca la joda? El pueblo argentino. Cancillería y Comercio impulsan vía acuerdos regionales y bilaterales el fomento hacia este tipo de exportaciones de baja escala, pero suficiente para los mercados limítrofes. El fomento se canaliza por políticas de subsidios o ventajas arancelarias.

Cosas que ni el “nieto ilustre”, ni el mancebo de Massa promueven para nuestro mercado nacional y las industrias locales.

Lo que está claro es que detestan el pueblo que gobiernan y odian el suelo que pisan.

*Nota inspirada en el artículo firmado por Alejandro Rebossio, titulado “Nearshoring, la conveniencia de tener proveedores cerca, asoma en Argentina”; leído días atrás en el portal AgendAr.

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