Argentina y la Unión Europea firmaron un Memorándum de Entendimiento, para mandarles GNL en forma abundante y barata. Con la excusa de cooperar con las “energías limpias”, Europa nos va a limpiar del gas que necesita nuestra industria nacional.
Redacción
Durante lunes y martes tuvo lugar la Cumbre entre la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). En ese marco, tal como anticipamos a comienzos de semana, la mandataria del bloque europeo Ursula Von der Leyen, pasaría a cobrar por las distintas mesas lo recabado en su gira por Nuestra América que tuviera lugar durante el mes de junio.
Así, una de las firmas de acuerdos más resonantes, fue el que suscribió el presidente argentino, Alberto Fernández, que consiste en un Memorándum de Entendimiento (MdE) sobre cooperación en materia de energía entre la Unión Europea y la Argentina. Las bases del mismo, fueron concertadas en pasado 21 de junio en Buenos Aires.
Los argumentos básicos son la intención del bloque europeo en considerar la energía argentina en el marco de la crisis provocada por la guerra en Ucrania; que mágicamente coincide con el interés del Gobierno Nacional de convertirse en un proveedor sustentable y confiable de energía.
Así, en el marco de la “lucha contra el cambio climático” y los objetivos en materia de “energías limpias”, el MdE, convoca a los actores públicos y “privados” a “cooperar” principalmente en las áreas de hidrógeno y sus derivados, las energías renovables y promoción de la eficiencia energética.
Dentro de estos parámetros, la estrella es el Gas Natural Licuado (GNL). Aunque sea un derivado de los hidrocarburos, y además, bueno, barato y abundante, se lo considera un “vector en las transiciones energéticas y la formulación de un plan de utilización de la infraestructura de transporte a fin de acelerar la exportación y el embarque de GNL a la UE”.
En criollo: “Fernández, meté el gancho acá, acá y acá; que te mandamos los barcos y empezamos bombear gas por dos mangos”.
Pero el memorándum también contiene otras “cositas”. Tanto la Unión Europea como nuestro Gobierno, se comprometieron a facilitar las inversiones necesarias para incrementar el comercio de energía. Es decir, obras de infraestructura portuaria, almacenamiento y transporte en nuestro país.
Asimismo, se firmó un compromiso de desarrollar localmente las industrias del hidrógeno, de las energías renovables y de eficiencia energética en los respectivos territorios como parte de las cadenas de valor sustentables. Según la fuente, el objetivo es “garantizar que las futuras inversiones en proyectos o actividades desarrolladas en el marco del MdE cumplan con las respectivas legislaciones ambientales relevantes”.
En criollo: las empresas de la Unión Europea vendrán a prospectar la explotación de recursos energéticos, sin la contraprestación mínima necesaria de inversiones, o la transferencia tecnológica. O bien al menos, contemplar la utilización de los beneficios del intercambio en la proyección industrial del país, que luego de finalizado el periodo del acuerdo, permitiría a la Argentina, ser autosuficiente en materia de energía y proyectar soberanamente la matriz industrial nacional a conveniencia de cara al año 2100.
Nada de eso. Sólo “profundizar la cooperación estratégica con el fin de apoyar la seguridad del abastecimiento de energía, desarrollar tecnologías y proporcionar estándares de mejores prácticas, conocimiento y tecnologías sobre la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y la descarbonización del gas natural”.
Terrible. Si hace falta lo aclaramos: Argentina provee de recursos naturales y Europa pone las condiciones de exploración, explotación, inversión tecnológica y calificación del personal.
Acá en la redacción nos hizo acordar a la época de la instalación de los frigoríficos ingleses. Argentina ponía las vacas, y los británicos ponían precio, condiciones, cantidades, plantas, barcos y plazos.
Fuente: Télam