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Mejor que decir, es hacer

No es vagancia; es sentido práctico. Nuestros maestros nos enseñaron que hay que mirar el mundo pensando en argentino. Podemos discrepar en varias cosas seguramente, pero Gabriel Fernández* mira el mundo de esa forma y lo expresa. Periodísticamente, para esta Redacción, eso es más valioso que reproducir sin filtro los lugares comunes. Pasen y lean.

Redacción

Fuentes Seguras: Mejor que decir, es hacer Por Gabriel Fernández

En un mundo riesgoso, la parquedad de los planteos públicos no debe ocultar la intensidad de las acciones multipolares.

Los espacios multipolares están limitando su discursividad para enfocarse sobre acciones que les faciliten comercio e inversiones. Un repaso por los hechos concretos. La acción mediática sobre propios y ajenos. Quién avanza. La guerra, en equilibrio inestable. El pez y el agua.

Mejor que decir, es hacer. El planeta parece decidido a cumplir esa premisa a lo largo del naciente 2023. Un terreno fértil para quienes se aproximan a los hechos en intento de aprehenderlos en su real dimensión; una pesadilla para aquellos que se orientan a través de declamaciones tan fervientes como suntuosas y tienden a valorar los senderos por luminarias decorativas, sin considerar la firmeza de su traza.

ESCENAS DEL PRESENTE. La cumbre de la Unión Económica Euroasiática (UEE) efectuada recientemente en la capital de Kirguistán congregó a los líderes de Rusia, Vladímir Putin; Armenia, Nikol Pashinyan; Belarús, Alexander Lukashenko; Kazajstán, Kassym-Jomart Tokayev y Sadyr Japarov por la nación anfitriona. Entre todos resolvieron la implementación de un mercado común para el gas, la creación de un consejo de energía y el establecimiento de servicios comunes en el bloque.

Las diez naciones que forman la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) realizaron cónclaves de cancilleres por un lado y de ministros de Defensa por otro, con el objetivo de mejorar las relaciones con China y con la Unión Europea (UE) simultáneamente, así como de ahondar la coordinación de sus medidas de seguridad regional. En las deliberaciones –y en esas decisiones- quedó claro que la caracterización dispuesta un mes atrás por los Estados Unidos para declarar al ASEAN “aliado estratégico”, configura un anhelo unilateral.

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) definió pocas semanas atrás en Buenos Aires que sus integrantes pueden recibir inversiones y respaldo financiero, a la vez que comerciar, con todos los espacios del orbe dejando de lado las presiones norteamericanas para limitar la presencia euroasiática en la zona. También, definieron objetivos de cooperación, con singular realce de los acuerdos entre las dos potencias sureñas, Brasil y la Argentina.

Antes se había reunido la Organización de Cooperación de Shangai (OCS) en Samarcanda. Allí, los países miembros –que contienen la mitad de la población global- delinearon su participación en el tránsito hacia un esquema multipolar. En la práctica, establecieron la creación de mecanismos comerciales para alcanzar la libre circulación de mercancías, capital, servicios y tecnología. En línea, elaboraron acciones para promover la seguridad alimentaria, la seguridad energética, el control ambiental y cadenas de suministro seguras, estables y diversificadas.

Los BRICS también llevaron adelante su encuentro. Fue en Beijing. Resolvieron crear la Asociación para la Nueva Revolución Industrial del BRICS, en el Marco de la Asociación para la Economía Digital. Se trata de una Iniciativa de Cooperación para la Digitalización de la Industria Manufacturera, con el sentido de abrir nuevos canales en fomento de la articulación de las políticas industriales entre las naciones adherentes. Asimismo desplegaron la Alianza de Educación Profesional, con miras a crear una “reserva de talentos” para fortalecer la cooperación BRICS en innovación y emprendimiento.

Mientras, muchos emergentes concretaron numerosos vínculos bilaterales. China con Arabia Saudita, Rusia con Emiratos Arabes Unidos (interesante sintonía), Irán con Turquía, Irán y Rusia, Irán e Irak, Rusia e Irak, Irán y Kazajistán, Rusia y Turquía, Rusia, Irán y Turquía, entre tantas. De varias dimos cuenta en nuestras Fuentes oportunamente. Pero ¿qué pretende quien redacta con este repaso?

LA INTENSIDAD, LA PARQUEDAD. Por un lado, evocar el presente, subrayar ante el lector que todo ese mundo existe y que la difusión persistente de la reafirmación del poderío Occidental sobre el globo se asemeja más a una combinación de deseo y propaganda que a la realidad. Pero sobre todo, caracterizar el signo del tramo corto que integra el mediano plazo: la mayor parte de los citados, con gobiernos de orientación muy diversa, coinciden en articular políticas según las conveniencias de sus territorios, con escasas definiciones ideológicas públicas y gran resto para comerciar con quien sea e invertir –o recibir inversiones- de quien fuere.

Ese es el rasgo presente de la Multipolaridad. Ese es el punto en el cual es posible hallar la distancia con su predecesor, el Movimiento de los No Alineados (NOAL) aunque en varias regiones se preserve un lugar para su espíritu. La cuestión no es ya decir a los Estados Unidos que son un imperio y un tigre de papel, sino simplemente operar por fuera de sus exigencias. En todos los casos, cuando la presión del bloque anglosajón eleva su densidad, se le dice que sí, que se van a profundizar las sanciones contra Rusia, que se van a limitar los intercambios con China, que se va a rechazar toda ligazón con Irán. Se le hace escuchar lo que el Norte quiere, y se hace lo que cada protagonista necesita.

De la epidermis discursiva de este tercerismo de facto y de la grandilocuencia del decir lanzado desde los países desterritorializados por el gran capital financiero y sus órganos belicistas surgen los dislates de los medios concentrados acerca del aislamiento ruso y chino, y del repudio mundial contra aquellos que adoptan decisiones contrastantes con instrucciones que se pretenden órdenes pero nadie considera con seriedad. Una faja de la dirigencia atlantista conoce la verdad, pero otra tiende a creer aquello que lee y escucha en sus propios voceros comunicacionales. Quienes disponen los pasos a seguir son el 50 por ciento –aproximadamente- de las 600 grandes corporaciones congregadas en Davos tres semanas atrás.

Esos pasos condenan a Ucrania, pero también a las naciones políticas de la Unión Europea, obligadas a trasladar recursos e inversiones al área de Defensa, en detrimento de su perspectiva industrial. Los regentes del proceso occidental se han quedado con las tierras ucranianas más preciadas con la complicidad del gobierno de Kiev, pero también han doblegado países como Alemania y Francia, al tiempo que han aplanado el emerger del euro para extender el ruinoso reino de un dólar sin respaldo proporcional en la realización de bienes de producción y consumo.

QUIÉN AVANZA. Sin embargo, la insistencia de las campañas periodísticas que promueven esa descripción deformada del presente, ha captado a numerosas voluntades progresistas y hasta potencialmente transformadoras en Occidente. “Avanza la derecha” es la falacia más reiterada por tantos que cuestionan el unipolarismo por injusto pero consideran su victoria como inevitable. Ese es un logro del espacio financiero que comanda la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que vale aplaudir. Con poco (acciones mayoritarias y aluvión de palabras) están obteniendo demasiado.

Pero ¿por qué demasiado? Los pueblos no luchan en cualquier momento. Durante los períodos de reflujo destinan núcleos formados y audaces que sostienen sus banderas, a modo de puente, para alzarlas en tiempos mejores. Asumen posturas cautas que en ocasiones derivan en opciones conservadoras. Durante los períodos de cambios profundos, se organizan y promueven causas concretas que los llevan a modificaciones parciales pero hondas y satisfactorias. Por eso es pertinente insistir en el diagnóstico y conocer lo que una enorme porción del planeta –en Oriente, pero también en los mismos reductos otrora centrales- viene desplegando.

Mientras Eurasia ratifica sus Estados ligados al interés geoeconómico de fondo en cada país y en la zona de conjunto, África, América latina y Europa –con muy distintos tempos, niveles y características- están movilizados. La confusión que lleva a tantos militantes genuinos en esas regiones a repetir la cantinela de “Avanza la derecha” o sucedáneos más elaborados, es el ariete a través del cual el absorbente poder rentístico promueve el desánimo de quienes en verdad tienen la oportunidad de atravesar las puertas del tiempo y afirmarse en posiciones superiores a las actuales. No es lo mismo diseñar una política defensiva que pergeñar programas de gobierno.

En el párrafo inicial se indicó que el tramo vigente es intenso en realizaciones, aunque parco en definiciones.

EXPECTATIVAS Y DESARROLLOS. Enajenación, alienación, extrañamiento. Zoncera. Son buenas expresiones para entender la reacción de quienes, habituados a la derrota, rechazan los verdaderos avances. Cuando se perciben argumentalmente sitiados, recurren a la digna contundencia y gritan: el que no cambia todo no cambia nada. Un boicot de los ignoran que la clave está en adaptar la nación a los nuevos tiempos, sin dejar de ser.

Las dificultades del poder financiero no implican su caída inmediata, ni una revolución mundial; tampoco que el proceso en marcha se lleve adelante sin tropiezos ni riesgos extremos. El poder de fuego de los protagonistas es indecible y la irresponsabilidad de una buena parte de la dirigencia norteña, un alerta continuo. Nadie puede asegurar que los criminales que invadieron Irak, por ejemplo, o provocaron la contienda en la frontera euroasiática, no echen mano a los arsenales diseminados por toda Europa durante la hegemonía del Consenso de Washington.

Pueden hacerlo y ya demostraron que no se les mueve un músculo al adoptar determinaciones extremas.

Por eso, también, cabe valuar la labor silenciosa de buena parte de los emergentes multipolares. Salvo la Federación de Rusia, que necesita alzar su voz para explicar los delitos de Kiev durante los nueve años recientes y la complicidad atlantista en el litigio –la OTAN ya está involucrada de modo directo, aseveró la vocera María Zajárova días atrás-, y hasta cierto punto China, con sus iniciativas cooperativas en los foros mundiales, los países que necesitan ser naciones agrupadas y no espacios desterritorializados –ajustados, endeudados, vaciados- por los administradores del agujero negro, proceden de modo independiente pero en puntas de pie. Saben que el golpe con retumbe de una bota puede hacer saltar la espoleta de la granada.

EL CHOQUE DIRECTO. Mientras tanto, hay una guerra. La misma, como otras, no se resuelve sólo en el plano estratégico sino en la dimensión directa, cotidiana. Lo único claro es la indefinición: al potencial ruso se le opone el persistente inflador con que la OTAN brinda aire sobre Kiev. Ambas tropas combaten con ahínco y las muertes se acumulan. Existen ventajas y desventajas para unos y otros: mientras Rusia tiene una situación interna estable, sin consecuencias apreciables sobre la población, Ucrania está devastada. Pero al tiempo que Rusia utiliza su propio poderío militar, Ucrania recibe apoyo de numerosas naciones, más allá de la voluntad de sus pueblos.

Aunque los habitantes del Donbás están ostensiblemente inclinados en favor de la potencia que conduce Putin, los avances ucranianos sobre Jerson y aledaños evitaron la consolidación de las fuerzas rusas. El equilibrio es visible y en algún momento se quebrará. No es fácil señalar cuál de los ejércitos levantará su bandera victoriosa. Quienes comparten la mirada que se plantea en estas líneas deben precaverse de los optimistas que consideran una ofensiva final del Oso como un factor inevitable. Es, a decir verdad, una posibilidad bien plausible, pero no inevitable. Es probable que los rectores de Occidente fuercen la extensión del conflicto sobre países limítrofes para involucrar, al menos, a Polonia y a Bielorrusia como rivales. Eso abriría otra perspectiva, aún más preocupante para Europa. Y hay más variantes probables.

En ese sentido, varios episodios demostraron la pulsión occidental por desplegar el belicismo. Tanques y globos, productos tan distintos, hicieron su irrupción en las primeras planas. Es preciso seguirlos con atención.

Se trata una era fascinante. Aunque le cuesta tomar conciencia de sí misma. No es tan extraño, lector. El pez que habita las profundidades ha de suponer que el Universo es de agua.

* Área Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal

Fuente: Radio Gráfica

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