En el norte correntino se apuesta por la producción ovina. Los resultados y potencialidades de una actividad que pretende desarrollarse y consolidarse en la región.
Redacción
En San Lorenzo, provincia de Corrientes, productores viene desarrollando la cadena ovina con buenos resultados. La clave parece estar en la selección de razas carniceras, combinado con el trabajo asociativo en cuanto al manejo, dado que no se trata de una actividad que tenga tradición en la zona norte provincial.
La experiencia ha sido traslada desde a zona sur y centro correntino, donde el desarrollo de la cadena tiene arraigo, en cuando a cría y desarrollo pleno de la cadena ovina.
Según los referentes de los productores, el trabajo se ha ido centrando en contar con razas y cruzamientos que se adapten a las regiones subtropicales. Asimismo, la tarea tuvo mayor resultado en el segmento carnicero, ya que la producción de lana no logró arraigarse a raíz de carecer de instancias que puedan empujar el desarrollo de ese factor. La falta de esquiladores, precios de referencia y “clima” lanero, retrajo la iniciativa.
Así, se fue optando por la selección de animales de las razas Santa Inés y Dorper. Razas “de pelo” y específicamente desarrolladas para el segmento ligado a las carnes, se adaptó correctamente a las condiciones de los campos del norte correntino, logrando hacer animales pesados para su comercialización.
Los puntos centrales en los cuales se apoya la actividad, son fundamentalmente los estándares sanitarios, la innovación en genética, los ciclos de producción, la comercialización, y fundamentalmente, trabajan en la “instalación” y posicionamiento de la carne ovina en las góndolas.
La intención es lograr lo que ocurre en otras regiones del país como la patagonia y la zona central cuyana, donde la carne ovina es consumida durante todo el año y está incorporada a la dieta y opciones alimenticias.
Más allá de la cuestión cultural y las costumbres, sucede también que las razas ovinas tradicionales tienen épocas puntales de producción, cosa que hacen variar la oferta. Otra dificultad es la falta de centros de faenado formales y regulados. Esa informalidad tracciona las malas condiciones de producción, las dificultades a la hora de consolidar cuestiones sanitarias, precios y aspectos relacionados con la genética y mejora de las razas trabajadas.
Según le mencionó también, la intención es que la cadena pueda asimismo aprovechar los subproductos, tales como pieles y cueros de cara a la confección de indumentaria y distinto artículos de uso habitual, como soguería y distintos accesorios.
Los productores plegados a la actividad, confían en poder desarrollar un trabajo de concientización, para lograr que otros productores entiendan que la producción ovina es una alternativa rentable económicamente, y que puede potenciarse trabajando en conjunto con instituciones regionales.
Fuente: El Litoral