Pasó algo más de un mes desde los anuncios, y las preguntas respecto del Plan de transformar al parque automotor en un gran Scalextric sigue avanzando vía importaciones. No podemos ver aún las repercusiones reales de una política instrumentada en 2017 y reforzada por el actual Gobierno. Menos todavía qué sucederá con la industria automotriz nacional y la producción de combustibles.
Redacción
La siguiente nota, nace de un informe publicado líneas atrás por el periodista Luciano Salseduc*, donde explica parte del funcionamiento de la importación de vehículos eléctricos. El colega, parte de un anuncio que hiciera el Ministerio de Transporte hace un mes atrás, donde el denominado “Plan Nacional de Transporte Sostenible”, persigue el objetivo de que para 2030 Argentina tenga el 50% del parque automotor integrado por vehículos eléctricos.
Recordemos, el ministro Guerrera anunció que para el final de la década, nuestro país debería contar con: 15.000 colectivos funcionando a gas, lo que implicaría 1.800 millones de litros de gasoil de ahorro anual; 150.000 camiones funcionando a gas (2.600 millones de litros de consumo de diésel menos); y 15% del total del parque automotor a gas. De allí, se programa que la mitad de los autos y motos que circulen sean eléctricos para 2030 (dentro de 7 años prácticamente); para alcanzar el 100% a mediados de siglo.
Industrialmente, es un disparate por dónde se lo mire: sería reconvertir una matriz de industria automotriz muy castigada, pero probada en calidad y eficiencia, por otra de destino incierto y basada en la importación de trabajo y tecnología foránea.
Según el informe del colega, se han impulsado desde 2020 una serie de políticas arancelarias para fomentar la importación, de cara a cumplir los objetivos que ahora se propone el Plan de la cartera de Transporte. En un marco de presencia insignificante de vehículos eléctricos en el país, la normativa importadora nació en 2017 con Macri, fue interrumpida por Fernández temporalmente, pero en noviembre de 2020 volvió a implementarse.
Así, y según lo que establece el Decreto N° 331/17, los híbridos importados (incluyendo a los híbridos enchufables, híbridos convencionales y mild-hybrid) tributarán el 5% de arancel aduanero (en lugar del 35% habitual). Los autos 100% eléctricos pagarán el 2% de impuesto aduanero (en lugar del 35% habitual). Los modelos armados en el país con kits de piezas (formato CKD) pagarán el 0% para el ingreso de esos componentes. Posteriormente, el decreto N° 617/2021, vigente desde septiembre de 2021, actualizó el original anteriormente mencionado y sus condiciones. Las ventajas aduaneras se extendieron a 36 meses por un total de 4.500 vehículos, y con posibilidades de pedir trimestralmente las autorizaciones.
Para finalizar, y más allá de las cuestiones específicas de cada decreto importador, si el “Plan” es tener de aquí a 7 años la mitad de los vehículos circulantes en el país con matriz eléctrica, ¿cómo lo van a pagar? ¿A costilla de quién? ¿Qué va a suceder con – de nuevo – la actual industria automotriz ya totalmente convertida en un gran complejo ensamblador? ¿Para qué desarrollar y explotar tanto hidrocarburo? ¿O para quién?
¿Quién le va a poner el moño o el crespón de luto a la industria nacional y el trabajo argentino?
* Luciano Salseduc, publicado en el portal Insideevs.
Fuente: Ministerio de Transporte / Boletín Oficial / Insideevs