Columna destinada a mover la cabeza. Si temes hacerlo, no la leas. Otra de Olegario. Nota escrita por el historiador y periodista Gustavo Battistoni*, titulada “Las dos políticas”, en referencia a una de las plumas más importante del federalismo nacional y provinciano del siglo XIX: Olegario Víctor Andrade.
El Editor Federal
Los estadounidenses se enorgullecen del pensamiento político de sus “padres fundadores” y lo estudian concienzudamente. El Federalista de Alexander Hamilton, James Madison y John Jay, es la guía para la acción en los asuntos ideológicos de la potencia del Norte, cuya influencia se profundizó a partir de la guerra civil entre el norte industrialista y el sur esclavista.
En cambio, en nuestro país, el desconocimiento de la vida y la obra de aquellos que bregaron por un país Federal causa pavor. El pensamiento de José Gervasio Artigas, Manuel Dorrego, Pedro Ferré y Mariano Fragueiro, entre otros, asaz desconocido, con las desastrosas consecuencias a la vista de todos.
Entre los grandes textos de la tradición provinciana, su punto más alto, fue sin duda, el trabajo Las Dos Políticas, de Olegario Víctor Andrade, publicado en 1857 y que apareció como folleto en 1866. El historiador Maximiliano Molocznik, analiza con agudeza su importancia:
“Constituye este libro una reseña de hechos y acciones que enjuician a una conducción política-económica antinacional y contraria a los intereses del interior. Es muy crítico también de los errores del unitarismo y del federalismo declamatorio de los porteños. La primera parte ofrece, en un análisis profundo y sereno, las claves para entender el nudo económico de la Argentina. Es, a la vez, un elaborado estudio sociológico, histórico y político de nuestro país. En la segunda parte aparece ya la pluma militante que arremete con argumentos contundentes contra la zoncera mayor, como decía Jauretche: ’Civilización y barbarie’”.
Estudioso del notable pensador Jules Michelet, utilizó el comprensivo método del francés para entender la compleja historia del Río de la Plata. Observó con claridad que desde la Revolución de Mayo, hasta su contemporaneidad, las cosas no habían cambiado en esencia. El Centralismo político, económico y cultural, era lo hegemónico en la Argentina:
“La Metrópoli había cambiado de nombre. En vez de Madrid se llamaba Buenos Aires. Las leyes de restricción y exclusivismo cambiaron también de distintivo. En vez de las reales armas, ostentaron desde entonces la escarapela azul y blanca. Pero las leyes no cambiaron ni en la letra ni en el espíritu. En vez del coloniaje extranjero y monárquico, tuvimos desde 1810 el coloniaje doméstico y republicano”.
También el texto explica convincentemente la razón por la cual el caudillismo fue una fuerza progresiva en nuestra historia, en sentido contrario a lo que afirmaba Domingo Faustino Sarmiento: “Los caudillos representan la resistencia de los pueblos al ascendiente usurpado, a la codicia sórdida, de la política centralista de Buenos Aires”.
Y completaba: “Donoso Cortés ha dicho que hay hombres que pueden llamarse pueblos. Esos hombres son los caudillos, cuando encarnan un principio de justicia, cuando hablan en nombre de los pueblos oprimidos, a los despojadores de sus santos fueros y de su santa independencia”.
El trabajo del Vate Federalista es muy preciso en denunciar que los pérfidos intereses de Buenos Aires fueron la causa de las guerras civiles argentinas: “Ruinas, sangre, orfandad, ejecuciones…todo ¿por qué? ¡Por una cuestión de predominio, por una cuestión económica, por mantener el monopolio de la renta y el gobierno de la República!”.
Y antes había afirmado sobre el Unitarismo: “Partido de mercaderes políticos, que ha negociado con la sangre y los sufrimientos de la República. Partido sin fe, sin dogma, sin corazón, que mientras azuzaba a los pueblos a que se despedazasen en el ensangrentado circo para divertir a los Césares, ha estado haciendo los cálculos del provecho que le producía la desunión y el desquicio de la República”.
Es lamentable constatar que la vesania de quienes detentan el poder fáctico en la Argentina, siguen pensando con las mismas categorías que llevaron a la valiente denuncia del republicano entrerriano.
En 1867, en plena guerra del Paraguay, puso de manifiesto la criminal política del mitrismo: “Triste destino el que pesa sobre el pueblo argentino… extranjeras van siendo las propiedades rurales, extranjero el comercio, extranjero el idioma que despertará un día el eco de nuestras ruinas, como los acentos severos del dominador…Una banda de exterminadores se ha diseminado por todos los ámbitos de la República. Su obra de destrucción no tiene término. La República del Paraguay ha perdido millares de sus bizarros hijos. La República Argentina va quedando desierta… ¿Habrá llegado la hora de la desaparición de la raza que asombró al mundo con el estrépito de sus hazañas?”.
“Las Dos Políticas”, extraordinaria obra de Olegario Víctor Andrade, es el texto político que nos develó con mayor claridad uno de los conflictos centrales de nuestra historia. Todos los Federalistas de ley debemos estudiar y difundir su patriótico mensaje.
*Periodista, historiador federal. Publica sus escritos en el Diario El Correo de Firmat.
Fuente: Diario El Correo de Firmat