Sin Ofensa ni temor 49: Cuando el “infrascripto” ordenó traicionar al «inveterado pícaro»

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Sin Ofensa ni temor 49: Cuando el “infrascripto” ordenó traicionar al «inveterado pícaro»

Columna destinada a mover la cabeza. Si temes hacerlo, no la leas. Allá por 1863, Chacho Peñaloza le hizo un reclamo al entonces Gobernador de la Provincia de San Juan, Domingo Faustino Sarmiento, respecto de las matanzas de gauchos que el mandatario cuyano ordenaba. Nuestros lectores ya saben que el también ex Presidente, no nos cae en gracia. Aquí reproducimos una carta del General de la Confederación al entonces gobernador.

El Editor Federal

Campamento general de los Llanos de la Rioja, agosto 26 de 1863.

Al Excmo. Gobernador don Domingo Faustino Sarmiento

El que firma, con el deseo de terminar la incesante lucha en que se ve comprometido con las fuerzas mandadas por V.E. de esa provincia y de las demás, ha dispuesto dirigirse a V.E. para que le manifieste cuál es el verdadero fin que se propone, al hacer a estas provincias y a la suya misma una clase de guerra que no dará otro resultado que el constante derramamiento de sangre argentina y el exterminio y la destrucción total de la propiedad, porque si el infrascripto se ve en el caso de hacer uso de los intereses de su provincia para sostenerse, las fuerzas de V.E. que expedicionan a esta provincia con igual o menos derecho, no sólo hacen uso de lo que precisan, sino que destruyen todo cuanto encuentran, sin respetar las propiedades y vidas de los vecinos, haciendo así una guerra enteramente vandálica y destructura (sic), muy indigna de un gobierno culto y civilizado, y que si la Nación entera ha puesto en sus manos los recursos con que cuenta, no lo ha autorizado por eso para exterminar a sus habitantes, ni destruir y atropellar las propiedades particulares.

En vista de esta dolorosa situación a que ha quedado reducido el país entero, se dirige el que firma a V.E., pidiéndole una explicación a esta conducta y de las razones que motivan al Gobierno Nacional a continuar en el tenaz propósito. V.E. sabe muy bien que no sólo peleando se triunfa, y que con política y con tomar medidas más conciliadoras conseguirá lo que no ha de conseguir del modo que se propone.

Persuadido queda el que firma que V.E. en representación de ese gobierno pesará estas reflexiones e inmediatamente adoptará el camino que queda para terminar la guerra. No se negará el infrascripto, ni se negarán sus compañeros de causa a aceptar un medio que sea prudente y admisible, una vez convenido con V.E. y hecha una proposición que sea justa.
Queda el infrascripto esperando el resultado de ésta y hasta tanto ofrece a V.E. las consideraciones de su aprecio y distinción. Dios guarde a usted.

Ángel Vicente Peñaloza
Agenor Pacheco, secretario en campaña.

Tres meses después Peñaloza será sorprendido en su casa y, tras rendirse al comandante Vera, es asesinado personalmente por el coronel Irrazábal. La cabeza del caudillo riojano fue cortada y clavada en la punta de un poste en la plaza de Olta, y su esposa, Victoria Romero, fue obligada a barrer la plaza mayor de la ciudad de San Juan atada con cadenas.

Al conocer la noticia, Sarmiento escribió: «No sé qué pensarán de la ejecución del Chacho; yo inspirado en los hombres pacíficos y honrados he aplaudido la medida precisamente por su forma: sin cortarle la cabeza al inveterado pícaro, las chusmas no se habrían aquietado en seis meses.”

El «inveterado pícaro» era uno de los generales más prestigiosos de la Confederación Argentina. 

Fuente: Pensamiento Discepoleano

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