Columna destinada a mover la cabeza. Si temes hacerlo, no la leas. A mediados de los ’90, Daniel Link se dio la tarea de recuperar la obra periodística de Rodolfo Walsh. Compiló un interesante libro, donde se recorren un cuarto de siglo de trabajo, hasta que cae abatido en Buenos Aires tras un tiroteo con un grupo de tareas que operaba para la última dictadura cívico militar. Compartimos aquí una entrevista realizada por Walsh al recientemente electo presidente Arturo Frondizi, como así también el comentario del editor de la mencionada recopilación.
El Editor Federal
En marzo de 1958 Rodolfo Walsh, ya desencantado de la Revolución Libertadora como tantos otros intelectuales argentinos (pero con razones fundadas en su propia experiencia durante la investigación de los fusilamientos de José León Suárez), se interesa fugazmente por el futuro gobierno de Frondizi, triunfador en las elecciones presidenciales de febrero.
En dos notas sucesivas, la que se reproduce a continuación y «El ‘equipo’ del doctor Frondizi», que apareció en el número siguiente de Leoplán, firmada por Daniel Hernández, Walsh manifiesta una sospechosa neutralidad en relación con el gobierno por venir.
Un año después, Daniel Hernández y Hebe Boyer firman una encuesta sobre el primer año de gobierno, armada con el mismo criterio de galería de personajes expuesto en la nota anterior: contestan «una señora, un estudiante, una escritora, un zapatero, una estudiante, un portuario, una empleada, un comerciante, una médica, un mozo de café, una telefonista, un químico industrial, un jubilado, un abogado, una ama de casa, una vendedora, otra ama de casa y una obrera».
«Las respuestas, en la clase obrera y parte de la clase media, traducen descontento por las difíciles circunstancias económicas. En otro sector de la clase media y en la clase empresaria, expectación y apoyo crítico.»
Estas son las conclusiones que los encuestadores proponen sin más interpretación sociológica.
VEINTE PREGUNTAS AL PRESIDENTE ELECTO – Por Rodolfo Walsh
Desde la madrugada del lunes 24 de febrero, cuando las cifras electorales procedentes de los cuatro rincones del país empezaron a concretar la incuestionable victoria del radicalismo intransigente, el cronista de Leoplán ha tenido una sola preocupación: llegar al presidente constitucional de los argentinos para dirigirle algunas preguntas que están en el ánimo de todos.
De más está decir que lo mismo han pensado los cronistas de la prensa nacional y extranjera, de la TV, la radio y los noticiarios cinematográficos, y que todos ellos pugnan por abrirse paso –en diez lugares diferentes– a través de la nube de amigos, correligionarios políticos y ayudantes que se interponen entre ellos y la asediada persona del doctor Arturo Frondizi.
«Está en tal lado», se corre la voz, y allá va el tropel de inquisidores, del comité de Riobamba al de Rivadavia, o al domicilio particular de Vicente López o a las oficinas de Diagonal. Esto dura todo el día.
Por fin nosotros también logramos verlo unos minutos y dispararle a boca de jarro veinte nerviosas preguntas.
–¿Qué representa para usted su encumbramiento a la primera magistratura? –le inquirimos de entrada–. ¿Una victoria personal, el triunfo de un partido o el triunfo de una línea de ideas?
La respuesta es concisa:
–No se puede hablar ya de triunfos personales. El veredicto de las urnas representa el triunfo de una ancha corriente de ideas que desbordan el cauce partidario, pero que la Unión Cívica Radical Intransigente ha sabido mantener en vigencia en una larga y dura campaña de muchos años.
Rápidamente disparamos la segunda pregunta:
–¿Anticipa su gestión personal como un relativo descanso a su actuación política de tres décadas? ¿O como el reemplazo de esa actuación por una labor aún más exigente?
–Para nosotros no puede haber descanso –contesta–. Todas las fuerzas útiles del país son necesarias para la gran tarea de reconstrucción nacional que debemos emprender.
La fatiga de la campaña electoral es apenas una sombra en su voz pausada y serena. Le preguntamos si se siente física y espiritualmente preparado para la responsabilidad que le espera. Ahora sonríe.
–Por cierto –dice, y la afirmación no deja lugar a dudas.
–Doctor Frondizi –indagamos–, ¿gobernará usted con la Constitución de 1853?
–Gobernaré con ella hasta que sea reformada. Necesita ser reformada, y lo será cuando lo decida el pueblo por medio de sus representantes en el Congreso.
Le preguntamos qué juicio le merece la situación económica del país y qué medidas se tomarán desde el gobierno para remediarla.
–El país está frenado en su desarrollo económico –contesta–. Iniciaremos una vigorosa política de reactivación, sobre todo en el campo de la energía, la industria, los transportes. Trataremos de nivelar nuestra balanza de pagos, racionalizando las importaciones y mejorando la comercialización de nuestros productos en el extranjero.
–Si su gobierno no consigue equipos petroleros en los Estados Unidos, ¿tratará de adquirirlos en el Este europeo?
El doctor Frondizi mide cuidadosamente su respuesta:
–Para nosotros no se trata de elegir entre tal grupo de países o tal otro. Se trata de contar con los equipos petroleros que YPF necesita imperiosamente. Sabemos que firmas proveedoras de distintos países están dispuestas a ofrecerlos. Compraremos a quien nos venda en condiciones más favorables.
Le preguntamos qué medidas se tomarán con respecto a la CADE. Ahora no hay vacilación en el presidente electo de los argentinos.
–Nuestro gobierno propugnará que los bienes de la CADE pasen al Estado. El origen fraudulento de sus concesiones constituye una afrenta moral que hemos denunciado desde el llano y estamos dispuestos a corregir desde el gobierno.
–¿Y en política internacional, doctor Frondizi, cuál será la posición de su gobierno?
–La que hemos anunciado en nuestra campaña electoral. No queremos bloques y no queremos pactos militares.
–¿Sería esa una política internacional semejante a la de la India, por ejemplo? –insistimos.
–La posición pacifista de la India es digna de destacarse. Sin embargo, nosotros no tenemos necesidad de buscar ejemplos afuera. En ese terreno nos basta seguir el camino de Yrigoyen.
Le preguntamos si espera gobernar en un ambiente de tranquilidad social y gremial. La respuesta es rápida:
–Las justas demandas de los trabajadores deben ser atendidas. Los obreros tienen derecho a un salario digno, a una central unida, y a ser consultados sobre los problemas fundamentales del país. Le mencionamos las cifras del escrutinio que parecen demostrar que además de la UCRI, que lo lleva al poder, han votado por él ciudadanos de otras tendencias a veces opuestas entre sí.
–¿Cree usted poder conciliar lo que esas tendencias esperan de su gobierno? –inquirimos.
–Nosotros hemos ofrecido un programa claro y concreto. No tenemos otros compromisos y por lo tanto no debemos «conciliar» las tendencias que usted menciona. Nos bastará cumplir el programa de gobierno que trazamos y que ofrecimos a la consideración de todos los argentinos.
Entre idas y venidas de dirigentes que lo consultan, felicitaciones y estallidos de entusiasmo, llamadas telefónicas, cómputos que continúan llegando de todas partes, el doctor Frondizi sigue resistiendo impávido el ametrallamiento de preguntas.
–¿Prevé usted alguna dificultad con los sectores católicos que parecen haberlo apoyado, o con la Iglesia?
–Ninguna. No las tuvimos antes y no las tendremos ahora.
–¿Considera que problemas como el divorcio, la enseñanza, etc., son de urgente debate, o que se los puede postergar?
–No es el gobierno quien debe dirigir el debate, que surge espontáneamente de la conciencia pública. Personalmente podemos creer que hay problemas más apremiantes, pero en modo alguno obstaculizaremos la libre discusión de las ideas.
Tocamos otro punto neurálgico: el del partido desplazado del gobierno en setiembre de 1955.
–Nos atendremos a las leyes en vigencia o a las que dicte el Congreso –responde Frondizi–. Nadie podrá esgrimir vetos o prohibiciones que no estén específicamente contenidos en la Constitución o en las leyes. El imperio del derecho será una realidad efectiva.
–Usted ha prometido gobernar inclusive con hombres que no pertenezcan a su partido –le recordamos–. ¿Puede nombrar figuras de relieve nacional dispuestas a secundarlo en su gestión?
–Sería prematuro dar nombres –responde–. Observe usted que todavía están llegando datos sobre el escrutinio provisional.
–¿Cree usted –preguntamos– que contará dentro de las Fuerzas Armadas con un respaldo que le permita gobernar sin conspiraciones ni sobresaltos?
–Estoy seguro de ello –dice–. Tengo plena fe en la palabra empeñada por las Fuerzas Armadas, cuya tarea es defender al país, su Constitución y sus leyes. La era de los golpes de Estado ha concluido en nuestro país.
–¿Confiaba usted en una victoria tan amplia como la que revela el escrutinio provisional?
–Hemos esperado el triunfo porque hemos creído en el pueblo.
–Un número apreciable de ciudadanos han sufragado por otros candidatos en la elección presidencial. ¿Tiene usted alguna palabra que decir a esos ciudadanos, que según la expresión común votaron «contra» usted?
–En primer término, no creo que esos ciudadanos hayan votado contra mí, sino en favor de sus propias convicciones, que serán respetadas. Sólo deseo reiterarles lo que he repetido tantas veces: espero que, ya sea combatiéndonos o apoyándonos, se incorporen a la gran tarea conjunta que debemos realizar los argentinos, sin exclusiones.
Le preguntamos qué papel asigna a la oposición. El doctor Arturo Frondizi responde:
–La oposición desempeña un papel fundamental de control y de crítica en todo sistema democrático. Deseamos que ella exista porque cualquier conducción política está sujeta a errores. Daremos la más amplia libertad a la crítica opositora, pero no nos limitaremos a eso, sino que trataremos de subsanar cualquier error que se nos señale con espíritu honesto y constructivo.
–¿Se puede esperar que los derechos civiles sean plenamente respetados durante su gobierno?
–Es fundamental –contesta el doctor Frondizi– que cada habitante de la Nación goce de todos los derechos y garantías consagrados por las leyes. Esas garantías que configuran un estado de derecho han sido sistemáticamente violadas entre nosotros. No debe volver a suceder y no sucederá en lo que de nuestro gobierno dependa. Es esencial que los argentinos aprendamos a entendernos sin violencias.
La entrevista llega a su término. Sólo tenemos una última pregunta que formular al flamante presidente constitucional de los argentinos. Señalamos que los periodistas siempre tuvimos el camino expedito para plantearle toda clase de preguntas.
Queremos saber si gozaremos de parecida facilidad para exponerle las inquietudes públicas cuando, el 1° de mayo, entre en la Casa Rosada y ciña la banda presidencial. El doctor Frondizi responde con voz firme:
-Esté seguro.
Fuente: Walsh, Rodolfo (1995). El violento oficio de escribir. Obra periodística (1953-1977). Buenos Aires. Planeta.