Columna destinada a mover la cabeza. Si temes hacerlo, no la leas. Ayer se cumplieron 68 años de los bombardeos al pueblo argentino por parte de la Armada en 1955. Recomendamos especialmente la lectura del siguiente artículo de Aldo Duzdevich*, sobre el rol de la prensa panfletaria en lo previo y posterior al Golpe de la “Libertadora”, sus ejecutores, y los vuelcos de la historia.
El Editor Federal
Voy a retomar el tema del panfletismo tan bien presentado en el libro de Lafrianda al que hice mención en notas anteriores. El panfletismo que se instala con fuerza a partir de diciembre de 1954 y es el método que utilizan los distintos grupos opositores para ir creando el clima del golpe de 1955.
Ahora bien, en tren de desacralizar, diré que la política del gobierno peronista de acallar a los medios de prensa opositores, no fue democrática ni feliz. Y su reacción fue la creación de canales informales como los discursos desde los púlpitos eclesiales, las oleadas de rumores y los panfletos clandestinos. Años después Perón dirá: “con toda la prensa en contra ganamos, y con toda la prensa a favor nos derrocaron”.
La agitación antiperonista
Los panfletos fueron una especie de prensa clandestina que cumplieron un papel fundamental en la preparación del golpe. Había distintos grupos panfletistas y distintos tipos de panfletos. Cuando se leen en orden cronológico, vemos que parten de una actitud de protesta o defensiva, pero van evolucionando a promover una violencia verbal y física cada vez mayor.
La acción violenta de grupos civiles o militares irregulares, siempre va precedida de discursos y escritos de agitación que van persuadiendo al público objetivo de pasar a la acción violenta. Como la frase del himno a Sarmiento: “con la espada, la pluma y la palabra”, pero invirtiendo el orden de los términos. El público objetivo de los panfletos eran los jóvenes estudiantes de clases medias y altas católicos o no, que van a ser el activismo civil de la conspiración, y los integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad.
Las temáticas más comunes eran: la defensa de la educación religiosa, contra la ley de divorcio, contra ley de profilaxis (interpretado como libertad de prostitución), contra el supuesto comunismo del gobierno, contra el convenio petrolífero con la California, denuncias de detenciones por desacato de laicos y sacerdotes, contra el “destape” sexual en el cine, contra ciertas prácticas de la UES consideradas inmorales, contra la censura de prensa, contra algunos funcionarios acusados de corrupción, condimentado con una diatriba permanente hacia “el dictador” y la figura de Eva Perón. En algunos temas eran muy contradictorios, por un lado se acusaba de pro-comunista al gobierno, pero en el tema del tratado petrolero, se acusaba a Perón de estar en acuerdo con EUU y específicamente con el ex embajador Spruille Braden.
Dedicaban muchas páginas a auto-victimizarse por “la quema de la bandera” y los incendios a las iglesias. Incluso ya al final inventaban “desapariciones” y “jóvenes tirados de los aviones” suena a lenguaje premonitorio. Está comprobado, que de todas las cosas que se acusaron al gobierno de Perón, solo hubo un caso de un muerto por la acción represiva de la policía de Santa Fe, el doctor Ingallinela, cuyos autores fueron juzgados y condenados.
El colmo de la auto-victimización es el relato de lo que ellos llaman “la revolución del 16 de junio” que fue el salvaje bombardeo a Plaza de Mayo que dejó 309 muertos y 800 heridos. En los panfletos evitan mencionar la cantidad de víctimas inocentes y de esa jornada solo se refieren a los incendios de algunos templos esa noche.
En la historia oral y escrita quedará grabado “el día que quemaron las iglesias” y no el día que la Marina bombardeó Plaza de Mayo y realizó una masacre. Pero además, reiteradamente el argumento de los panfletos, es que la culpa de la masacre fue de Perón por no avisar y desalojar de civiles el centro de Buenos Aires.
A partir de marzo del 55 los panfletos llamaban a armarse contra el gobierno. Veamos algunas frases:
“Si quieres la paz, prepárate para la guerra. Todo ciudadano honesto y consciente, debe aplicar esta máxima en su conducta para con el régimen.”
“Civiles. Olvidarse de las diferencias políticas o religiosas. Muñirse de armas y de toda clase de medios de defensa. Salir a la calle al primer amago de desorden. Custodiar a los agitadores, entregadores y espías. Defender casa por casa, calle por calle, templo por templo. Tirar sin asco a matar.”
“Los vecinos vienen organizando activamente en cada manzana grupos de defensa interna, que han previsto con minuciosidad su táctica defensiva para el eventual día del “Desorden”: contralor de personas sospechosas, vigilancia de los accesos, depósitos de inflamables y subsuelos; fuego cruzado en combinación con los vecinos de enfrente, etc. Coordinación que en algunos barrios se ha completado con grupos móviles de defensa externa, que al mando de jóvenes Oficiales de Reserva acudirán prestamente al lugar donde se provoquen los desórdenes.”
En el más elaborado de los panfletos llamado “Verdad” daban instrucciones para fabricar bombas molotov: “Tómese una botella y llénese-la en sus 4|5 partes con nafta, tapándola con un corcho seguro. Cubra el culo de la botella con una media o trozo de algodón bien atado con alambre. Cuando vaya a arrojarla contra los atacantes, empape la media o algodón con alcohol o kerosene, encienda la mecha-y lance de inmediato la botella a una distancia no inferior a15 metros (para evitar que lo dañe la explosión). Si considera necesaria una defensa más eficaz, cúbrala íntegramente con un grueso envoltorio de algodón que la proteja en su caída. Empape el algodón con alcohol o querosene, enciéndalo y arroje de inmediato el artefacto contra los asaltantes a una distancia no inferior a 20 metros. (Échese al suelo por precaución, salvo que actúe desde un balcón). La botella, al caer, no se romperá, pero a. los pocos segundos, el calor del algodón encendido, la hará explotar y los vidrios actuarán como esquirlas de granada.”
Quiénes producían los panfletos
El libro de Lafiandra escrito en 1956, evita dar nombres de quienes participaban de esta actividad conspirativa. Pero, el ex-comando civil Florencio Jose Arnaudo, en su libro “El año en que se quemaron las iglesias”, editado en 1995 recuerda: “Luego de la clausura del diario católico “El Pueblo” (en enero del 55), llegamos a la conclusión que era necesario iniciar una campaña de volantes clandestinos. Había que conseguir varios mimeógrafos para imprimir el mayor número de ejemplares. Se le dio forma de hoja periódica y se le puso el nombre “Verdad” …
…De la redacción se encargaban Emilio Mignone, Horacio Storni y Jose Miguens. De la impresión, se había ocupado quien llegaría a ser el panfletista máximo, el rey del mimeógrafo clandestino: el hermano Septimio Walsh.” Agrega que “tuvo destacadísima actuación en la campaña panfletista y en la coordinación de los comandos civiles católicos, cuya conducción asumió espontáneamente”.
Seguramente hubo más gente redactando e imprimiendo los famosos panfletos que por razones de clandestinidad no se conocen sus nombres. Pero por en el testimonio de Arnaudo, estos nombres son los que aparecen.
Redactores de los panfletos en el 55
Lo llamativo de los nombres que da Arnaudo es evolución posterior que tuvieron estos personajes. Algo que se repite en muchísimos casos, y que es motivo reflexión.
Emilio Mignone un católico ferviente, se inició como funcionario del peronismo, luego por el conflicto con la Iglesia militó en el antiperonismo. Durante la dictadura de Ongania fue Vice-ministro de educación. En 1973 se afilio Partido Justicialista y fue Rector de la Universidad de Lujan hasta el 24-3-76. El 1976 luego del secuestro y desaparición de su hija Mónica, (militante de la JP) fue uno de los fundadores del CELS y hasta su fallecimiento un reconocido y valorado luchador por los DDHH.
Jose Miguens tiene una trayectoria similar. Sociólogo, dirigente de la Acción Católica, desempeño distintas funciones en el gobierno peronista hasta 1953. Milito junto a los comandos civiles contra Perón. En 1962 se involucró activamente en el bando Azul (en el conflicto de militares Azules y Colorados). En 1966 fue funcionario de la dictadura de Ongania. En 1973 el coronel Damasco lo sumo al gobierno peronista, e incluso hizo aportes en la elaboración del Modelo Argentino para un Proyecto Nacional, legado póstumo de Perón.
Horacio Storni, fue un poeta y escritor argentino que militó en el antiperonismo, pero no tuvo una actuación política conocida.
Septimio Walsh perteneció a la congregación Hermanos Maristas. En la página web Historial Marista se puede leer: “En aquél período persecutorio, desde el 8 de diciembre de 1954 hasta la caída del dictador Perón en septiembre de 1955, Septimio preparaba originales de panfletos. Se distribuían a varios centros de multiplicación, que los desparramaban en sus lugares. El Hno. Tiburcio (Jesús Casal) era el transportista hacia La Plata.”
Septimio posteriormente a 1955, se desempeñó como secretario del Consejo Superior de Educación Católica (Consudec) junto a Alfredo Manuel van Gelderen también participe de los grupos católicos antiperonistas. Roberto van Gelderen (familiar de Alfredo) fue un militante montonero secuestrado y desaparecido en mayo de 1977.
Hasta aquí quienes según Arnaudo producían el panfleto “Verdad”. Pero yo he mencionado otras veces algunos de los nombres que doy a continuación. Jóvenes que en 1955 fueron duros opositores al peronismo, incluso algunos de ellos activos comandos civiles, en los años setenta terminaron militando dentro del peronismo o en grupos aliados.
Del antiperonismo en el 55, al peronismo en los 70
Entre los sacerdotes más conocidos que en 1955 fueron militantes antiperonistas incluso varios encarcelados por desacato figuran: Carlos Mugica, Alberto Carbone (detenido en 1970 por vínculo con Montoneros), Enrique Angelleli (era la mano derecha del padre Quinto Cargnelutti jefe de los comandos civiles de Córdoba), el padre Ernesto Leyendeker del Ateneo Santa Fe (en los 70 fue asesor espiritual del grupo inicial de Montoneros Santa Fe) , el padre Santiago Raúl Mac Guire de Rosario (colaborador de Montoneros en Rosario) .
Diego Muñiz Barreto fue destacado Comando Civil. En 1953, junto a Mariano Castex, intento asesinar a Perón. En 1966, fue funcionario de Onganía. En 1970 conoció y se convirtió en mecenas de Rodolfo Galimberti, quien lo invitó a conocer a Perón. A través de Diego, Galimberti conoció a la familia Bullrich Luro Pueyrredón, y fue quien introdujo en Montoneros a Julieta y Patricia Bullrich. En 1973 asumió como diputado por la JP Montoneros. Renunció a la banca en enero del 74 y se vinculó al ERP. Fue detenido por el comisario Luis Patti en febrero de 1977 y asesinado.
Rodolfo Walsh quien tuvo un breve paso por la Alianza Libertadora Nacionalista. En los años 50 no era un militante político, pero estaba vinculado al antiperonismo y como periodista escribía en la revista Leoplan a favor de la “libertadora”. Su hermano Carlos era un aviador naval que combatió en septiembre contra las tropas leales a Perón.
Luis B Cerruti Costa, ministro de Trabajo de la Libertadora. En 1973 será director del diario El Mundo, el órgano periodístico del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
Augusto Conte Mac Donell. Fue secretario general del Ministerio de Educación de Aramburu; su hijo militante montonero, fue detenido desaparecido en 1976 y Augusto se convirtió en uno de los principales referentes de los DDHH.
Conrado Eggers Lan, Profesor universitario y opositor al peronismo en los años 50, en los 70 adhirió al peronismo combativo y a la CGT de los Argentinos.
Marcelo Sánchez Sorondo. Primero opositor al peronismo, se alejó de la Libertadora y en 1956 creó el periódico Azul y Blanco. Entre sus discípulos estaba Juan Manuel Abal Medina, hermano de Fernando, uno de los fundadores de Montoneros. En 1973 fue candidato a senador por el FREJULI en Capital. Su hijo es el obispo del mismo nombre, que está en el Vaticano desde hace cincuenta años.
Los universitarios, la FUA y la izquierda.
Entre los jóvenes universitarios que estuvieron en la oposición a Perón y que luego van a tener activa participación en los 70 encontramos a: Rodolfo Ortega Peña y Ernesto Laclau, militantes de izquierda. Esteban “Bebe” Righi y Mario Hernández, de la ARD (Agrupación Reformista de Derecho). Moisés Ikonicoff, militante socialista. Norma Kennedy y Carlos Corach, de la FJC (Federación Juvenil Comunista). Guido Di Tella, de la FUA. Eric Calcagno, Ricardo Mosquera y Ricardo Rojo, abogados de la FUA. Abel A. Latendorf, David Tieffenberg, Pablo Giussani, y Elisa Rando, de la Juventud Socialista. Rodolfo Pandolfi, Ismael y David Viñas, León Rozitchner, Juan José Sebreli, Oscar Masotta y Noé Jitrik, de la revista Contorno. Carlos González Gartland fue uno de los principales dirigentes de la FUA en la lucha contra Perón; en los 70 se destacó como abogado de presos políticos y en 2003 asumió en la Secretaría de Derechos Humanos. Otros dirigentes de la FUA, Elías Semán y Rubén Kriskaustzky, fueron detenidos desaparecidos por su militancia en Vanguardia Comunista.
Ernesto Bonasso, periodista y padre de Miguel Bonasso, que fue detenido en abril de 1953, sospechado de participar en el atentado terrorista con bombas en un acto en Plaza de Mayo que dejó seis muertos y noventa heridos. El ingeniero químico Héctor Abrales, como militante de la FUA, estuvo detenido en Devoto en 1954. En los 70 ingresó a Montoneros y en 1979 fue detenido desaparecido. El escritor Dalmiro Saenz fue militante antiperonista. En los 70 participó de la organización Montoneros.
En una nota anterior agregue al final la frase de Tzvetan Todorov en “Los abusos de la memoria”, “La tarea es que el recuerdo se mantenga vivo, pero también que la sacralidad de la memoria se ponga en discusión.”
Se que desacralizar puede resultar disruptivo. Algunos no terminan de creer, otros se enojan. Pero, estoy convencido que es un ejercicio sano y necesario. No solo para interpretar la historia pasada, sino para comprender mejor la realidad política-social en la que estamos inmersos.
* El columnista es autor de Salvados por Francisco y La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón.
Fuente: Diario La Mañana de Neuquén / Patria Grande