Las principales entidades relacionadas a la producción agropecuaria, anunciaron las proyecciones de cultivos para la campaña agrícola 2022/2023. Es decir: se inauguró formalmente la “temporada de caza”. Tires y aflojes por precios, cotizaciones, aranceles, arriendos, fletes y retenciones comienzan a desarrollarse como cada año. Aquí, algunos detalles.
Redacción
Se dieron a conocer las expectativas generales agrícolas para la campaña 2022-2023 que está transcurriendo el primer tercio a semanas de levantar la “cosecha fina” (trigo, cebada, avena y centeno), y terminando de delinear las estrategias a seguir para “la gruesa” (maíz, soja y girasol).
Desde distintos grupos de lobbistas y la entidades del sector privado están siendo contundentes en el planteo – no en las cifras. Por otro lado, atentos a las declaraciones y rumbos seguidos por el superministro casi presidente, Sergio Massa, y el Secretario de Agricultura, Bahillo, son las entidades las que marcan el paso.
Básicamente, las entidades plantean que más allá d ellas proyecciones y las intenciones gubernamentales, quién conduce realmente la política agropecuaria argentina es el mercado internacional. Quién ponga el mejor precio allá van y los factores azarosos los determina la disponibilidad de agua.
El rol del Estado nacional pasó a ser netamente fiscal: cobrar impuestos. Eso quedó claro en la explicación de Massa del proyecto del presupuesto; y las entidades agrícolas sólo piden “previsibilidad” en el tipo de cambio y pocos impuestos. En criollo: armen un paquetito para ganar lo más posible, pagar lo menos posible, y obtener dólares sin tanto paso burocrático.
Lo descripto anteriormente es indignante o lógico, según el corazón de quién lea. Lo real e incuestionable, es que estos razonamientos son los que se expresan tanto des los exportadores y asociaciones de productores, como desde el Gobierno.
Algunos números
Todas cifras que vamos a mencionar a continuación, son parte del lobby/tire y afloje entre productores, multinacionales exportadoras, multinacionales proveedoras de insumos, mercados externos, y el fisco. Los números reales de cómo resultó la campaña 2022/2023 vana estar cerrados en julio del año que viene. Sin embargo, lo que nos interesa es que pueda comprenderse como funciona el mundillo del “tire y afloje” agropecuario.
En general, se está coincidiendo en que la producción de granos y oleaginosas alcanzará un aproximado a las 128 millones de toneladas; lo que implicará un área sembrada de 35 millones de hectáreas; y que esa producción significará una inversión total estimada de 25.500 millones de dólares.
Respecto a la campaña anterior (la 2021/2022) los números están un poco abajo. La superficie sembrada sería apenas menor a la anterior; pero el rendimiento total variaría en casi un 2% (el año pasado se habrían cosechado 130 millones de toneladas). La inversión – obvio, elemental – va a aumentar más de un 5%, porque “el sector agropecuario de compromete de verdad”.
Más o menos esto va a significar, que en exportaciones propias de la nueva campaña agrícola, Argentina reunirá cerca de 41.000 millones de dólares – un 10% menos que la cosecha pasada porque se esperan precios internacionales más bajos -. Se espera que la recaudación disminuya en la misma proporción, por lo cual el fisco juntará estimativamente U$S 17.500 millones.
Poquito para los ojos del superministro… aunque sabe que el campo espera los dólares específicos: el “dólar trigo”, girasol, soja, maíz, pirulines colorados, etc.
Estimaciones privadas de los principales cultivos exportables
Los datos que se exponen a continuación, fueron publicados por la la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y el CAA. Funcionan como una especie de “colectora” del “tire y afloje” mencionado más arriba.
Para el trigo se dice que se han sembrado apenas 6,1 millones de hectáreas; por lo que se alcanzaría una producción de 17,5 millones de toneladas (22% menor a la de 2021/2022).
El sorgo tendría un área probable de siembra de 950.000 hectáreas y una cosecha estimada en 3,30 millones de toneladas (5,7% menos que en 2021/2022).
El maíz, cultivo estrella el año pasado junto con el trigo – ambos por el precio y no tanto por la lluvia – , ahora reduciría de cara a la siembra un 3% su área sembrada; para generar un resultado de 50 millones de toneladas (2 millones menos que el año pasado).
Por el lado de la soja, éste año se sembrarían más hectáreas (2,5% más); y se pretender levantar 48 millones de toneladas (5 más que en 2021/2022).
Finalmente, el cultivo que daría el batacazo es el girasol, atendiendo las variable precio y lluvia (Ucrania sigue en guerra, y la oleaginosa es más “tolerante” a la falta de agua). Así, se sembrarían 2 millones de hectáreas; y se obtendrían 4 millones de toneladas. Esto implica un 15% más para ambas variables que el año pasado.
De todas formas, y como ya hemos dicho, quién planifica y conduce la política agropecuaria nacional, es el mercado externo. Los mejor relacionados de nuestros paisanos, poseen una ventaja relativamente más alta que los demás, pero hasta ahí.
– Ché; ¿y el Gobierno?…
-¡Eso, loco! ¿Y el Gobierno?
Fuentes: SAGyPN / BCBA / INAI