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El enfrentamiento de ideologías, lleva al surgimiento de distintas corrientes de interpretación y formas de narrar la historia. Cada una de ellas sostiene una visión particular del pasado, una postura ante el presente, y una línea de avance hacia el futuro que coincide con las anteriores.

Por El Editor Federal

Norberto Galasso escribió al respecto: “no hay una historia objetiva […] detrás de cada visión de la historia y de cada ideología se encuentran grupos sociales con intereses enfrentados”. Éste autor dedicó una gran parte de su extensa obra a marcar las diferencias entre “visiones”, y confeccionó un excelente trabajo sobre corrientes historiográficas que siempre es conveniente retomar, volver a leer y difundir.

Una de esas corrientes es la que Galasso denomina “oficial”. La “Historia Oficial” se fundamenta según el historiador, en que forma parte de las currículas de enseñanza desde principios del siglo XX. Es la misma que permanece en los monumentos y denominaciones de las calles y ciudades. Es permanentemente ratificada por los discursos oficiales, en las alegorías al pasado y en los íconos y símbolos de los principales sectores de poder.

El autor también la denominó “liberal-conservadora” o “mitrista”. En primer lugar porque postula, interpela y enuncia desde una concepción elitista y antipopular, “que hace eje en el libre juego del mercado y la apertura hacia el exterior. Es también “europeísta y antilatinoamericana”.

En segundo lugar, la caracteriza como “mitrista”, porque Bartolomé Mitre fue su principal propulsor, ideólogo y organizador. Fue éste estableció su orden, aportó la bibliografía básica, e impuso las “fuentes documentales fidedignas”. Es decir, estableció parámetros para un arbitraje entre qué es una fuente histórica válida y qué no.

Los sectores sociales que abonan, sostienen, y difunden mayoritariamente esta visión de la historia argentina, son los grandes estancieros de la pampa húmeda, y los comerciantes importadores y exportadores del puerto de Buenos Aires. Sucede que el retrato del pasado que impulsa esta corriente, legitima su rol y accionar a lo largo de las sucesivas décadas, y se consolida políticamente en la pugna por imponer su proyecto de país sobre el resto del territorio y la Nación.

La “Historia Oficial” destaca entre sus principales figuras históricas a Rivadavia, Sarmiento y al mismo Mitre. Al decir de Galasso: “estos fueron los artífices de una Argentina blanca, europeizada, desvinculada del resto de América latina, construida a través de un proceso resistido por las masas “bárbaras” y sus caudillos, quienes no comprendieron la necesidad “progreso y la civilización que le permitiría a la Argentina asemejarse a los grandes países del mundo”.

El pueblo, “la chusma” y sus líderes resultaban el “antiprogreso”, lo irracional, lo ignorantes, lo reaccionario, lo antidemocrático. Esa es la forma en cómo la historia se hace política e influye en los sectores más cercanos a la cultura y las capas medias.

La “Historia Oficial” se divulga acríticamente; se presenta como neutra, científica e indiscutible: “esta es la historia de los argentinos, y estos son nuestros próceres”. Si lo dice el diario y el maestro, quién podría cuestionarlo. La escuela pública masificó la alfabetización pero universalizó la enseñanza. Fue complementaria en el proceso de corte de la transmisión oral, iniciado en la continuas guerras que minaron al territorio entre 1810 y 1890.

Se sumó a ello, el aniquilamiento perpetrado contra el gaucho, la población rural, los pueblos originarios y la “chusma” de los pueblos y las ciudades. El resto lo completo – en pocas décadas -, la permanente migración interna desde el campo a la ciudad y el fomento de la inmigración europea.

La tradición oral era la que se transmitía principalmente de abuelos a nietos. Las mencionadas inmigraciones europeas y los contingentes que llegaban desde las zonas rurales a las ciudades, cortaron los vínculos intergeneracionales por casi medio siglo entre 1870 y 1920. Por que los abuelos españoles e italianos contaban historias, leyendas y anécdotas de sus tierras de origen. Nada sabían de Artigas, Rosas, Peñaloza o Varela; ni de Kalfukura o Solano López.

Pero, el hambre y la miseria que sufrían las poblaciones provinciales, sin embargo, fue más resistente a la “Historia Oficial”: porque los niños podían contrastar las narraciones de sus abuelos con los contenidos educativos impartidos por la escuela y la maestra.

Fuentes

Galasso, Norberto (2011). Historia de la Argentina. Tomo I. Buenos Aires. Colihue

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