Un “chuponazo” a las importaciones. Mientras estamos entretenidos con las calamidades contenidas en el DNU 70/23 y la “Ley Bondi”, el decreto 14/24 le pone el moño a la entrega del trabajo argentino.
Por Pablo Casals
Tal se publicó ayer por la mañana en el Boletín Oficial (BO), el Poder Ejecutivo Nacional (PEN), eliminó el denominado impuesto “Para una Argentina Inclusiva y Solidaria” (PAIS), para toda aquella mercadería proveniente del exterior, que sea empleada para productos destinados a la exportación, y que fundamentalmente ingresen a la Argentina mediante las zonas francas. Es decir, aquellos territorios aduaneros libres de todo tipo de arancel impositivo u otra carga tributaria.
La norma dada a conocer mediante el Decreto 14/24, incluye en una consideración especial al territorio Especial Aduanero de la provincia de Tierra del Fuego, Antártica e Islas del Atlántico Sur. Según los argumentos, el objetivo del PEN es el de impulsar la actividad productiva exportadora.
Vale decir que este Decreto, revierte el dictado por el gobierno de los Fernández Massa en julio del año pasado, donde se impuso dicho impuesto a para la importación de bienes con una alícuota del 7,5%; y para los servicios un 25%. A eso, se sumó una de las primeras medidas del gobierno de Milei, que fue la de incrementar 10 puntos la variable para la importación de bienes, llevándola al 17,5%.
Obviamente, todos esos porcentajes se traducen a dólares, y con la devaluación anunciada por Caputo el 12 de diciembre, todas esas modificaciones se trasladaron al tipo de cambio.
Según consigna el nuevo decreto, la introducción de mercaderías a las zonas francas puede tener por finalidad su utilización en procesos de transformación, elaboración o perfeccionamiento para su posterior extracción hacia terceros países. Como todo trámite, los interesados en ese tipo de operaciones sólo deberán presentar el Certificado de Tipificación de Zonas Francas, que es el procedimiento que se aplica en estos casos.
El impuesto PAIS recae sobre todas las operaciones de compra de moneda extranjera para el pago de compras al exterior. A los fines prácticos, la exención anunciada se aplicará a las importaciones temporarias que realicen por zonas francas los sectores productivos. Justamente, serían temporarias, porque dichos bienes son al mismo tiempo insumos para una cadena productiva que serán transformados, elaborados o perfeccionados, para su posterior exportación hacia terceros países.
El peso fiscal que tiene en Argentina el impuesto país es muy significativo. Según estiman distintos los estudios fiscales, el mismo alcanzó en 2023 el equivalente a 0,8% del Producto Bruto Interno (PBI). Es decir, aproximadamente 4.000 millones de dólares; más del doble que en 2022.
Mucha guita, ¿no? Ronda aproximadamente, el equivalente a la construcción de 160 buques mercantes de gran porte. ¿Mire si hay plata para sustituir importaciones?
Dicho impuesto – que en teoría y en un principio – significaba una barrera de protección a la salida de dólares del país y un arancel indirecto a la importación que debería haber protegido a la industria nacional; en realidad fue uno de los factores que contribuyó a su hundimiento. La nueva medida, en todo caso, es un tiro de gracia.
¿Por qué? Simple…
La dependencia de insumos y bienes intermedios importados que tienen las cadenas industriales nacionales es de tal magnitud, que no importa a cuánto se eleven estos aranceles. Mientras aguanten, para seguir trabajando los industriales van a traer de afuera.
Lógicamente, todo se traslada a precios y por ende a costos, y el reflejo es un mercado interno cada vez más “chico” en compradores – que se traduce en cierre de PyMES y talleres, y aumento de desempleo -, y al mismo tiempo “más” chico en oferentes – lo cual se traduce en concentración en pocas manos.
Con la innovación decretada ayer por el PEN, favorece a los operadores comerciales e industriales de zonas francas, que – en su amplia mayoría, forman parte de cadenas de valor internacionales que, mediante sucursales o firmas subsidiarias instaladas en Argentina, ensamblan o reelaboran insumos y componentes para comercializar fundamentalmente en los países de la región.
Por otra parte, vale decir, que el decreto devuelve un poco de “tranquilidad” a los trabajadores de la provincia de Tierra del Fuego, Antártica e Islas del Atlántico Sur, porque compensa en parte los cortes secuenciados a los subsidios por parte del gobierno de los Fernández Massa, que sustentan el régimen de promoción industrial de la isla.
Lógicamente, la tranquilidad para los trabajadores es relativa. Los que toman las decisiones de continuidad son los empresarios contratantes. Recordemos que los anuncios de despidos y suspensiones en las firmas textiles o que ensamblan artículos electrónicos y de línea blanca, fueron de los primeros que se conocieron a poco de asumir el actual gobierno.
Para cerrar, nada más decir lo siguiente: las zonas francas son un instrumento destructor de las industrias nacionales, y vehículos de invasión de los mercados internos de los países que poseen dichas áreas.
La explicación es simple: desde países como el nuestro, las zonas francas se utilizan para importar bienes intermedios o insumos básicos extranjeros. Cosas que en general podrían fabricarse en Argentina, como por ejemplo: hilo de coser, herramientas de mano, matricería básica, telas y cortes de indumentaria.
Un “chuponazo” a las importaciones. Mientras estamos entretenidos con las calamidades contenidas en el DNU 70/23 y la “Ley Bondi”, el decreto 14/24 le pone el moño a la entrega del trabajo argentino.
Fuente: BO / PEN / AFIP / Aduana Argentina / Tradenews