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Un canuto que hace “mu”

La carne de vaca se ha convertido en un objeto de deseo para el laburante argentino. Una utopía inalcanzable. Sin embargo, para los analistas campestres, el bicho se ha encaramado en los últimos años como un “vehículo de atesoramiento”.
Redacción
No fue de nuestro interés periodístico el supuesto paro patronal del “campo”, ocurrido el pasado miércoles. De allí que no le dimos cobertura.
Sí nos parece apropiado contarles cómo funciona uno de los mejores negocios que tiene la actividad agropecuaria desde hace unos 180 años; aunque cada vez que se escucha a sus principales actores, pareciera que están al borde la quiebra.
Hay datos históricos que son elocuentes, y diversos investigadores se han dedicado a “hacer los costos” de la actividad tanto en los últimos años, como en el pasado. Por ejemplo: el costo se producción de carne vacuna en Argentina es de ocho a diez veces menor que en Europa o China. Sin embargo, el ganadero argentino (el que maneja de dos mil cabezas para arriba) obtienen rentabilidades netas que casi cuadriplican las de sus pares asiáticos o europeos; descontando la excelencia en la calidad de la carne obtenida.
Si bien la situación del sector no es la misma que a principios del siglo XX – época de la consolidación de la llamada oligarquía ganadera -, porque la competencia internacional ha crecido y juegan otros factores, la predominancia de la relación menores costos + renta potencial extraordinaria, continúa vigente. La única salvedad es que ya no cuadriplica los márgenes de rentabilidad, pero ganan mucho y les permiten especular y “atesorar” valor en animales a costa de los altísimos precios de la carne en el mostrador..
Aquí va una síntesis de cómo justifican todo eso, de la mano de una de las especialistas del sector, y vinculada a RosGan, María Julia Aiassa.
Ella explica que el contexto de permanente incertidumbre cambiaria, con un dólar oficial intervenido; y con otro libre pero ilegal, no deja alternativa al productor ganadero de recurrir a las vacas “como resguardo de valor”.
Argumenta que desde finales del 2019 – oh casualidad -, fue cuando la hacienda “comenzó a revalorizarse” porque se transformó en “un activo de refugio”. Es decir, ya no son los ladrillos como nos decían los abuelos tanos o españoles: ahora son las vacas.
La analista afirma que los bovinos son un “bien de libre acceso”, lo suficientemente demandado como para lograr una “una rápida monetización en caso de requerirlo”; y que a su vez permite planificar y proyectar rentabilidad a futuro, porque el tenedor de vacas tiene mayor control de sus precio futuro que el que acude a la carnicería.
Con diferentes intensidades, esta valorización se da con los vientres – vacas madres -; la cría; la invernada – como siempre el segmento que otorga mayor margen -; la recría; e incluso las vacas de descarte – demandadas por China.
Acto seguido, la analista aporta algunos números, fortalecidos por los vaivenes cambiarios y la demanda externa: de junio de 2021 a junio de 2022, la vaquillona preñada exhibió una suba del 79% mientras que, tanto el ternero como el gordo, registraron subas del 60% y 62% interanual, respectivamente. Si agarramos el lápiz y hacemos un poco de memoria, veremos que el valor mencionado coincide a grandes rasgos con el aumento en mostrador.
Lo bueno, es que arroja indicios de lo que se viene de aquí a fin de año, lo cual se agradece, teniendo en cuenta el apotegma criollo que afirma que “el que avisa no traiciona”: por estos meses, estaría verificándose por una cuestión meramente estacional, una caída en la rentabilidad, aunque se recuperará hacia fin de año (cuando luego de la invernada está listo el denominado”gordo”).
Por lo tanto, sintetiza que como los valores están dentro de los más elevados en términos históricos (cosa que se da por una cuestión mágina en la que ellos no tienen nada que ver); que la rueda productiva continúa girando favorablemente para la ganadería (como toda la vida); y que la demanda internacional muestra una convalidada solidez (para China y Europa, nuestra carne sigue siendo barata).
En fin… la carne seguirá subiendo. Y si están recomendándola como “resguardo de valor” o “medio de atesoramiento”, significa que el poder adquisitivo del salario argentino continuará bajando por lo menos de aquí a marzo del año que viene.
Las vacas están gordas; los escuálidos somos nosotros.

Fuente: Agroclave

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