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Un lobby para la carne artificial

Varias instituciones han comenzado en los últimos meses a poblar el tema en medios de comunicación, foros internacionales,e incluso en el seno de Naciones Unidas. La invitación es a consumir carne artificial para reducir el calentamiento global.
Redacción
Desde hace al menos un par de décadas se viene tratando de imponer mediante diversos mecanismos, que el desarrollo industrial de las naciones debe detenerse porque de lo contrario el daño al ambiente será irreversible. Si bien el tema no es para subestimar, existe una realidad material concreta: los enunciados al respecto no condenan directa y fehacientemente la contaminación emitida desde las grandes factorías internacionales, pero limitan los avances de las naciones subordinadas en el área.
Países como Argentina por ejemplo, dado su parate industrial de casi 50 años y su situación de total subordinación ante las potencias mundiales, deberían dar un sinnúmero de explicaciones ante los Foros internacionales por pretender retomar un camino industrial autónomo y conveniente.
Como esa es una discusión que paulatinamente se va instalando, el lobby ambiental crece y comenzó a avanzar sobre otras áreas. Así, las industrias agropecuarias están en la mira.
La agencia de noticias estatal Télam, publicó días atrás un artículo abordando el tema. Afirma, citando a la revista científica “Nature”, que la sustitución del 20% d ella carne vacuna y de cordero por proteínas artificiales “podría reducir a la mitad las emisiones de dióxido de carbono (CO2) antes del 2050”, dadas las consecuencias que acarrea la deforestación para el ejercicio de la actividad ganadera.
Según Télam y la revista nombrada, en base a las proyecciones de crecimiento poblacional mundial y su correspondiente demanda alimentaria, “reemplazar la mitad del consumo de carne roja por proteínas denominadas microbianas, cultivadas en recipientes de acero inoxidable, reduciría en más del 80% la pérdida de árboles y la contaminación por dióxido de carbono (CO2)”.
Desde el Instituto el Instituto de Investigación sobre el Impacto del Cambio Climático en Potsdam, Alemania, afirman que con un cambio “pequeño en el consumo de carne de rumiantes, las emisiones de gas de efecto invernadero provocadas por la deforestación tropical pueden ser bastantes reducidas”; y respaldan esas afirmaciones con informes de la ONU.
Se argumenta, con cierta precisión técnica que el sistema alimentario mundial produce una tercera parte de las emisiones de gas con efecto invernadero, y la producción de carne de res es el principal responsable del sector agrícola, porque la industria bovina lleva a la destrucción de los bosques tropicales para dar espacio a pastizales y cultivos, como la soja y el maíz, destinados a alimentar al ganado. Las vacas al mismo tiempo, son una mayor fuente de metano – gas de efecto invernadero – 30 veces más poderoso que el CO2 si se proyecta su efecto a 100 años.
Lo curioso es que en lugar de objetar el modo de producción agrícola a partir del paquete tecnológico aplicado, lo que se ataca es la fuente de alimentación. En lugar de poner las bases de la apertura para retomar y recuperar técnicas de producción más convenientes, el objetivo parece ser entregar la comida a los laboratorios.
Los informes argumentan: “los sustitutos de carne microbianos están presentes en los supermercados desde hace décadas, pero ahora que el mundo se esfuerza en hallar soluciones para el clima, estos «nuevos alimentos» se están convirtiendo en una industria importante para las próximas décadas”.
Las proyecciones de los lobbystas, afirman que la superficie destinada a la agricultura aumentará en 1.000.000 de kilómetros cuadrados. Pero, si se reduce la quinta parte del consumo de carne vacuna y se la reemplaza por preparados de laboratorio, la superficie cultivada será menor que la actual.
Más allá del precio actual de la carne vacuna que la hace inaccesible para la mayoría de la población, hay un factor que esta campaña internacional tendrá como consecuencia: la proteína animal es fundamental para el desarrollo alimentario del ser humano.
Reemplazar el mismo por proteínas artificiales, no sólo disminuirá la calidad alimentaria, sino que también aumentará su costo de venta. El consumo se achicará y el mercado se concentrará.
En definitiva, si la humanidad no modifica su concepción respecto de las tecnologías que se aplican para la producción de alimentos, la hambruna será tan grande que poco importará el calentamiento global.

Fuente: Télam / AgendAr

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1 Comment

  1. pablo gerardo olano dice:

    Es increible!!echamos la culpa al alimento,jajaja!la el trigo , el girasol ni que hablar de la soja,es todo transgenico!bbueno hagamos una cosa, no comamos y listo! nos morimosmuy naturalmente! el hombre, desde la epoca nuclear, ya esta destinado a dejar de existircomo tal , vivamos entonces un poco tranqulos en el presente!! y peleemos por lo que importa, nuestra soberania!!

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