El sistema denominado como “cama profunda” de buena performance en los cerdos, hace unos años viene siendo probado en la actividad ovina destinada a la producción de carnes, por parte de productores con poca disponibilidad de hectáreas.
Redacción
La metodología ya tiene cierta tradición dentro de la actividad porcina. Sin embargo, desde hace unos años, comenzó a ensayarse con ovinos y caprinos. Según los productores y el propio Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la modalidad permite hacer rentables rodeos de pocas cabezas en reducidos espacios de tierra.
Uno de los lugares del país donde algunos pequeños productores y medianas empresas se tomaron en serio la producción ovina de baja escala fue la provincia de San Luis. Es por eso que comenzó a probarse el sistema de “cama profunda”. El mismo ya comprobó una mayor eficiencia tanto en cría, engorde y seguridad prenatal.
Tanto desde INTA como los productores que ya lo han experimentado, el principal beneficio del sistema de cama profunda es que permite una alta producción en pequeñas superficies. Por ejemplo, una unidad productiva con 145 ovejas madres, carneros y los animales en engorde suman 200 cabezas en apenas cuatro hectáreas.
La producción de ese establecimiento, esta apuntada a la producción de carne ovina; y dentro de este sistema de techado y cama profunda, han logrado conseguir mucha carne – promedio de 35 kilos por animal -, en forma intensiva y en poco espacio.
Como datos ilustrativos, aportamos que cada animal en promedio consume, sea en forraje conservado como heno o ensilaje, o alimentos concentrados o suplementos comerciales, alrededor de 0,5 kilos diarios; al tiempo que consumen una media de 3,5 litros de agua por día.
Por lo tanto, las estructuras armadas para el sistema de cama profunda, deben estar acondicionadas de forma tal que los animales puedan dispones de espacio suficiente, lugares para alimentación y bebederos con agua suficiente según los parámetros mencionados.
Las camas profundas para ovinos se arman en corrales de aproximadamente 30 a 40 metros cuadrados. Los mismos son techados para una mayor y mejor conservación del ambiente, cerrados a los lados y abiertos en los extremos para favorecer la ventilación. Poseen sectores con bebederos y alimentadores.
Las “camas” se arman desparramando abundante paja en el suelo, junto con virutas, cáscaras y rastrojos útiles. La idea es que los animales se mantengan secos, cómodos, y que el ambiente no predomine en orina y estiércol. Además de mejorar el estado sanitario, contribuye al aumento de temperatura media, cosa que favorece a la ganancia de peso – y por ende de carne – del animal.
Algunos productores por carencia de espacio en potreros o alambrados suficiente las mantienen en dicho encierre en forma permanente. Otros, con algunas hectáreas disponibles, las largan para que complementen su alimentación “a campo”, y caminen para el fortalecimiento de la estructura física del animal, principalmente las madres.
Sin embargo, ocurre que en épocas de servicio, es conveniente tenerlas bajo techo: a menos cantidad de horas de sol directo, mayor ovulación y por lo tanto, porcentaje de preñez en la majada.
Si bien, aún el sistema de cama profunda en ovinos se encuentra en la fase experimental y con un importante apoyo de INTA en San Luís, los productores confían en que funcione a mediano plazo, atento a que hace tiempo que se trabaja bajo esta modalidad con porcinos.
Además, la actividad ovina, posee otras alternativas adicionales como puede ser el mercado de la lana. Si bien, la cría y engorde está pensada, organizada y diseñada para la producción de carne, la lana es un producto que los productores intentan colocar en hilanderías o en industrias que fabrican estructuras aislantes.
La clave es la de siempre: quién compra la producción, en dónde y bajo que precio y condiciones. Factores con los que cualquier pequeño y mediano productor se encuentra y son los escollos más difíciles de sortear. Sin embargo, que la cría de ovinos – actividad tradicionalmente extensiva – pueda llevarse adelante a pequeña escala y en espacio reducido, siempre es un aliciente.
Fuente: INTA Manfredi – El Diario de la República / Mundo Agropecuario