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Argentina debe recuperar y volver a consolidar el camino de desarrollo autónomo a nivel de producción de medicamentos y drogas base. El resto de la región tiene el mismo problema; por tanto la integración y la construcción de objetivos comunes es una puerta para la disputa global por las cadenas de valor farmacéutica.

Redacción

Investigadores de la Universidad Nacional de José C. Paz y de la norteamericana Johns Hopkins University, proponen impulsar una agencia regulatoria de medicamentos del Mercosur o de Sudamérica, para “facilitar” la regulación y producción de vacunas, medicamentos e insumos médicos en la región. Según describe la fuente, la iniciativa nació a partir de la descoordinación y posiciones desfavorables que mostraron los países de nuestro continente en las negociaciones con las multinacionales farmacéuticas durante la pandemia de COVID-19.

Los científicos argumentan, que la brecha tecnológica regional en comparación con China y Estados Unidos, sumados a “los vaivenes políticos y la economía pendular característica de las naciones latinoamericanas”, ha sido lo que ha dificultado los procesos de industrialización y de integración regional, consolidando un modelo de primarización económica. Lautaro Zubeldía agrega que el mayor condicionante, es que a partir de los acuerdos y leyes que han facilitado la penetración de las grandes cadenas de valor de la industria farmacéutica, “se consolidó un marco regulatorio legal y productivo que condiciona las posibilidades de producción local de vacunas”. La compra de tecnología a paquete cerrado, facilita la producción de vacunas y medicamentos, que limita el desarrollo autónomo.

Según Zubeldía, hasta finales del siglo pasado, la Argentina conservaba parte del know-how productivo. Luego de 2002, se fueron desmantelando gradualmente “las capacidades organizacionales y de producción local, junto a una entrada masiva de vacunas modernas fabricadas por transnacionales”. En función de las condiciones de transferencia tecnológica descripta previamente, Argentina quedó a merced de la cadena internacional y sólo hace lo que se denomina “fill and finish”; es decir, llenado y terminación.

Los investigadores de ambas universidades, describen que las empresas transnacionales farmacéuticas transfieren eslabones poco importantes de la cadena de valor, de escaso agregado tecnológico, para evitar generar competidores que rompan con el reparto del mercado global. Además, esas vacunas o medicamentos, fueron pensados, diseñados y programados por científicos “externos a la región, por lo que traen incorporados los objetivos sociales, políticos y económicos de quien las diseña”.

La propuesta de consolidar una Agencia Sudamericana de Medicamentos (o del Mercosur) podría ser una herramienta útil para responder de forma coordinada frente a futuras amenazas epidemiológicas, preservando los intereses soberanos de los países de la región al permitirles negociar desde un lugar de mayor fortaleza frente a las transnacionales. La comprobación empírica se vio durante la pandemia de COVID: “cuánto más atomizado y pequeño es el Estado, más probabilidades hay de que la transnacional te imponga sus condiciones”. Construir una agencia regional, permitirá entre otras cosas impulsar el desarrollo de la tecnología regional y – valga la redundancia -, armar cadenas regionales de valor.

Zubeldia pone un ejemplo esclarecedor para quienes no formamos parte del universo científico.  Explica que no alcanzaría con avanzar en un desarrollo autónomo si solamente se lo emprende tratando de acortar la brecha tecnológica. Lo que resultaría un apuntalamiento de dichos avances, sería lograr desarrollar “objetivos acordes a las capacidades productivas de le región y delinear una frontera tecnológica que esté en consonancia con objetivos soberanos”; es decir, los las problemáticas puntuales de la región y los países que la integran.

Y remata con un ejemplo más que ilustrativo: durante la pandemia, las agencias, organismos y las principales empresas farmacéuticas extranjeras, recomendaban las vacunas Pfizer y Moderna. Zubeldía lo explica claramente: “Lo que hay detrás de esos mensajes es el intento de posicionar una nueva tecnología para matar las tecnologías anteriores. Si buscamos acortar la brecha con ese tipo de fronteras tecnológicas, lo que sucede es que quedamos metidos en transferencias que nunca se completan y terminamos pagando asesorías tecnológicas, importando bienes de capital y principios activos, es decir, entramos en un sendero de desarrollo dependiente”.

Por lo tanto, sin resignar de hacerse con los avances y el conocimiento desarrollado en otras latitudes, lo indica es impulsar un sendero realmente autónomo, que ubique una frontera tecnológica local con plataformas locales de producción, con tecnologías a las que podemos acceder, “que sabemos que son seguras y confiables, y que van a generar valor agregado en nuestros territorios”, finalizó Zubeldia.

Fuente: TSS / AgendAr

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