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Comenzó a caminar un “nuevo tipo de cambio” que tendría legitimidad en el sector agropecuario y cadenas asociadas. El mismo es impulsado por empresas que operan localmente en la fijación de precios de exportación y, por ende, repercutirán en el mercado interno. El Gobierno deja hacer tal lo indica su principio de “liberación de la economía”.

Por Pablo Casals

Las empresas, o en realidad grupos y conglomerados de empresas que lanzaron el nuevo “dólar exportador”, son la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) y el Grupo MAtBA – ROFEX. Este último anunció su publicación el pasado miércoles y la BCBA lo estrenó ayer.

Las entidades son centenarias en nuestro país. La Bolsa de cereales está transcurriendo 170 años de su fundación; y la otra surgió de la fusión de el Mercado a Término de Buenos Aires y el Mercado a Término de Rosario, donde ambas rondan los 115 años de vida.

Así, y teniendo en cuenta la prosapia, la “nueva referencia para el mercado de granos”, no fue lanzada en conjunto, pero se corresponden en metodología. La misma es simple: siguiendo la línea instalada por el gobierno de los Fernández Massa con el Programa de Incremento Exportador (PAE) que establecía los famosos “dólar soja”, los mencionados conglomerados empresarios lanzaron su propio índice, y “ordenaron” la cadena, los precios internos de las cadenas asociadas, y se espera que repercuta negativamente en la canasta alimentaria y en sectores productivos que trabajan para el mercado interno.

Su actualización es diaria, y estará pautada por el cierre de los mercados cambiarios. Así, la fórmula de cálculo del Dólar Exportación (DE) está compuesta por el 80% de la Cotización del Dólar Mayorista Comprador del Banco Nación (DMCBN), más el 20% de la cotización del Dólar Contado con Liquidación del Grupo MAtBA-ROFEX (DCCLMtR). En lenguaje matemático, el índice quedaría escrito así:

DE = 0,8*DMCBN + 0,2*DCCLMtR

Según las debidas cotizaciones del día de ayer, la formula se completaría de la siguiente manera:

DE = (0,8*827,60) + (0,2* $ 1.231,06)

DE = 662,08 + 246,212

DE = $ 908,29

Ambas entidades anunciaron que tales cotizaciones serían publicadas al finalizar cada jornada de operaciones, a las 16.15 hs en el caso de MAtBA, y a las 18 hs en el caso de la BCBA

¿Por qué es importante este nuevo tipo de cambio?

Es importante porque “el mercado” se da a sí mismo, una política de fijación de referencia de precios para las operaciones de exportación. Es decir, sin intermediación política gubernamental, le pone el precio que quiere a la mercancía exportada en su relación con el valor del dólar.

La decisión no surgió de un “repollo”. Tiene un desarrollo que viene de años. El cambio de contexto y la supuesta legitimidad que le presta al sector el actual gobierno, permite a estos conglomerados realizar estas acciones casi con total libertad. El único freno estatal posible, estaría dado por la cotización del denominado Dólar Mayorista, en cuya dinámica cotidiana el gobierno interviene comprando o vendiendo dólares a través del Banco Central.

En todos los demás factores, el Gobierno “bien, gracias”; cero soberanía. Las decisiones las toman en definitivas las empresas exportadoras, sus corredores financieros, bancos, aseguradoras y casas matrices en el extranjero.

Los argumentos con los cuales tanto la Bolsa como el MAtBA – ROFEX esgrimieron para lanzar dicho “nuevo dólar”, estaría asociado a un “viejo reclamo del sector agroexportador”, respecto de acortar la brecha entre el dólar oficial y el “contado con liquidación”, que permita ofrecer certezas a los operadores en los mercados futuros, y poder volcar esas referencias en los contratos.

En criollo: los contratos de venta de cosecha que se firman por adelantado, se hacen con un precio estimado a futuro, que coincide con la fecha de entrega efectiva de la mercadería. Ejemplo, la cosecha de soja en abril.

Entonces, “el mercado” internacional – manejado por no más de 8 empresas – establece un “precio futuro” en dólares estimado de referencia para la tonelada de soja en abril. El tenedor argentino de soja puede firmar contrato por ese valor si le parece conveniente.

El problema de siempre, es que dado que dichos intercambios carecen de una política de Estado en materia de precios y comercio exterior, es la pregunta: “¿cuántos pesos voy a obtener por cada dólar exportado?”. Es así donde siempre tiene lugar el tire y afloje entre el productor y las exportadoras; el guardarse la mercadería en silobolsas; la especulación; y demás numeritos a los que ya nos tienen acostumbrados cada año.

Con este instrumento, si bien el problema de las cotizaciones no se termina en forma absoluta porque son cosas que se digitan en el exterior, los principales operadores del mercado “llevan certeza y orden a la cadena agropecuaria”.

Los futuros problemas

Así como el nuevo tipo de cambio – “dólar exportación” – le otorga parámetros de precio al intercambio comercial, también comenzará a generar una serie de inconvenientes a nivel interno, que rápidamente repercutirán en el trabajo y en la mesa familiar.

Hay un principio de razonamiento que forma parte de la estructura del hacer de los sectores empresarialmente poderosos nacionales ligados al mercado externo y a las finanzas. Leído a la ligera, puede incluso sonar correcto, amigable y justo.

De tal “regla no escrita” conocemos algunas partes, que enuncian más o menos lo siguiente: ningún Estado puede intervenir en los precios y por lo tanto las “brechas cambiarias” – la diferencia de cotizaciones oficiales y las de mercado – no deben existir. Asimismo, todo impuesto es distorsivo de los precios “reales”; pero mal aplicados son “confiscatorios” de la propiedad o del producto de la actividad económica.

Para ellos, las cosas “son así”, porque el objetivo de cualquier empresa es ganar dinero, luego poder ahorrarlo y tenerlo a libre disponibilidad para gastarlo o invertirlo en un futuro próximo o lejano, según la conveniencia del empresario; y sin que nadie le diga lo que tiene que hacer.

Pero hay algo más: el precio “justo” de un bien o servicio es “el que determina el mercado”. Pero no cualquier mercado, sino “el mercado que a ellos le resulte conveniente y de referencia”. Para el caso de la política seguida en Argentina: ese “mercado de referencia”, es el que conducen Estados Unidos, Gran Bretaña y sus multinacionales y organismos asociados.

Los “otros” mercados, como por el ejemplo, el de América Latina, el que intentan impulsar los denominados BRICS, y otras variantes y configuraciones; no lo son.

Pero hay otra cosa un poco más grave por su grado de perversidad y contradicción, pero fundamentalmente por el conflicto permanente que está instalado en Argentina: esos conglomerados exportadores y sus empresas directamente asociadas, no están dispuestas a pagar en el mercado interno proveedor, lo que esos bienes y servicios pagan en el “mundo” al que ellos son tributarios.

El primer ejemplo, son los salarios; el segundo los servicios; y el tercero los insumos. Ahí les agarra un ataque de proteccionismo distorsivo y confiscatorio feroz en aras de proteger la “competitividad internacional”.

Como se habrán dado cuenta la lectora y el lector, los argumentos no tienen gollete; pero tiene efectos nocivos permanentes.

Timba mata Soberanía

Para cerrar, un par de ejemplos de lo que comenzará a suceder de aquí en más con este nuevo tipo de cambio de raíz financiera no productiva.

Un caso será el del maíz. Insumo fundamental para varias cadenas productivas en tanto forraje, como por ejemplo la cadena láctea, la aviar, la porcina y la vacuna. Los animales, comen maíz entre otras cosas.

Si este cereal de cara a su exportación posee un precio de referencia en dólares y pesos, todo aquel productor o tenedor de maíz que no exporte, pretenderá obtener en el mercado interno la misma cantidad de dinero, porque el “principio ordenador son los precios”. Por lo tanto, el productor de pollos y huevos, tendrá que cargar a sus costos de producción el precio de un insumo nacional pero a precio internacional. De ahí para arriba, hasta llegar a la mesa familiar.

Un segundo caso, sería el del trigo; insumo base del pan, fideos secos, galletitas, demás panificados y subproductos. Hago un recorrido mental sobre todas las posibles etapas por las que pasa un grano de trigo desde el campo hasta su mesa, convertido en ñoquis o galletitas dulces.

Podríamos seguir enumerando casos según la cadena productiva y los ejemplos serían múltiples, según la región y las costumbres.

Los lectores nos van a decir: “Chocolate por la noticia. Esto pasó toda la vida en Argentina”. Sí, claro; pero incluso hasta hace 60 días había “alguien” con quién conversar. Ahora, ante cualquier queja, mande un mail a la casa matriz de Dreyfus en Francia; Bunge en Estado Unidos; Glencore en Londres; COFCO en Pekín, y demás itinerarios según cada empresa.

Le han dado al zorro la administración del gallinero. Hemos retrocedido un siglo y medio. Ni los conservadores se atrevieron a tanto.

Fuente: BCBA / MAtBA-RoFEX / Archivo Chasqui Federal

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1 Comment

  1. Francisco López dice:

    El Argentino qué conose la historia de las empresas estatales tiene la obligación de contar cómo fueron creadas.Para que las nuevas generaciones conozcan que el capital privado no creó ni una sola empresa

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