El hermano país y co-integrante del MERCOSUR, según información brindada por su cancillería, se dirigen hacia la consolidación de un acuerdo de libre comercio con el gigante asiático.
Redacción
El presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, anunció el pasado miércoles el comienzo de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China sobre la base de la perspectiva «aperturista» del país suramericano.
Según el mandatario, «a pesar de la pandemia, hemos tenido una política de relaciones exteriores de vinculación con el mundo con vocación netamente aperturista», y que la firma obedece a la estrategia del Gobierno para «tratar de vender, de comerciar los productos, la materia prima, lo industrializado y la tecnología» del país».
Uruguay puso en marcha las diligencias para esta alianzas en 2021 a pesar de estar ajustado a los parámetros del Mercosur donde se establece que los estados miembros deben contar con el aval del resto (Brasil, Argentina y Paraguay) para negociar con otros países. Al respecto, Lacalle Pou refirió que su país ha insistido «una y otra vez» en su intención de «abrirse al mundo» y «establecer todo tipo de acuerdos con distintas naciones». Para él, «los acuerdos suponen prosperidad, oportunidades y trabajo» y su Gobierno está creando estrategias para alcanzar estos indicadores en el país.
Sin embargo, los países de la región miran con atención la marcha de dicho acuerdo. Se sabe que los términos de los tratados de esa naturaleza suelen ser ruinosos para las industrias y los circuitos productivos locales, favoreciendo a las economías más desarrolladas y con mayor capacidad logística.
Asimismo, hay un facto de carácter histórico en el continente: cada vez que una nación hizo un acuerdo de libre comercio con una potencia industrial y comercial, sólo sirvió para fortalecer a un sector gregario ligado al comercio exterior y la producción de materias primas; y actuó de cabeza de playa para expandirse sobre los países limítrofes.

Fuente: Telesur