Vinos y pasas con ritmo dispar
20 diciembre, 2023
El gol del campeonato
20 diciembre, 2023
ver todo

“Discrecionalidad cero”. Esa sería la consigna de cara a la famosa desregulación total de la economía y de las distintas cadenas de la producción. Las 20 o 25 firmas que controlan todos los resortes están a la espera y acomodándose en sus asientos. El resto “ya fuimos”, pero no es algo que “impacte directamente en la macro”.

Por Pablo Casals

Se cuenta que la frase surgió posteriormente ala reunión que mantuvieron el lunes entre el ministro de Economía, Luis Caputo, y la cúpula de la Unión Industrial Argentina (UIA), entidad que nuclea a los principales empresarios del sector industrial manufacturero del país.

Según las fuentes consultadas, más lo reflejado en otros medios – recuerde que la reunión sucedió el lunes -, la discusión transcurrió sobre los carriles esperados: la “macro”; es decir, los grandes números del país en materia financiera y comercio exterior. Poco importa lo demás, que es la vida misma de cualquier trabajador, comerciante, empresario PyME, profesionales independientes, o pequeño y mediano productores agropecuarios.

¿Por qué el interés sólo está puesto en “la macro”? Es algo simple de explicar, aunque los análisis de funcionarios, grandes empresarios o incluso, los medios de posición dominante digan otras cosas. En criollo, todas las voces que se escuchan hablan de la macroeconomía porque es el mundo en el que viven.

Es algo fácil de explicar para que todo el mundo lo entienda: hay un puñado de bancos que manejan todo el movimiento financiero argentino; hay otro puñado de empresas exportadoras de materias primas e importadoras de insumos básicos industriales que regulan la actividad del comercio exterior nacional; existe otro grupito, que a veces fabrica productos industriales, pero tiene el “hábito” de ante la primera de cambio volver a importar manufactura terminada y reventar el trabajo nacional; y finalmente, otro puñado de firmas que manejan la distribución y abastecimiento de los bienes básicos de consumo interno – los “mayoristas” -, que más que mirar la mesa familiar tienen sus antenitas apuntadas hacia los grandes negocios especulativos.

En total, esos cuatro grupitos, están integrados por no más de 20 o 25 grandes firmas y conglomerados que ponen huevos en todas las canastas; más toda una red que se mueve en función de las reacciones de las anteriores.

El resto, es vida cotidiana. La nuestra, la suya, y de la gente que conocemos. Lo volvemos a repetir por si quedaron dudas: trabajadores, comerciantes, empresario PyME, profesionales independientes, o pequeño y mediano productores agropecuarios.

Eufemismos y tradiciones

De la reunión mencionada al principio, trascendieron algunas cosas que eran esperables. Caputo habría dicho mas o menso lo mismo que viene asegurando desde que asumió: a) “aguantar el cimbronazo” hasta que la economía se estabilice; b) terminar con el déficit fiscal; y c) “sincerar” el mercado interno.

¿Y qué quiere decir cada una de esas cosas? Significan cosas simples y perjudiciales para el mundo del trabajo. Algo que de todas maneras viene sucediendo en el país desde hace décadas, pero ahora con una pisada de acelerador.:

a) “Liberar el comercio exterior”. No poner ninguna traba en materia de exportaciones e importaciones de productos y servicios, que tengan que ver con aranceles o impuestos. Esto corre también para en mundo de las finanzas, propiciando una vía libre para la entrada y salida de capitales, sin ninguna limitación temporal o de condiciones de radicación de las inversiones. Timba pura. Aquí se beneficiarán principalmente las 25 firmas mencionadas anteriormente, ya que son las que concentran mayoritariamente las actividades. Ningún empresario textil podrá “competir” contra la indumentaria proveniente del exterior; ningún fabricante nacional de herramientas podrá equiparar precios o condiciones con lo que venga de afuera. El resultado será un aniquilamiento del mundo del trabajo, informalidad laboral y comercial, y cierto “artesanado” de baja escala productiva que pueda arreglárselas para sobrevivir. Para esos tipos, de eso se trata una “economía estabilizada”, donde no hay a ningún tipo de sombra o traba para concentrar y monopolizar las relaciones económicas.

b) Eso significa que, si el Estado genera 10 pesos, “gaste” 10 pesos como máximo. Una pavada importante que tiene mucha adhesión en Argentina. El objetivo acá no es que el Estado esté “bien administrado”, “que no se gasten la nuestra”, o cosas así. La verdadera razón es por un lado, el Estado sea lo más chico y con el menor poder de incidencia posible, de cara a que a ningún gobernante a futuro se le ocurra emprender cosas tales como la soberanía política, independencia económica y justicia social. Por otro, que ante cualquier problema que tengan alguna de esas 20 o 25 firmas mencionadas, salga el Estado a “rescatarlas con la nuestra”. Si hubo alguna “recuperación social”, las empresas tendrán de donde rascar.

c) No hacer absolutamente nada respecto de la cadena precios y escalar el conflicto que se viene desarrollando desde 2012 en adelante cuando comenzó a caer el poder adquisitivo del salario, mediante devaluaciones formales y el no combate sobre los permanentes aumentos en los precios de productos de la canasta básica, insumos y servicios. Otra medida de sinceramiento, serán la desregulación de las relaciones de trabajo. Es decir, dejar con menor cobertura legal al trabajador formal. Esto además de afectar a los directamente vinculados al empleo en relación de dependencia, perjudica enormemente a la gran masa de trabajadores “en negro”. El denominador común de esto: salarios generales a la baja y si reparación; no recomposición de jubilaciones y pensiones; retirada de las asistencia y mecanismos de seguridad social, tal como lo dejó entrever la ministra Petobello, en el mensaje publicado también durante la tarde del lunes.

Los tres factores no son novedad para cualquier trabajador argentino mayor de 30, que ya tiene en su haber un par de episodios de estas características a lo largo del tiempo.

Lo que queda aún saber, son las implicancias de la Ley o Decreto Ómnibus. Hasta el momento de escribir estas líneas – tarde del martes 19 -, lo único que existe es el trascendido que asegura que se trataría de un DNU con acuerdo de ministros y que se conocería en horas de la noche del martes y madrugada del miércoles 20.

Dicen también que su contenido es de más de 2.000 páginas. Es decir, salvo los resúmenes que deben estar pasando a los medios amigos y afines, una vez publicado llevará varios días de lectura y análisis.

****

Las preocupaciones de la Unión Importadora Argentina

Sí, leyó bien. La UIA no escatima en absoluto cuando en lugar de producir y conservar el empleo y manufactura nacional, le conviene importar trabajo extranjero. Por lo tanto, la preocupación de la entidad, pasa más por cómo quedará el asunto de las compras externas que el nivel de actividad nacional.

Ellos se justifican alegando a que si no importan determinado tipo de insumos no pueden fabricar y proveer al mercado interno, o bien a exportar esa manufactura industrial (que generalmente es ensamble de partes importadas).

La preocupación central de la entidad es justamente qué hacer y qué va a pasar con el asunto de las compras externas, subestimando el “posible que decline la actividad» interna. Un pequeño detalle que se lleva puesto lo que queda del aparato productivo nacional, pero que para ellos es una variable más. Si el mercado interno “anda”, avanzan sobre él; de lo contrario concentran lo que les sirve, y el resto lo largan.

Suena feo; lo sabemos. Pero así funciona la semicolonia argentina.

De allí que uno de los principales temas tratados con el ministro haya sido el asunto de los anunciados BOPREAL (Bono para la Reconstrucción de una Argentina Libre). Un bono que fue comunicado por el Banco Central (BCRA) pero que supuestamente aún está en elaboración. El mismo serviría como compromiso de pago futuro en dólares, para importadores que ante el BCRA asumieron deuda en pesos.

Desde la UIA admiten que hay partes de esa deuda que ya está vencida, que tendría que ser pagada; y que los proveedores internacionales no despacharían más mercadería hasta que no comience a regularizarse la cadena de pagos. Supuestamente, esa deuda asciende a 30.000 millones de dólares y ya mitad de la misma sería “intrafirma”. Es decir, las sucursales locales les deben a sus propias casas matrices radicadas en el extranjero. Trapitos financieros que deberían “lavarse en casa”, y no trascender hacia el aparato productivo nacional.

Pero la división internacional del trabajo es así y no respeta soberanías, regulaciones o mercados internos. Menos todavía lo harán los propios aliados internos a esas firmas extranjeras. Porque ahora se están tirando sobre la mesa toda una salsa batida sobre moral, ética y compromisos adquiridos que estaría incumpliendo Argentina como país, y no sus parásitos internos.

Sin embargo, acá, en la China o en Estados Unidos, 30 mil palos verdes es mucho dinero. Si las casas matrices estaban tan preocupadas por el agujero supuestamente incobrable, no hubieran enviado los suministros cuando la deuda era mucho menor. Algo lógico y esperable; a nadie le gusta tener tanta “guita dando vueltas”.

La explicación anterior se hace más contundente con aquellos importadores que no operaban con sus propias casas matrices; es decir, que son “independientes”. Menos que menos.

No se entiende a menos que todo haya sido intencional: ahogar a la Argentina, no dejarle capacidad de maniobra para recomponer sus propias cuentas a través del aparato productivo interno, y terminar de convertirla en un mero exportador de materias primas sin valor agregado industrial, salarios regalados en dólares, y una masa exponencialmente grande de mano de obra de reserva que permita mantener por la propia supervivencia condiciones humillantes de existencia.

Eso no lo hizo Milei en los últimos diez días. Viene de lejos la cosa; y en franca picada desde 2012. La diferencia entre estos es los anteriores – Macri incluido, aunque le pese a él mismo -, es que estos son verdugos. Están entrenados para esto; dijeron que lo iban a hacer; y lo están haciendo.

¿Qué está tratando de hacer la UIA ahora? Ver cómo puede endeudarse, para ver cómo continúa pedaleando en esta senda. Según trascendió, la cúpula de la entidad está negociando posibilidades de pedir préstamos comerciales a los proveedores; tomar créditos en bancos locales a la tasa que venga y después negociar con el BCRA algún salvataje; o tratar de seguir como venían, pero acordando poder pagar con dólares de cualquier origen y color, “blanqueos incluidos”.

La verdad, habría más información para seguir mechando, pero en general es pura imprecisión porque se trata de pequeños movimientos que dan los sectores de posición dominante para quedar mejor parados ante lo que sea que viene.

Hay dos cosas que sí nos animamos a asegurar. Primero, todo lo narrado previamente destruye al PyME y al pequeño y mediano productor agropecuario. A los trabajadores, comerciantes y pequeños talleres ni les cuento. Ni que hablar de aquellos que están fuera de los circuitos laborales sean formales o no.

Segundo; hay un silencio expectante respecto del envío de la Ley o DNU “ómnibus”. Se sabe que en función de lo que allí esté escrito, serán las posibilidades de maniobra para aquellos a los que les quede algún juego por hacer. Para ellos, es la “calma chicha” que precede a la tempestad.

La mayoría estamos afuera de eso. Se trata de la “calma chicha” del momento después, donde en el mejor de los casos, queda la impotencia.

PD: Chasqui Federal Noticias se solidariza y acompaña a las víctimas del temporal que azotó a nuestro país durante el fin de semana. Quien firma la presente nota, sabe de qué se trata sobrevivir a un desastre de esas características y perderlo todo. Nuestro abrazo y compromiso con los damnificados.

Invitame un café en cafecito.app

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *