Los productores de arándanos lanzaron una campaña con la que apuntan a estimular el consumo interno difundiendo los beneficios de esta fruta fina y enseñando distintas maneras de comerlas. Argentina exporta 5.000 toneladas, la cuarta parte que hace una década.
Redacción
Los productores de arándanos argentinos pasaron de exportar 20.000 toneladas a sólo 5.000 en menos de una década. El arándano es una fruta fina, chiquita, azul, muy rica; pero que casi no tiene inserción en el mercado interno nacional. Los motivos son variados, pero el principal, es la orientación de ese segmento hacia la exportación, y el alto precio ofertado para el consumo local.
Ante este panorama, los productores de la fruta fina, comenzaron en 2016 una campaña denominada «Mejor con arándanos»; y este año esperan colocar en el mercado local unos 5,5 millones de kilos de “blueberries”. Es decir, una caja por persona.
Según la cámara de productores, denominado ABC (Argentinean Blueberry Committee), los arándanos comenzaron a cultivarse en la Argentina en los ´90, con el objetivo de abastecer al mayor mercado del mundo, Estados Unidos, aprovechando la contraestación, tal lo hacía Chile. Así, Argentina llegó a tener más de 4.600 hectáreas cultivadas.
Siguiendo los pasos chilenos, la promoción internacional de la fruta y la difusión de un ideal de “vida saludable” donde el arándano sería un actor clave, otros países comenzaron a desarrollar la cadena productiva como fue el caso de México y Perú. Este último se transformó en el principal exportador del mundo – 300 mil toneladas -, desplazando a Chile.
La caída de la producción en Argentina tiene tantos responsables señalados como cantidad de actores se consulten. Todos coinciden en que sólo alcanzó una década para que en el país de pase de producir 20.000 toneladas a 5.000; y que en ese interín se fueron perdiendo mercados. Los principales centros de producción de esta fruta en nuestro país, son las provincias de Entre Ríos y Tucumán que concentran el 90% de la producción repartida en cerca de 80 establecimientos.
Algunos productores o empresarios del sector, responsabilizan a las políticas de exportación, tipos de cambio y aranceles. Otros a la no operatividad de los cuerpos diplomáticos argentinos para influir en los principales países compradores como son Estados Unidos, Inglaterra y la Unión Europea. En otros casos se responsabiliza al costo de los fletes: el transporte aéreo se encareció por encima del costo tolerable sin afectar rentabilidad; y el transporte marítimo también se pone cuesta arriba al ir descendiendo la producción y el tonelaje exportado.
El descenso de ganancias, hizo perder inversión al sector; y por ende quedar a la zaga de las condiciones de calidad que exigen esos tres mercados. Ergo, de aquellas 4.600 hectáreas cultivadas, hoy quedan la mitad.
Desde ABC por otra parte, alegan que han buscado otros destinos de exportación como Israel, y que comenzaron a apostar intensamente al mercado interno. Sin embargo, y a pesar de que el consumo argentino de arándanos aumentó un 25% durante 2021, no llega a un décimo de lo que implica Estados Unidos. Algo lógico; el país del norte en términos económicos es 50 veces más grande que Argentina.
Así, el arándano comenzó de apoco a tener presencia en el mercado interno nacional, no tanto como producto fresco, pero sí en congelados y elaboraciones de la industria de la alimentación (yogures, helados, licuados y derivados).
Desde aquí se podría arengar a lo mismo de siempre. Si exportar la fruta no es rentable y la producción se ha reducido a la cuarta parte, bien se podría implementar políticas específicas para orientar el consumo hacia el mercado interno, a precios coherentes con el bolsillo nacional. Si la idea es exportar, existen además de los mencionados, otros 150 países en el mundo, a cuyas poblaciones puede llegar a gustarle el arándano.
De fondo, es lo de siempre: cómo se planifica la política de producción y en función de qué objetivos.
Fuente: SudoesteBA / ABC / Banco Mundial