Se está poniendo lindo. A casi 250 años desde que se tiene registro de algunos precios de bienes y productos de consumo masivo (morfi principalmente), hay medios de Capital Federal que detectan desabastecimiento de productos en los supermercados. ¡Qué cosa más terrible! ¡Van a convertir a la gran ciudad en un cúmulo de pajueranos! ¡Mire qué lindo mi país paisano! Ahora lo vas a ver como lo vemos nosotros…
Por Pablo Casals
La bajada o introducción a la nota tiene una especie de cuota de ironía, como recurso para no indignarse y/o incluso lanzar contra la fuente un insulto poco apropiado. Ayer por la tarde, el diario porteño Página 12, publicó una nota, donde revela datos y porcentajes aproximados del delito que viene cometiendo las grandes empresas comercializadoras de productos de primera necesidad y, principalmente, los incluidos en los listados del programa de precios máximos consensuados denominado “Precios Justos”.
Ahora vamos a recorrer el texto. Pero antes queremos decir algunas cosas. Si bien el diario mencionado no menciona la fuente de información, dado el nivel de detalle expuesto, los datos parecen provenir desde la Secretaría de Comercio y alguna organización que está teniendo participación en los relevamientos de control. Es decir, es información que podríamos tomar en principio como certera.
Créanos, más allá de lo que digan, los seguimientos de precios y stock, nunca se hacen fuera de Buenos Aires y aledaños. Si así fuese, la inflación oficial treparía al 250% anual de promedio. Pregunte si no, cuánto costaba el kilo de falda en Gregores – Santa Cruz – el 15 de enero de 2022, y pague lo que le pidan ahora en dicha localidad. Los paisanos no decimos mucho porque ya tenemos bastantes problemas. No está la cosa para atender porteños sobradores; o al menos, con poca voluntad de conocer lo que sucede y mucha vocación por llamar la atención.
Pero hay otra cosa que confirma la casi veracidad de la información: que el relato que realiza el cronista con asombro e indignación, es lo que ocurre usualmente y desde que se tiene memoria, más allá de la Ruta 6. Incluso, antes que esa vía se convierta en camino oficial, era un recorrido que hacían arrieros y caravanas comerciales desde y hacia Buenos Aires.
Cuando desde hace décadas los periodistas de las provincias describen todos los problemas asociados al par inalterable “suba de precios por distancia + abastecimiento insuficiente”, son tildados desde la ciudad central – en el mejor de los casos – de “exagerados” o “aficionados” en la tarea de informar. Sin embargo, el valor de los bienes y artículos básicos no sólo se encarece, sino que se transforma en una rueda de usureros, donde el más grande y de más arriba, “perjudica” al de abajo (más chico y más débil).
Así las cosas, eso mismo vivimos que en las provincias desde que el mundo es mundo, ahora está pasando en Paraná y Corrientes – pleno centro de CABA -. Bueno… bienvenido a tierra adentro paisano; venga y tomemos un trompito, mi loco.
¿Qué dice Página 12? Bueno, más o menos lo siguiente: que las 30 grandes empresas del consumo masivo han resuelto dejar la mitad de la demanda insatisfecha, “vaciando las góndolas con la intención de que no se renueve el plan Precios Justos – después de marzo -, que no sólo es un congelamiento de 2.500 productos por 4 meses sino también la pauta de aumentos autorizados por el Gobierno para todo lo que no está congelado”.
El diario afirma también que “se derrumbó el abastecimiento de los fabricantes de alimentos, limpieza e higiene a los grandes supermercados”. Que la mayoría de las firmas provee menos de la mitad de la mercadería comprometida: “en los últimos quince días – en referencia a la primera quincena de enero -, se expresó de manera más dramática y visible dado que hay góndolas directamente vacías o productos que no se consiguen”.
No pasa nada muchachos. Se paga más caro lo poco que llega; y lo que no se consigue, no se consigue. Así vivimos nosotros desde siempre. Lógicamente, ustedes no podrán decir, “aahh; cuando vaya a Buenos Aires, me voy a comprar o a comer tal cosa”. Porque bueno; ya están en Buenos Aires.
Seguimos… Dice Página 12 que la Secretaría de Comercio “está controlando remitos que terminarán probando el nivel de falta de entregas”. Y afirma: “la empresa de panificados Fargo, que tiene alrededor de 20 productos en Justos, envió en los últimos 15 días sólo el 19 por ciento de lo que le demandaron los supermercados. Los productores de pan de mesa son, básicamente, dos, por lo cual el dato es fuerte. Arcor, la alimenticia de los Pagani, cumplió con el 32 por ciento de lo pedido; mientras que Bagley, que también es de Arcor y tiene 27 productos en Justos, entregó el 59 por ciento de la mercadería pedida”.
Sigue Página: “Beiersdorf fabrica las cremas Nivea y las Curitas y es una de las firmas que tiene 97 por ciento de cumplimiento en el abastecimiento. En la otra esquina está Café La Virginia, que además aporta café La Morenita a Justos, que no está entregando nada de producto. La cervecera Quilmes, en tanto, entregó en los últimos quince días un 28 por ciento promedio para su gama de productos, y Coca Cola es otro de los altos aportes, con un 83 por ciento de cumplimiento del abastecimiento. En la otra esquina, Pepsi cumplió sólo con el 38 por ciento de lo comprado”.
“Colgate Palmolive, – continúa el diario – la empresa de pastas dentales y jabones cumplió con un 64 por ciento del abastecimiento. La alimenticia francesa Danone vendió el 53 por ciento de lo pedido por los super. Un caso curioso es de la yerba, producto por excelencia de la mesa de los argentinos: la empresa Las Marías, que produce entre otras marcas a Unión, proveyó sólo un 30 por ciento promedio”.
Más adelante, describe en cuanto a las empresas multinacionales que comercializan productos fabricados en el país por sus filiales en Argentina, o directamente importados desde los orígenes de manufacturación, que las mismas, “tienen bajísimo nivel de entrega. Algunos casos: Johnson y Johnson un 23 por ciento, Loreal un 18 por ciento y Kimberly Clark un 42 por ciento. Lo mismo ocurre con Unilever, que no sólo produce limpieza sino también alimentos, que vendió por un 52 por ciento y Procter and Gamble, con un 37 por ciento”. Nombra también a Nestlé, Mondelez (ex Kraft), y Quickfood con porcentajes similares.
Finalmente, en la nota titulada “El boicot al plan anti inflación de Massa: cuáles son las grandes empresas que vacían las góndolas”, el periódico porteño menciona que las empresas argentinas tampoco cumplen con lo acordado: “la harinera Morixe vendió un 31 por ciento promedio y Molinos Río de la Plata un 35 por ciento”. Luego informa que Mastellone, “abasteció un 74 por ciento en leches y dulces. Papelera del Plata, otro gigante nacional, sólo abasteció el 32 por ciento de los pedidos. Manfrei, otra fábrica láctea que está en Justos, aportó sólo un 28 por ciento; mientras que la cooperativa Sancor entregó prácticamente el 100 por ciento de lo pedido”.
Hasta aquí lo que desarrolló Página 12. ¿Da para indignarse? Por supuesto. El Gobierno nacional debería hacer cumplir la ley de Abastecimiento, tiene evidencia suficiente y probada desde hace décadas para poder hacerlo, describir mecanismos especulatorios, y de como se divide y segmenta a la población de todo el territorio en consumidores de primera (ABC1) hasta la una quinta categoría. Esto sucede en Ushuaia, en La Quiaca y en cualquier esquina porteña.
Las escuelas de marketing y comercialización han convertido este disparate en “conocimiento técnico de nivel académico”. Es decir: aquello que sanciona el Código de Comercio de la Nación, y que la legislación vigente en materia de abastecimiento y distribución también condena, se ha transformado en conocimiento científico desde hace un par de décadas.
Todo esto que acabamos de contar y también transcribir de un diario porteño de amplia circulación, en las provincias – o mejor – más allá de la Ruta 6 sucede, sucedió y continuará sucediendo de no haber decisiones políticas drásticas.
Queridos hermanos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y alrededores inmediatos: bienvenidos a la Argentina histórica. Aquella que según los abogaditos porteños, tiene ciudadanos de primera, segunda, tercera, cuarta y quinta categoría.
Ojo al piojo. Pareciera que están tratando de correr la línea fronteriza, desde la Ruta 6 hacia el Bajo. Los unitarios empleados históricos de las potencias comerciales también acabarán con Buenos Aires.
Fuente: Página /12