Según un sector de los productores, al no “existir” una normativa u organismo que regule las relaciones hacia adentro de la cadena vitivinícola, se ha llegado a una situación de virtual monopolio y concentración absoluta. Entonces, ¿qué pito toca el INV?
Redacción
Un informe y entrevista publicado por el portal agropecuario “Bichos de Campo”, dió a conocer pormenores de las relaciones entre los productores primarios de uva y las bodegas. Por ejemplo, mencionaron que un productor puede vender directamente la uva, o acceder al sistema de “maquila”.
Estos, son contratos que se firman con la bodega, donde el productor entrega la uva y el establecimiento bodeguero elabora vino o mosto. El productor puede ir vendiendo el resultado procesado durante el año.
Es un mecanismo que creció a la luz de la escasez de regulación específica y con costos atados al precio del dólar y los índices de inflación. Por lo tanto, se presta ala especulación permanente de parte del sector de la cadena con mayor espalda y poder de maniobra. Según los productores, hasta el momento, el precio del vino no ha variado respecto del mes de febrero. El litro está cotizado en $ 60 tanto para blanco, tinto y el mosto.
Por otra parte, a ese valor congelado, hay un factor de arrastre que también repercute si se mira el ciclo completo. Durante la vendimia, el sector productor había propuesto a las bodegas un precio por kilo de uva de $40. La negociación terminó cerrando entre los 32 y 35 pesos.
Según los productores, la uva compone el 60% del precio del vino hacia el interior de la cadena. Si ya durante la cosecha, el sector productor – por empuje y relación de costos – estaba planteando la necesidad de cotizar el litro de vino a $ 66 (y 40 pesos el kilo de uva), implicaba entonces una diferencia a favor de los bodegueros de casi el 10% . Mientras tanto, los productores han visto incrementados sus costos totales en casi un 100% a lo largo de todo el ciclo.
Las fraccionadoras más grandes del mercado interno que son en definitiva , las firmas que ejercen presión hacia”abajo”; es decir, hacia el resto de la cadena, son: el Grupo Peñaflor, Fecovita y RPB (Baggio). Entre las tres concentran el 70% del consumo interno de vino y de la exportación del mismo.
Por último, y según la fuente, una de las bodegas mencionadas, habría “apurado” a los viñateros que intentaron acordar un mejor precio, con la posibilidad de importar vino a granel, si estos no aceptaban las condiciones de compra venta.
Ahora bien… Más allá de lo descripto previamente, no es verdad que no “exista” un organismo que regule o arbitre dentro de la cadena productiva. Supuestamente, el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) se encarga de esas cosas; más allá del rol de los gobiernos provinciales y de las distintas Cámaras que representan a los distintos actores del sector.
Sin embargo, nos vuelve la sospecha fiscalista: en lo que va del 2022 y a pesar que la situación empeoró respecto del año pasado, sólo en exportaciones de vinos y mostos la cadena superó los 730 millones de dólares entre enero y septiembre. Aproximadamente, y según el tipo y variedad, el precio de exportación de la tonelada de vino, es de U$S 3.250; mientras que la tonelada de mosto concentrado, ronda los 1.525 dólares.
¿Qué pito toca entonces el INV? Mientras la facturación por exportaciones marche hacia adelante y la recaudación en el sector no caiga, no toca nada.
Fuente: INV / Bichos de Campo