Lamentablemente damos inicio a lo que pude llegar a ser una prolongada saga de notas y análisis respecto de los hechos y alcances que tiene y tendrá la norma. Incluso si somos capaces de revertirla, será propicio continuar ahondando sobre ella. Salga como salga esto que acaba de volver a nuestras vidas, no deberá ocurrir nuevamente.
Por Pablo Casals
Ayer por la mañana publicamos un pequeño comentario relativo al DNU 70/23, mencionado su daño generalizado a todas teclas y resortes del sistema productivo, lo conmocionante de su contenido, expresando la necesidad de su análisis pormenorizado.
El lector seguramente ya está atiborrado de escuchar, mirar y leer respecto de las repercusiones y posibles alcances, además de bregar una pronta solución o reversión del mismo. Son factores que dependen fundamentalmente de la capacidad de movilización popular, la acción de las organizaciones libres del pueblo, y el nivel de estatura política de nuestros representantes.
Periodísticamente nos queda contar, explicar y analizar los hechos y sus alcances. Cuando se puede también, historizar un poco sobre los temas abordados. Tareas que, si bien forman parte de nuestra línea editorial y dinámica de trabajo cotidiana, hoy nos vemos en la necesidad de ser más certeros y eficaces.
No se trata de sufrir de “ansiedad de novedades”. Se trata de dar cuenta de los hechos. Chasqui Federal es un medio abocado al trabajo argentino y sus cadenas de producción en todo el territorio nacional. Abordamos sus problemas, damos publicidad a las buenas nuevas, y analizamos sus potencialidades.
Todo eso con la dirección en el plano de las ideas, de concebir al aparato productivo como vehículo del trabajo, la vida comunitaria y la ciudadanía, y las tres banderas históricas del federalismo popular provinciano: la soberanía política, la independencia económica y la justicia social.
Tres banderas absolutamente pisoteadas en la Argentina de la última mitad de siglo, y a las cuales el actual gobierno vino a pretender dar el tiro de gracia.
El DNU 70/23 rompió casi todo; y quedan aún conocerse el famoso “paquete de leyes” que el Ejecutivo al mando de Javier Milei enviará al Congreso. Se puede esperar cualquier disparate. Para qué decirles otra cosa.
Honrando el compromiso asumido, sirva esta nota de introducción a lo que seguramente por mucho tiempo será la cobertura y el desglose de los contenidos de la norma conocida el 20 de diciembre; a la que se irán sumando los otros disparates por venir.
Es más, de ocurrir a la brevedad posible que la fuerza del pueblo logra dar por tierra el DNU 70/23, seguiremos en la tarea de describirlo y analizarlo.
¿Saben por qué? Porque es la actualización doctrinaria del viejo plan de colonización y saqueo de nuestro país. Entonces, aunque este hecho termine en una posible victoria popular, la historia nos vuelve a demostrar que jamás dejará de ser suficiente volver, una y otra vez, a lo que se intentó hacer.
Por el contrario, si esta batalla se desarrolla sin suerte para el pueblo, será parte de la dignidad misma de nuestra tarea periodística, dar cuenta del desastre causado.
Sabemos las consecuencias que eso podría tener. Absolutamente. Pero es el oficio que hemos elegido.
Para cerrar, sólo reforzar un punto que mencionamos ayer: el DNU 70/23 además de ser violatorio de la Constitución Nacional, es asimismo un acto de Traición a la Patria, porque vulnera todos los principios y pilares fundamentales de nuestra Nación.
No deja casi ninguno parado. Suponemos que lo poco que ha permanecido indemne será abordado en el paquete de leyes por venir.
Todos y cada uno de sus artículos tienen un destinatario a su medida destinado. Todos y cada uno de los grandes actores de la vida nacional e internacional que obtengan beneficios directos e indirectos de los alcances del DNU 70/23, sea por modificar la propia legislación o por garantizar su capacidad dominante de mercado, serán en principio señalado como ideólogos, asesores, acompañantes y/o financistas de la organización política que alcanzó el Poder Ejecutivo.
Tenga el lector presente una última cosa: estas medidas no son nuevas en Argentina. Tienen amplia tradición en el país desde hace más de 200 años. Sepa sin embargo, que cada vez que habían llegado al poder del Estado, lo habían hecho a partir de golpes de Estado y asalto de las instituciones.
Ahora, llegaron a través del legítimo mandato popular y avisando previamente sobre lo que pretendían hacer.
Tal vez, los subestimamos. Tal vez – como pueblo – dejamos de estar alertas.
De seguro y equivocadamente, cambiamos las prioridades: dejamos atrás las banderas de soberanía, independencia y justicia social; para ponderar las de la soberbia, el hedonismo y la individualidad.
Escribió Jauretche hace 70 años: “también se muere de empacho”. Capaz que nos pasó algo así.
Como sea, es hora de levantar la cabeza y revertir la situación.