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El interés por las legumbres de invierno

La sequía y la escasez de dólares, han propiciado que desde las grandes entidades que planifican la producción agropecuaria en Argentina, comiencen a proponer “salidas” convenientes, para llegar “bien cubiertos” a la siembra de la gruesa en 2024.

Redacción

Tras las últimas tres campañas caracterizadas por la sequía y cuyo saldo ha sido una baja reserva de humedad en los suelos de las regiones productivas, desde varios sectores del mundo agropecuario vienen promocionando la utilización como cultivo de cobertura a las arvejas y garbanzos. Es decir, las legumbres de invierno.

Una de las principales impulsoras de esta propuesta es la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPrESiD), que empuja firmemente a las legumbres como alternativa a la campaña fina, se cara a dar cobertura y reservas de nutrientes a los campos, parque de esta forma estén preparados para la soja o el maíz tempranero.

No es casual que AAPrESiD lo impulse. Esta entidad fue una de las más criticas durante la pasada campaña, a partir de que por las condiciones de seca y el encarecimiento de los agroquímicos, los productos hayan abandonado al menos parcialmente la metodología de siempre directa, para volver al arado. De allí que, además de manifestar públicamente su descontento, la entidad comenzó a impulsar alternativas de cara a lograr la continuidad de la metodología.

Como parte de la promoción, argumentan que los excedentes que no acapare el mercado interno, tienen una fija por la demanda externa hacia esas legumbres, principalmente desde Europa, Estados Unidos y Canadá. De esta manera, vienen difundiendo algunos consejos, de cara a garantizar calidad y rentabilidad, en función de la posible demanda de esos destinos mencionados

Así, y a partir de las condiciones de humedad en la zona “legumbrera” cordobesa, aconsejan la carga – o siembra – de un 80% del potencial por hectárea de garbanzo, de cara a que registrándose un régimen de lluvias de 150 milímetros, el rinde garantice margen económico a la hora de comercializar la producción. En cambio, para la arveja, teniendo en cuenta el mismo registro de precipitaciones, la recomendación es de utilizar el 60% de la capacidad del campo.

Respecto de los agroquímicos, aconsejan cantidades mínimas de fertilización de durante la siembra. Luego compensar las deficiencias de fósforo, indicando que lo adecuado es una dosis de cinco kilos por tonelada de arveja, y de ocho kilos por tonelada de garbanzo.

Tanto el garbanzo como la arveja – aunque especialmente el primero -, se está fogoneando de cara a dar una mayor cobertura a los suelos para encarar los ciclos de soja y maíz, siempre y cuando se trabajen desde la siembra directa. Así, lo que se propone, es suplantar con ambas legumbres, la fina (trigo y cebada) cuya siembra en junio para cosechar en noviembre o diciembre; como así también para sustituir al girasol, cuyo periodo va de agosto a enero.

Depende la región o si es de primera o segunda, la soja se siembra entre septiembre y enero, para ser cosechada – según el caso – entre abril, mayo y junio. El maíz, por su parte, el periodo de siembra es el mismo que en la soja, y su cosecha se realiza mayoritariamente entre marzo y mayo según la región.

Lo demás, entre ciclo y ciclo, depende de la metodología de barbecho; y ya sabemos que en el mundo del paquete tecnológico de siembra directa, impera el corto o el químico.

En fin… esperemos que de tener adhesión la propuesta productiva, las legumbres bajen su precio en mostrador para el consumo familiar.

Fuente: AAPRESID / INTA / Infocampo

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