El sector energético requiere planificación a largo plazo 

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El sector energético requiere planificación a largo plazo 

Cada tanto, nos damos el gusto de publicar las notas que Carlos Andrés Ortíz* publica en su portal personal -donde también se encuentran un sinnúmero de trabajos de su autoría. Acá no se trata de coincidir plenamente plenamente. No hace falta. Lo que sí es necesario es intentar comprender cómo funciona y de qué va la matriz energética nacional y la generación. Plano estratégico y fundamental si los hay a la hora de hablar de soberanía política e independencia económica.

Redacción

Múltiples son las sucesivas trabas que impidieron el pleno desarrollo del importante potencial hidroeléctrico nacional. Algo similar ocurre con el Sector Nuclear, ambos vinculados con serias planificaciones a largo plazo imbuidas de claro sentido de Lo Nacional; lo cual se entiende si se considera que son las dos tecnologías aptas para generar Energía de Base, produciendo a bajos costos reales por kWh, siendo usinas de muy largas vidas útiles y de muy bajos o nulos índices de polución ambiental. 

No es casual que el núcleo duro de oposición a una necesaria planificación, tiene notables coincidencias con los sectores doctrinarios liberales, o directamente responde a los dictados del núcleo de poder ultra conservador identificado con esa doctrina político económica, y sus derivadas neoliberalismo y libertarismo. Sostenedores de la falacia según la cual “el mercado todo lo soluciona”, los liberales y similares doctrinarios ultra privatistas, desdeñan las planificaciones más allá del cortoplacismo así como las intervenciones estatales -imprescindibles para concretar inversiones de largo aliento como las hidroeléctricas y las nucleares-, y sus cerrados análisis de factibilidad, se cierran en el corto plazo, sin analizar factores esenciales, como las vidas útiles reales de las distintas tecnologías de generación, los costos reales por kWh, y las evidentes fluctuaciones ascendentes de los mismos, por encarecimiento de los combustibles y lubricantes, que pasan a ser componentes esenciales de costos de las usinas termoeléctricas, a las que favorecen los economistas y operadores del establishment liberal y afines. 

Pero para complicar más el panorama, y hacerlo casi inentendible para no especialistas en Energía, puede advertirse que los militantes más fervorosos, en muchos casos violentos (y usualmente poco o nada reflexivos), del ultra ecologismo, de hecho, pasan a ser factores de presión muy afines a las posturas del liberalismo a ultranza en lo concerniente a la Energía. 

Analizando con objetividad, surgen claramente las vinculaciones entre las políticas económicas liberales y similares (neoliberales, libertarios, y otros “libre pensantes”) -genéricamente llamadas “las derechas” del arco político-, con los muy fuertes intereses creados de petroleras – gasíferas, la termoelectricidad (que consume esos combustibles como insumos de generación), y en las últimas décadas el poderoso lobby vinculado con las “renovables sesgadas” eólicas y solares, las que como respaldo de sus intermitencias, necesitan contar con nuevas usinas termoeléctricas, en general del tipo de Turbinas de Gas, nombre genérico de equipos, que funcionan con petróleo o gas. 

Aunque a no especialistas en energía pueda ser desconocido e incluso “imposible”, resultan evidentes las conexiones bajo cuerda, de los intereses que mueven a las termoeléctricas y las “renovables sesgadas”. 

Las “renovables sesgadas”, como uno de los focos del accionar del ecologismo cavernario, tienen como los más fervorosos y nulamente fundamentados, a los llamados “ecologistas de izquierdas”, ex militantes o simpatizantes del marxismo y/o trotskismo, que en los hechos terminan siendo totalmente funcionales a las “derechas” del gran capital transnacional, a las que dicen aborrecer. 

Cabe aclarar que las definiciones de “izquierdas y derechas”, muy en boga hoy, tienen tintes dogmáticos, y sin inocencia alguna, “ningunean” de las definiciones políticas al importante sector que prioriza los Intereses Nacionales, y que, como tal, no cuadra ni con izquierdas y derechas, anacrónicos conceptos que datan de la Revolución Francesa, y que hoy en buena medida abonan a las confusiones y excesivas simplificaciones conceptuales. 

Así como los “privatistas de la economía” liberales y similares, recurren a parcializados enfoques económicos, para sustentar las supuestas “conveniencias” de priorizar las generaciones eléctricas en base a petróleo o gas, para lo cual enfatizan los enfoques cortoplacistas y de visión financiera; los muy dogmáticos y poco o nada entendidos en Energía militantes del ecologismo cavernario, recurren al terrorismo ecologista, para demonizar a las usinas hidroeléctricas y nucleares, promocionando a ultranza a eólicas y solares, con lo cual terminan favoreciendo a la termoelectricidad, pues este tipo de usinas deben ser el “respaldo en caliente” (funcionando) de las ineficientes e intermitentes “renovables sesgadas”. 

Salvo expertos en Energía, muy pocos saben que, en los hechos, las eólicas y solares necesitan del respaldo “en caliente” (funcionando), de generadores convencionales (que queman petróleo o gas), para suplir los baches de generación que causan las crónicas intermitencias de esas “renovables sesgadas”. Si bien no es muy conocido en su real dimensión, muchos de los más fervorosos y a la vez muy poco o nada fundamentados militantes del ecologismo cavernario, que apoya hasta irracionalmente a las “renovables sesgadas”, son militantes de las “izquierdas huérfanas de causa” … que terminan siendo funcionales a los grandes poderes del capitalismo transnacional, que dicen aborrecer. 

Gobiernos y opositores de orientación “libre empresista”, contrarios acérrimos de la injerencia del Estado en la economía (pero que aceptan muy gustosos las ayudas estatales en casos de sequías y similares, para “el campo”), y muy poco o nada afectos a las planificaciones económicas, son entorpecedores crónicos de la hidroelectricidad y la energía nuclear, con repetitivos y sesgados argumentos, a los que en las cuatro últimas décadas se sumaron las acciones de terrorismo ambiental, perpetradas por los fundamentalistas de la ecología, los que vienen a ser “las izquierdas” funcionales a los mismos intereses del mega Poder Atlantista, o sea del poder transnacional concentrado. 

Los ya antiguos argumentos de centrar los análisis de factibilidad de diversas grandes obras, en el corto plazo, sin considerar los efectos de esas obras en el largo plazo, son la repetida excusa amañadamente “técnica” de economistas liberales y de “especialistas energéticos” alineados con esa doctrina económica y con los fuertes intereses de la termogeneración.

Otros de los repetidos argumentos son: 

– Tildarlas de “obras faraónicas”, como si los argentinos fuésemos incapaces de concretar grandes obras como se construyen en todos los países con claras vocaciones de grandeza nacional.

– Centrarse en análisis financieros cortoplacistas, en vez de evaluar con criterio económico y de largo plazo. 

– Aducir que son “obras innecesarias”, y no evaluar el previsible fuerte incremento de la demanda de electricidad. 

– Aceptar e incluso exaltar los falsos argumentos de entes transnacionales, que presionan abiertamente a favor de las eólicas y solares, que son energías intermitentes, o sea de baja calidad, inútiles como Energías de Base (el patético caso de Europa lo demuestra, con su crisis energética en la cual eólicas y solares son impotentes para reemplazar a Energías de Base); además de costosas por kWh, lo cual se oculta tras una maraña de subsidios y otras ventajas prebendarias). 

 – Acorde a esas presiones transnacionales, oponerse a las energías hidro y nuclear, pese a ser no contaminantes y de bajos costos por kWh en el mediano y largo plazo. 

– Argumentar estrecheces financieras y otros argumentos falaces similares, como los utilizados por el neoliberalismo macrista, para paralizar la Central Nuclear Atucha III y las dos grandes hidroeléctricas en el Río Santa Cruz. 

Como el concepto básico de Grandeza Nacional es desconocido e incluso despreciado por las miopes visiones de sectores ultra conservadores de mentalidades liberales y por ende ultra privatistas, se oponen a grandes obras imprescindibles para el desarrollo nacional, con lo cual abonan la implementación de medidas de urgencia, siempre más costosas que las que responden a cuidadas planificaciones de mediano y largo plazo. Y los habituales mayores costos de las medidas de urgencia, terminan beneficiando a poderosos intereses que promueven el liberalismo económico a ultranza, doctrina que es en realidad una poderosa herramienta de subordinación político – económica a los dictados de poderes transnacionales, los mismos que no por casualidad están fogoneando bajo zapa, acciones de balcanización de Argentina, tema este ya analizado en precedentes artículos. 

*Texto publicado por el autor el pasado 13 de abril en su portal personal (caoenergia.blogspot). Carlos Andrés Ortíz es analista de temas Económicos y Geopolíticos.

Fuente: CAOEnergía

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