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Fuentes Seguras. Reuniones

El inesperado encuentro de Henry Kissinger con Xi Jinping. Las razones más hondas del intercambio. El diagnóstico de Michael Hudson sobre el presente. La Cumbre Rusia – África, los acuerdos y el sentido de la palabra aislamiento. Pensar, o seguir la corriente. Dedicado a Wim Dierckxsens

Por Gabriel Fernández *

Se ha dicho que la sabiduría consiste en tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista. En relación, que lo peor es tener miedo. También, que el pasado nunca se muere, ni siquiera es pasado. Es probable que de la combinación de esas ideas, surja un vector potente. Es posible, además, que contribuya a entender –al menos parcialmente- el período de transformaciones que estamos viviendo.

El panorama internacional evidencia que las corporaciones financieras están poniendo toda la carne al asador. Vienen forzando la marcha al punto de comer las entrañas de los territorios que las contienen y las ayudan en su intento. Como su acción está muy direccionada, los tiempos venideros dependerán de las reacciones estatales que las circunscriban y las reorienten al punto de quebrar el esquema parasitario y pasar a comandar el manejo del dinero según las necesidades humanas.

KISSINGER Y XI JINPING. Mientras las potencias emergentes apuesten a la producción de riquezas materiales resultará imprescindible que establezcan un modelo financiero que brinde sentido y proporción a los bienes primarios, a la industria, al comercio y especialmente a la elaboración de tecnologías ultra desarrolladas. En manos de la institución política por excelencia, relacionada con la base geo económica de cada región y asociada con equivalentes, está el imponer rumbo a la actividad planetaria.

Los intentos son visibles, pero la pulseada en movimiento está lejos de ofrecer un resultado nítido. Quizás en un par de décadas estas preocupaciones se hayan disipado; de hecho una parte del futuro depende de la capacidad que la especie construya para trasponer las puertas del tiempo. Pues el futuro puede existir, o no. Eso es lo apasionante del tramo en curso. Como en los grandes partidos de fútbol, todos concurren sin conocer el marcador final, a sabiendas de estar protagonizando un suceso que definirá si juegan en primera o se hunden en el descenso, un tobogán hacia la prehistoria.

Estos factores determinaron la inesperada visita a China del estratega norteamericano Henry Kissinger y su diálogo cara a cara con el presidente Xi Jinping. Ahí está uno de los elementos de enlace entre las fuerzas del ayer –poderosas aún, tanáticas siempre- y las del mañana –delineadas en modo raft, con demasiadas aristas difusas, en la Iniciativa de Desarrollo Global-. Es que mientras al líder asiático lo escuchan con atención los multipolares, el centenario pensador y asesino sostiene un fatigoso intercambio con Davos y todo lo que representa. Incluida la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y las autoridades de los estados desterritorializados.

El interrogante que este periodista necesita marcar es si ambos pueden influir en las cúspides extremas de cada espacio, tomando en cuenta la variedad de intereses y tácticas que se observan entre los mismos aliados. En ese nivel nadie se cuadra y así como el jefe oriental no puede garantizar cada movimiento de la Federación de Rusia ni de los BRICS, el norteamericano nacido en Fürth, Alemania, debe tener serias dificultades para entablar conversación con los difuminados referentes de un capital financiero cada vez más abstracto y alejado de las consideraciones propias de los organizadores políticos.

El encuentro, así como otros cónclaves desplegados en las semanas recientes, da cuenta de un proceso de cambios indetenible impulsado por la ecuación de la economía mundial –el lector de esta saga recuerda los indicadores que se cruzan hacia arriba y hacia abajo-, pero también de la imbricación entre los dos bloques descomunales. En síntesis, el futuro inmediato ofrecerá un nuevo diseño de poder sin por ello dejar de ofrecer una puerta abierta para compañías concentradas que tensionarán con su poder de presión y de fuego para contar con un lugar en la nueva mesa de decisiones. El problema es que las lógicas contrastan y hasta ahora las temperamentales opciones rusas parecen más realistas que el confucianismo.

Cómo es esto. La humanidad necesita que la filosofía planteada en la Iniciativa de Desarrollo Global conduzca, como pretende el Dragón, a un mundo más equilibrado en base a la adecuación de los protagonistas. De allí los conceptos de objetividad y cooperación que inserta continuamente su emisor en cada foro. Sin embargo, la modalidad acumulativa absoluta del mando rentístico cercena el sendero –destruye la puerta- y se muestra demasiado presta al todo o nada con la perenne amenaza de la agresión nuclear. Agujero negro –muerte- o guerra nuclear –muerte- son las opciones del capital financiero. Como se verá, Kissinger la tiene más difícil que Xi.

El encuentro se registró el jueves 20 de julio. Días después, el estratega Wang Yi volvió al control de la Cancillería.

Hace apenas horas, el pensador Michael Hudson difundió un trabajo con enorme cantidad de aciertos y apenas un puñado de deslices, que cabe considerar. Algunos puntos serán reconocidos por el seguidor de estas Fuentes.

LOS PLANES DE LA OTAN. Arranca con una descripción básica e innegable. “La cumbre de julio de la OTAN en Vilna tuvo la sensación de un funeral, como si acabaran de perder a un miembro de la familia: Ucrania. Para aclarar el fracaso de la OTAN en expulsar a Rusia de Ucrania y mover la OTAN hasta la frontera rusa, sus miembros trataron de revivir sus espíritus movilizando apoyo para la próxima gran pelea: contra China, que ahora se designa como su último enemigo estratégico. Para prepararse para este enfrentamiento, la OTAN anunció el compromiso de extender su presencia militar hasta el Pacífico”.

Por si no se absorbe la gravedad de la aseveración, indica que “El plan es separar a los aliados militares y socios comerciales de China, sobre todo Rusia, comenzando con la lucha en Ucrania. El presidente Biden ha dicho que esta guerra tendrá un alcance global y tomará muchas décadas a medida que se expande para finalmente aislar y dividir a China”.

A partir de allí, señala las dificultades que los señores del Apocalipsis deben afrontar en este tramo electrizante, dinámico. “Las sanciones impuestas por Estados Unidos contra el comercio con Rusia son un ensayo general para imponer sanciones similares contra China. Pero solo los aliados de la OTAN se han sumado a la lucha. Y en lugar de destrozar la economía de Rusia y ´convertir el rublo en escombros´ como predijo el presidente Biden, las sanciones de la OTAN la han hecho más autosuficiente, aumentando su balanza de pagos y sus reservas monetarias internacionales y, por lo tanto, el tipo de cambio del rublo”.

Completa que “Para colmo, a pesar del fracaso de las sanciones comerciales y financieras para dañar a Rusia y, de hecho, a pesar de los fracasos de la OTAN en Afganistán y Libia, los países de la OTAN se comprometieron a probar las mismas tácticas contra China. La economía mundial se dividirá entre EE. UU./OTAN/Cinco Ojos por un lado, y el resto del mundo, la Mayoría Global, por el otro”. La referencia a Cinco Ojos, merece explicarse: es la alianza de inteligencia que integran Australia, Canadá, Nueva Zelanda, el Reino Unido y los Estados Unidos.

¿Y dónde está el problema? Bueno, “desde un punto de vista económico, el comportamiento de la OTAN desde su preparación militar para atacar los estados del este de Ucrania de habla rusa en febrero de 2022 ha sido un fracaso drástico. El plan de EE. UU. era desangrar a Rusia y dejarla tan económicamente indigente que su población se rebelaría, expulsaría a Vladimir Putin de su cargo y restauraría a un líder neoliberal pro-occidental que apartaría a Rusia de su alianza con China, y luego procedería con la gran guerra de EE. UU.: un plan para movilizar a Europa para imponer sanciones a China”.

EL RAYO PERONIZADOR. A partir de allí Hudson parece recibir un rayo peronizador que le brinda toda la lucidez pertinente para entender a fondo. Fíjese: “Lo que hace que sea tan difícil tratar de evaluar hacia dónde se dirigen la OTAN, Europa y Estados Unidos es que la suposición tradicional de que las naciones y las clases actuarán en su propio interés económico no es de ayuda. La lógica tradicional del análisis geopolítico es asumir que los intereses comerciales y financieros dirigen la política de casi todas las naciones. La suposición secundaria es que los funcionarios gubernamentales tienen una comprensión bastante realista de la dinámica económica y política en el trabajo. Por lo tanto, pronosticar el futuro suele ser un ejercicio para explicar estas dinámicas”.

Y “Los líderes europeos patrocinados y financiados por la intromisión estadounidense durante los últimos setenta años han hecho lo que hizo Boris Yeltsin en Rusia en la década de 1990: acordaron sacrificar las economías industriales de Europa y poner fin a lo que había sido su integración comercial y de inversión rentable con Rusia y China”. Desde esta columna se ha caracterizado la resolución como una negativa de esos referentes a convertir su bloque regional en una gran potencia multipolar. Tenían allí un lugar de esplendor por la historia que encarna el Viejo Continente, por los adelantos alcanzados en el tramo previo y por el anhelo euroasiático de relevar el dólar por el euro. Sin conflictos y sin yuanes.

Esa es la clave sobre la cual este narrador ha insistido con fruición. La política es la acción estatal configurada por la aquiescencia popular y la ligazón directa con los intereses geo económicos profundos de cada región. Comprender eso es comprender. Cuando una dirigencia desestima esos factores, deriva sin destino y a lo sumo acomoda su tarea en identificación con necesidades externas. Así como apuntamos el fenómeno de la desterritorialización, con estados centrales penetrados por las corporaciones financieras –bancos, armas, drogas-, vale relacionar a sus ejecutores, referentes de origen político que aplican programas de ajuste y transferencia de recursos equivalentes a los conocidos por décadas en el devastado mundo periférico. ¡Los líderes atlantistas se han convertido en liberales argentinos!

El diagnóstico no desestima las genialidades precursoras; se asienta en ellas. El concepto de Carlos Marx en el que se impulsa con justeza Hudson tiene vigencia, de hecho allí se observa con nitidez la raíz social del posicionamiento colectivo, y la hondura de Arturo Jauretche también, pues despliega la idea hasta hacerla abarcativa del espacio nacional en su conjunto, incluyendo junto a los trabajadores al resto de los sectores que comparten región, recursos, producción, mercado y futuro.

Todo lo apuntado en párrafos precedentes lleva al economista de Kansas City a formular un pronóstico tajante: “El mundo se está dividiendo en dos bloques: un EE. UU./OTAN posindustrial frente a la mayoría mundial”.

“Al unirse a la cruzada de Estados Unidos para destruir la economía rusa y promover el cambio de régimen, la negativa de Alemania y otros países europeos a comerciar con Rusia ha destruido la base energética básica de su industria. La destrucción del oleoducto Nord Stream ha sumido a las economías alemana y europea en una depresión que ha provocado quiebras y desempleo generalizados. En lugar del gas ruso, los países de la OTAN ahora deben pagar un precio hasta seis veces más alto por el gas natural licuado (GNL) estadounidense y deben construir nuevas instalaciones portuarias para importar físicamente este gas”. Resulta conveniente indicar que esos datos bien concretos están ausentes en las coberturas periodísticas internacionales.

CUÁNTAS PATRIAS. La acción punitiva de la OTAN, con el bloque anglosajón a la cabeza y los Estados Unidos como vanguardia pública, generó un panorama inverso al deseado, ya que en vez de promover una recesión en Rusia que derivara en la caída del gobierno y la desestructuración de la Federación, facilitó un mejor vínculo con China, agilizó el protagonismo ecuánime de los BRICS, emblocó a la Unión Económica Euroasiática, conllevó a la reorientación de la Liga Árabe, profundizó la relación con África y modificó el alineamiento de gran parte de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN). Pero eso no es todo, pues algunos detalles son dignos de mención: activó la memoria del pueblo ruso, que cerró filas. El pasado habita en el presente, y muy especialmente la Segunda Guerra Mundial tiene un lugar preferencial en la cultura de esa parte del mundo.

Explica Hudson al respecto: “La industria europea ha sido devastada. Sus economías se han vuelto completa y abyectamente dependientes de Estados Unidos, a un costo mucho mayor para ellas que para sus antiguos socios comerciales. Los exportadores europeos han perdido el mercado ruso y ahora están siguiendo las demandas de EE. UU. de que abandonen el mercado chino. También se rechazarán a su debido tiempo los mercados de la membresía BRICS, que se está expandiendo para incluir países del Cercano Oriente, África y América latina. En lugar de aislar a Rusia y China y hacerlas dependientes del control económico de EE. UU., la diplomacia unipolar de EE. UU. se ha aislado a sí misma y a sus satélites de la OTAN del resto del mundo”.

Dos objeciones sencillas y sin consecuencias. En el texto, el analista sostiene que Europa ha trocado su desarrollo económico en beneficio de la “seguridad nacional” norteamericana. Este cronista piensa que ni eso. A decir verdad, ese continente se ha adecuado a las tácticas de supervivencia del capital financiero con el argumento de custodiar la seguridad nacional y con tal fin ha desplegado un gigantesco operativo de demonización mediática de Rusia y de China. Luego, Hudson presta atención al “odio” de funcionarios como Annalena Baerbock, la ministra de Relaciones Exteriores de Alemania, contra la potencia asiática. Este cronista supone que ni eso. Aunque varios alemanes saben mucho de racismo, estos dirigentes son arrasados por sus comandos superiores al punto de operar a diestra y siniestra vaciados de preceptos malos, o buenos. Sus comandos superiores exceden holgadamente al pobre Olaf Sholz, que arribó al lugar inadecuado en el momento inexacto.

La acción del bloque que orienta la OTAN y se despliega a inspiración de la cúspide, ha impulsado en todas direcciones una variante neoliberal feroz, la implosión de los estados propios, la anulación de la injerencia gubernamental y el deterioro de los derechos laborales. Es decir, ha dañado los mercados internos norteños. La Unión Europea, rendida, bloquea con un portón de acero cualquier déficit presupuestario que supere el 3% del PBI mientras exige que el porcentaje destinado a la Defensa supere ese número. Eso impide las maniobras destinadas a estimular la recuperación (Trump, Johnson). La inversión armamentística y los subsidios gubernamentales a las deficitarias compañías líderes surgen de la inversión social y productiva. Europa se ha sumado al régimen de canalización extrema de recursos que hizo descender la industria de las barras y las estrellas mientras engordaba sin deriva práctica la franja financiera que gobierna. Si, que ya la gobierna.

Todo lo planteado genera una sensación extraña, que puede considerarse fruto de una catástrofe comunicacional. El esquema difusor se torna día a día más cerrado, al punto de anular, junto a los datos efectivos, el debate acerca de los pasos presentes de cada protagonista y sobre el sentido mismo de la historia en el mediano plazo. Para ser más claros, vale indicar que las hipótesis fundadas que los más importantes analistas internacionales vierten están pasando a ser identificadas como conspiracionistas o alocadas, mientras los disparates sobre “el aislamiento de Rusia” o “la decadencia china” y “el crecimiento norteamericano” son enfocados cual fuente de toda verdad. En ese perfil, el giro de medios otrora confiables –por citar uno, emblemático dado su lugar de radicación, mencionemos a DW– ha incrementado la toxicidad de los asertos que esparcen día a día sus sucedáneos dirigidos a públicos masivos.

Frenemos la marcha y abordemos otra ruta.

RUSIA, AFRICA. Vamos hacia un continente poco difundido. San Petersburgo fue sede de la II Cumbre Rusia-África. Entre los días 27 y 28 de julio, fue presentada como continuidad de un evento similar celebrado en 2019 con el objetivo de desarrollar el diálogo y la cooperación. Su concreción fue otro estiletazo multipolar al anhelo occidental de perpetuar el colonialismo. Vale considerar el origen de la iniciativa para, también allí, percibir briznas del cambio de época: La idea de crear una plataforma de cooperación ruso-africana fue anunciada por el presidente ruso, Vladímir Putin, en julio de 2018 durante una reunión de los líderes de los BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica). El 24 de octubre del año siguiente, una declaración conjunta de Rusia y los Estados africanos estableció el Foro de Asociación Rusia-África con miras a coordinar el desarrollo de sus relaciones. Así, se instituyó a la Cumbre como su órgano supremo, que se convoca una vez cada tres años, e incluye consultas políticas anuales entre los ministros de Relaciones Exteriores.

Las partes acordaron desarrollar la cooperación política, económica, científica, jurídica, climática y de seguridad, y reafirmaron su compromiso de contribuir a la creación de un orden multipolar equitativo. Un total de 43 representantes africanos asistieron a la Cumbre Rusia – África 2019 y un número superior -49- a la concretada pocas horas atrás. Este encuentro se convocó bajo el lema “Por la paz, la seguridad y el desarrollo”. ¿De qué hablaron? Los ejes fueron soberanía alimentaria, cereales, alimentos y fertilizantes; economía en panorama y también situaciones puntuales; inversiones infraestructurales; Corredor Internacional Norte – Sur; enlace en las áreas cultural, educativa y científica; seguridad y terrorismo.

Los participantes resolvieron un Plan de Acción sobre Áreas Prioritarias de Cooperación hasta 2026. También, se firmaron cinco documentos que involucran política general, economía, seguridad, espacio exterior e información. Entre las consideraciones del primero de ellos se destaca la importancia de concretar “acciones conjuntas para crear una nueva configuración de relaciones internacionales basada en la cooperación igualitaria, la idea de un mundo multipolar y el cese de los dictados unipolares”. En línea, el cónclave sirvió para hacer más fluidos los vínculos parciales. De hecho, se firmaron decenas de documentos bilaterales.

El presidente Putin efectuó una intensa alocución en el plenario de la segunda jornada. Realzó la importancia de la amistad que une a su país con África. Señaló que actualmente “ciertas manifestaciones de colonialismo” siguen vivas y son practicadas por las “antiguas metrópolis, particularmente en las esferas económica, informativa y humanitaria”. Enseguida destacó que “los ideales de libertad, independencia y soberanía” son esenciales cuando se está creando “un nuevo orden mundial multipolar de verdad”, y que “la época de hegemonía de un Estado o un grupo de Estados se está convirtiendo en cosa del pasado. Aunque no sin la resistencia de aquellos que están acostumbrados a su propia exclusividad y monopolio en los asuntos mundiales”.

“Rusia y los Estados africanos abogan juntos por la construcción de una arquitectura nueva, más justa, del orden mundial, juntos defienden el derecho internacional, la carta de la ONU y el papel central de esta organización mundial”, subrayó el presidente, que también manifestó que Moscú y África “procuran coordinar sus enfoques en los temas clave de la agenda internacional. “En muchos de ellos, nuestras posiciones son muy cercanas o completamente coincidentes”.

Putin manifestó que tanto Rusia como los países africanos consideran inaceptables “prácticas ilegales” como “las sanciones unilaterales y las medidas restrictivas, y de hecho punitivas, que perjudican a los países que buscan un rumbo independiente, y crean problemas económicos a escala mundial que obstaculizan el desarrollo”. En línea, sostuvo que comparten “el deseo innato de defender la verdadera soberanía”, así como su pleno derecho a tomar decisiones propias en las esferas política, económica, social y cultural, entre otras. “Ese deseo de independencia y soberanía no significa autoaislamiento, sino que implica apertura, cooperación de Estados y pueblos libres, de Estados iguales en sus derechos”, remarcó.

MIS REGLAS. “Obviamente, no podemos estar de acuerdo con la sustitución del derecho internacional por el llamado orden basado en reglas” que establecen algunos países, y que a la vez ellos mismos “distorsionan, cambian, barajan constantemente”, afirmó. “En general, no está claro qué son estas reglas, quién las crea. Está claro que están siendo utilizadas por ciertos países individuales para sus propios intereses egoístas y están cambiando debido a la situación política”, expresó.

En sus declaraciones, Putin lamentó que en muchas regiones de África persistan conflictos gestados por el legado de la era colonial, cuando los países occidentales se dividieron el continente y establecieron su propio poder en él. “También debemos admitir que la situación en muchas regiones de África sigue siendo inestable, los conflictos interétnicos y étnicos no se han resuelto y persisten agudas crisis políticas y socioeconómicas”, dijo el mandatario. Sin embargo, señaló que “el papel político y económico” de África “está creciendo exponencialmente”, y el continente se está convirtiendo en “un nuevo centro de poder. Todos tendrán que contar con esta realidad objetiva”, aseveró. Al mismo tiempo, prometió que Moscú continuará apoyando a los Estados africanos para que construyan su camino.

“De 2020 a 2023, se realizaron 11 acciones humanitarias rusas de manera bilateral en 10 países africanos. Fuimos de los primeros en acudir en ayuda de los Estados del continente durante la pandemia del coronavirus”, recordó, agregando que Rusia proporcionó a África de forma gratuita vacunas, laboratorios médicos móviles e incluso instaló un centro especial para el estudio de infecciones. Asimismo, Moscú también seguirá participando en los esfuerzos para aliviar la carga de la deuda de los países africanos. “Hasta la fecha, el monto total de la deuda que hemos cancelado es de 23.000 millones de dólares. A raíz de las últimas solicitudes de los países africanos, destinaremos más millones para este fin, su desarrollo”, indicó. El punto repercutió mucho más allá de la cumbre.

Rusia está también aumentando el suministro de productos agrícolas al continente africano, incluso a pesar de las restricciones impuestas a su exportación. “Al comprender la importancia de un suministro ininterrumpido de alimentos para el desarrollo socioeconómico y el mantenimiento de la estabilidad política de los Estados africanos, estamos aumentando el suministro de productos agrícolas a África“, explicó el jefe de Estado. Apuntó que en 2022 Moscú envió 11,5 millones de toneladas de granos a los países africanos, mientras que en los primeros seis meses de este año ya se suministraron casi 10 millones de toneladas. De aquí en adelante, Rusia continuará adoptando un enfoque responsable para el suministro de productos agrícolas, incluida la continuación de la donación de cereales y otros productos a los países necesitados, señaló Putin.

“Suministraremos nuestro grano y otros alimentos, incluso de forma gratuita, así como en el marco del programa de alimentos de la ONU”, aseguró.  Por otro lado, el presidente enfatizó que el volumen comercial entre Rusia y los países africanos tiene espacio para crecer, y que su nivel actual está “lejos del límite”. En su opinión, “un aumento en el volumen comercial ruso-africano y su diversificación se verá facilitado por una transición más enérgica en los cálculos a las monedas nacionales y el establecimiento de nuevas cadenas de transporte y logística”.

Todo un programa de beneficios compartidos, como se observará. Semejante perspectiva, que ya se está concretando, despertó inquina en aquellos que perciben su dimensión e intentan desmantelar o al menos frenar un proceso afincado en lo más hondo de las necesidades africanas. La mayor parte de las delegaciones presentes denunciaron haber sido presionadas por los Estados Unidos y Francia para que boicoteen el encuentro, abandonen la cumbre o inserten contradicciones en su desarrollo. En vez de aceptar las sugerencias occidentales, presentaron un detalle de esas tensiones ante el gobierno ruso y la Unión Africana, lo cual originó una conferencia especial del portavoz presidencial Dmitri Peskov, quien afirmó “prácticamente todos los países africanos han sido sometidos a presiones sin precedentes por parte de Estados Unidos”. Añadió que “la Embajada de Francia tampoco estuvo con los brazos cruzados”. Peskov consideró que estas intervenciones “merecen ser condenadas”.

Sin rubor, la CNN tituló “Un Putin aislado busca el apoyo africano en medio de la furia del Kremlin por la escasa participación en la cumbre”.

Cuántas cosas para un encabezado.

BUENA PRESENCIA. Unos mates pueden acompasar el pensamiento después absorber tanta información.

¿No le gusta este raro invierno? Bueno, el cambio climático existe, aunque no por los motivos de quienes dicen combatirlo.

Qué curioso. Los avances científico técnicos y el desarrollo industrial han pasado a ser factores a sofrenar por un poder que configura, cada vez más, una carga sobre los hombros de la humanidad.

Claro que para enfrentarlos necesita disfrazarlos; investirlos con esos trajes que pueden verse en las diabladas de Oruro. Presentarlos como dañinos para el medio ambiente. Amenazas para el devenir planetario.

Esas campañas, como otras, quedan bien. Sus adherentes sienten estar colaborando con la salvación del mundo, mientras lo hunden.

Se ubican a la izquierda, juzgan. Y brindan clima favorable a la censura.

Huyamos juntos, lector, de las cosas que quedan bien.

*Integrante del Área Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal.

Fuente: Radio Gráfica

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