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Fulbo 5: Cipayos arrastrados vía Zúrich

La pasión que casi todo lo puede. No se trata de entender, se trata de vivir. El Mundial Sub20 se está jugando en Argentina. El equipo nacional tras dos victorias parece afianzarse y parece que puede dejar atrás la borrosa imagen que había quedado del Sudamericano. Pero el juego del equipo importa poco, ante una serie de hechos preocupantes que están transcurriendo mientras se desarrolla la competencia.

El Editor Federal

Dos por tres traemos a cuento esta sección. Chasqui Federal Noticias no cubre habitualmente acontecimientos deportivos. No somos buenos haciéndolo; sólo nos gusta mirar “el fulbo” en tanto juego. Una cobertura periodística requiere de otros elementos de los cuales esta redacción por el momento carece.

Sin embargo, ante algunos hechos es preciso abrir la boca. No se puede estar callado. Además, importa poco cómo va a caer la cosa.

Este Mundial juvenil ya viene mal parido de entrada. Por un lado, se prohibió de plano la participación de Rusia a causa del conflicto que ese país mantiene con Ucrania. Pero, los representativos de Estados Unidos, Inglaterra e Israel, que mantienen invadidos territorios de otros pueblos a lo largo y ancho del globo, no tienen problemas en competir.

El torneo iba a realizarse en Indonesia. País que se manifestó en contra de que la delegación israelita ingrese a su territorio. Entre las causas aludidas, se encuentra la ocupación territorial y masacre constante que Israel provoca sobre palestina y su pueblo.

La FIFA, nuevamente dando cuenta de su importante rol político en el concierto global, no sólo mostro su alineamiento político, si no que también ejecutó su voluntad: así como no dejó competir a los equipos rusos, le sacaron el campeonato a Indonesia.

¿Quién levantó la mano para ofrecerse como anfitrión? Sí, la AFA. Más allá del gesto de cipayismo, la oportunidad parecía doble. Por un lado, la clasificación automática del seleccionado argentino, que no había conseguido una plaza en el Campeonato Sudamericano. Segundo, la oportunidad de demostrar al mundo que el deporte puede obrar en el sentido de la justicia y la igualdad entre hombres y pueblos.

Pero en esta redacción somos muy pelotudos. Creímos en cuentos de hadas y duendes. La AFA ganó la cuerda, pero las decisiones las toma FIFA.

Y acá entra la segunda curiosidad: FIFA tiene poder de decisión sobre la soberanía de los países. Algo que ya se había mostrado con Indonesia, ahora lo estamos viviendo en Argentina.

¿Por qué decimos esto? Pensemos un poco. Indonesia fue designada sede. Durante las eliminatorias europeas, Israel obtiene la clasificación – sí, Israel compite en el ámbito EUFA -. El Gobierno indonesio, soberanamente determina que la delegación israelita no sería autorizada a ingresar al país.

Te guste o no te guste, es el derecho soberano de Indonesia permitirlo o no. No invadió a nadie Indonesia para tomar esa decisión.

¿Qué debería haber hecho FIFA? Una de dos: o retiraba la competición de ese país; o aceptaba el derecho soberano del Gobierno anfitrión. Optó por lo segundo; y digamos que hasta ahí, todo bien.

Luego, Argentina levantó la mano y fue designada anfitriona.

Unos veinte días antes del comienzo de la competencia empezaron los ruidos molestos. El asunto del nombre del estadio mendocino – “Malvinas Argentinas” por si algún lector lo desconocía -. La FIFA exigía que para ser considerada como subsede, el nombre del estadio debía ser modificado.

La AFA se hizo la boluda y el Gobierno mendocino también. Dijeron “no, no, no; eso es mentira”; y pasó. Argentina tiene unas mil docenas de quilombos diarios. Es fácil dispersarse. Además, el pueblo argentino padece la invasión británica desde hace 190 años, hubo una guerra hace 41, y dale que va. No se prohíbe en absoluto la entrada de ingleses a nuestro país; sus empresas saquean nuestros recursos naturales tanto en el mar como en tierra; nuestros canales de televisión transmiten la coronación del zángano mayor; y no hay manera de parar el tormento.

En esas cosas el responsable es el Gobierno Nacional, no la AFA. La verdad, no vamos a entrarle al asunto de que los campeones en Qatar no fueron a Casa de Gobierno. Ya pasó, pero no del todo. Tanto Qatar como este mundial juvenil demuestran como nunca que la FIFA es un actor geopolítico muy importante.

Así, ya comenzado el mundial, se dieron varios acontecimientos y eso que recién arranca. Primero, el encarcelamiento de un simpatizante colombiano por mostrar una bandera de Palestina desde la tribuna, durante uno de los partidos jugados por el seleccionado de Israel. Los defensores vernáculos del sionismo, además de poner la Fuerza de Seguridad bajo el mando de FIFA, argumentaron que dado que se trata de una competencia deportiva, están prohibidas las “manifestaciones políticas” en los estadios.

Bueno… no hinchemos las pelotas muchachos. Toda bandera nacional tiene una simbología política detrás. De por sí nomás, la bandera argentina denota una impronta político ideológica bastante elocuente.

Pero el hincha colombiano fue en cana en La Plata. Tanto el Gobierno Nacional como el de Kicillof se hicieron los boludos.

Días después, un sanjuanino veterano de Malvinas, quiso ingresar con parte de su familia al Estadio Bicentenario de la ciudad de San Juan y le prohibieron el ingreso. ¿Qué paso? Nada. Como gran parte de nuestros veteranos y el pueblo “malvinero” argentino, esta persona exhibía en su vestimenta el mapa de nuestras islas. El personal de seguridad a cargo de controlar el ingreso, por órdenes de FIFA no lo dejó entrar al estadio a ver el partido. Ni el gobierno de San Juan, y mucho menos el Nacional intervinieron ante semejante barbaridad y humillación para nuestro pueblo. Mínimamente deberían haber hecho entrar a este veterano a la cancha, o bien suspender el partido. No pasó nada.

Para completar, sólo algunas de las cosas que están sucediendo alrededor del torneo, el Estadio de Mendoza, “Islas Malvinas”, sufrió dos atentados: la organización tapó la bandera nacional y también el mapa de las islas que enmarcan el tablero electrónico de la cancha.

Tamaña humillación hacia nuestro pueblo y nuestra soberanía, también casi pasó de largo para las autoridades. Sucedió que algunos de los espectadores documentaron el hecho y comenzaron a difundirlo por redes sociales.

A Carmona, el Secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur en la Cancillería Argentina, no le quedó otra que manifestarse. Pero de entrada fue el único. Con el correr del día se fueron sumando voces oficiales de repudio, y supuestamente, los símbolos patrios fueron destapados por la organización.

Ahora bien. El mundial recién arrancó y le quedan como dos semanas de competencia por delante. Cuántas barbaridades más del mismo tenor van a suceder, nadie lo sabe.

Lo que sí podemos intuir es que ni la cancillería, ni el Ministerio del Interior van a hacer nada al respecto, más allá de algún twitter con tono de ofuscación.

¿Qué debería haber hecho el Ejecutivo Nacional? Luego de los tres hechos mencionados, suspender el campeonato, mandar a todas las delegaciones a su país de origen, e intervenir la AFA.

La Asociación del Fútbol Argentino violó los postulados Constitucionales y los principios básicos de soberanía nacional. Si bien no se produjo un hecho de conmoción interna, los hechos son lo suficientemente graves como para pasar desapercibidos.

Sin embargo, estar gobernados por cipayos tiene este precio: ser extranjeros en nuestra propia tierra y ver nuestros símbolos pisoteados por una asociación civil con sede en Zúrich.

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