El informe publicado por los organismos continentales, asegura que el 60% de la población de Nuestra América, se debate entre el hambre y las necesidades básicas insatisfechas. Plagadas de eufemismos, las recomendaciones invitan a repetir las fórmulas que nos trajeron a esta situación.
Redacción
Tras el informe conjunto publicado el día de ayer por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (WFP), se determinó que oficialmente que más de 56 millones de habitantes del Caribe, Centroamérica y Sudamérica durante 2021 no cubrieron su necesidad alimentaria, y proyectan que para fines del año en curso, tal número alcanzaría los 82 millones de personas.
Los motivos: el encarecimiento de las materias primas y los procesos de producción y distribución de alimentos, dado el apego de los Gobiernos de la región a respetar los precios internacionales, y los estándares de gestión económica que marca el mercado mundial.
Lógicamente, el informe mencionado en el primer párrafo no describe la situación en estos términos. Sin embargo, la magnitud de los números no resiste eufemismos: el equivalente a dos Argentinas está hambrienta en estos momentos en nuestro continente.
Asimismo, el informe especifica que 268 millones de personas padecen “inseguridad alimentaria” sin llegar a la pobreza extrema. Sumando, de los cerca de 640 millones de habitantes que tiene la región, el 60% no posee las necesidades básicas cubiertas.
La fuente explica además, que la inflación volcada al precio de los alimentos “aumenta el riesgo de hambre” y el alza del precio internacional de los productos básicos, cuyo aumento promedio alcanzó un 11,7% en septiembre de 2022 se traspasó masivamente a los consumidores. Con lo cual el efecto esperado se verá en un 2023 con probable incremento de las cifras de pobreza e indigencia.
“El hambre aumentó en la región en un 30% entre 2019 y 2021. La alta dependencia de la importación de fertilizantes y la variación de los precios de los alimentos tiene un impacto negativo e inevitable en los medios de vida, principalmente de la población rural, y en el acceso a una dieta saludable”, declararon como todos los años, los ejecutivos de la FAO.
Posteriormente, recomendaron “fortalecer los sistemas de protección social en las zonas rurales, particularmente orientados a agricultores familiares, y eliminar las restricciones al comercio internacional de alimentos y fertilizantes ya que serán medidas clave en el proceso de respuesta a la actual crisis”.
En criollo, dejar todo como está, y que el hambre en la miseria en nuestra región continue creciente a pasos agigantados.
Fuentes: CEPAL / FAO / AFP / Télam