Influyentes organismos bancarios firmaron semanas atrás en Brasil, un compromiso para aportar 10.000 millones de dólares para consolidar proyectos de integración logística horizontal en Sudamérica. El plan involucra a las provincias del Norte Grande argentino, pero también al resto del territorio nacional.
Redacción
Lo que sigue, es la narración de algo “malo” para nuestro país y el continente, aunque es vendido como algo “bueno”. Solo el tiempo será el encargado de mostrar la verdad, en función de los resultados que el proyecto arroje para el bienestar del pueblo.
El denominado Acuerdo de Cooperación “Rutas para la Integración” fue dado a conocer el pasado 7 de diciembre, en el marco de la Cumbre del MERCOSUR; y fue firmado por las autoridades del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil (BNDES), la CAF (Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe), y el Fondo Financiero para el Desarrollo de los Países de la Cuenca del Plata (FONPLATA).
Parte de las voces oficiales de las entidades firmante se encargaron de explicar, que esa cantidad de dinero sería destinada a la construcción de “proyectos estratégicos de integración de infraestructura”; tras lo cual también se incluyen programas de integración en materia de salud, educación, cultura, derechos humanos, protección ambiental”. Básicamente, lo que contempla el “Consenso de Brasilia” firmado oportunamente por los 12 países sudamericanos.
Por más vueltas que le den al asunto, estas iniciativas van de la mano con la denominada “Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana” (IIRSA). Esto es cortar horizontalmente nuestro continente, armando una decena de corredores logísticos entre el Atlántico y el Pacífico, con el objetivo de acelerar y abaratar el transporte de materias primas de exportación; y el ingreso a nuestros países de productos importados.
Oportunamente, allá por el año 2000, el proyecto era fuertemente promovido por Estados Unidos y sus aliados europeos. Con la preponderancia ganada por China en el último cuarto de siglo; y con ella, otros países asiáticos, se puede decir que IIRSA ya es un objetivo común entre ambas potencias.
IIRSA, Capricornio, ZICOSUR (formas de nombrar lo mismo)
Uno de esos entramados logísticos es el denominado “Corredor Bioceánico Capricornio”. Aunque se lo puede rastrear con otros nombres también. Además, se han creado diferentes espacios de planificación y debate que trascienden los intereses de Estado; o incluso – vía lobbies privados -, estos se involucran parcialmente.
Un ejemplo de ello es la Zona de Integración del Centro Oeste de América del Sur (ZICOSUR). Un “foro” que viene traccionando el proyecto desde 1997, con influencia permanente en una importante porción de Sudamérica, que incluye a los municipios uruguayos que limitan con Brasil, y las siguientes provincias, estados, regiones, o departamentos según los países que integran ZICOSUR.
Así, por Argentina están incluidas las provincias de Catamarca, Córdoba, Chaco, Corrientes, Formosa, Jujuy, La Rioja, Misiones, Santa Fe, Salta, Santiago del Estero y Tucumán. En el caso de Bolivia, están representados los departamentos de Beni, Chuquisaca, Cochabamba, Oruro, Pando, Potosí, Santa Cruz y Tarija.
Brasil por su parte, tiene vinculados al ZICOSUR a los estados de Mato Grosso, Mato Grosso do Sul, Santa Catarina y Río Grande do Sul. Chile, las regiones de Antofagasta, Arica, Atacama, Parinacota y Tarapacá.
Paraguay está integrado en la totalidad de su territorio, dado que totas las regiones limítrofes con los demás países están incluidas en el Corredor que promueve ZICOSUR. Por último, Perú está vinculado por los departamentos de Arequipa, Tacna, Puno y Moquegua.
Con la asunción de Lula Da Silva al gobierno de Brasil, ese país volvió a tomar el mando como líder de la región, o al menos, como referencia continental frente a las demás potencias y bloques de países. De allí, que desde el propio gabinete presidencial, se explique a la región que los bancos mencionados al principio “priorizarán el financiamiento en condiciones adecuadas y el apoyo técnico para apoyar las inversiones necesarias para la integración sudamericana y el desarrollo sostenible”.
De allí también que Brasil lidere la denominada “Hoja de Ruta para la Integración de América del Sur”, que trabaja en un proyecto continental, estrechamente vinculado con los objetivos de IIRSA, y cuyo ámbito de contención es el mencionado “Consenso de Brasilia”. La “Hoja” es el instrumento diplomático que Lula implementó para volver a alinear a la región en el proyecto.
Si dice “Acuerdo de Cooperación” hay plata que va o viene
El apoyo a la integración en todos los modos de transporte posibles (carretero, ferroviario, aéreo, marítimo, fluvial, comunicacional, financiero y redes de ductos), genera apoyo internacional y moviliza acuerdos con otros actores que escapan – en apariencia – a la cierta influencia directa de China o Estados Unidos. Durante la pasada Cumbre del Clima promovida por Naciones Unidas y que tuvo lugar en Dubai – Emiratos Árabes Unidos (EAU) – se firmó la “Declaración Conjunta sobre Cooperación vinculada al Corredor Bioceánico” por los Cancilleres de Brasil, Paraguay y Chile, más el Ministro de Inversiones de EAU, junto al Embajador de Argentina en esos Emiratos.
Como en este mundo nadie es sonso y todos están atentos, tras algunos anuncios derivados de ese acuerdo, se fueron dando a conocer otras voces fuertes de las entidades que acordaron aportar 10.000 millones de dólares para la construcción de la infraestructura de integración mencionada.
Por ejemplo, el BID manifestó que “está plenamente comprometido con la agenda de integración de Sudamérica”; y que pondrá 3.400 millones de dólares en asistencia financiera y técnica para proyectos de infraestructura en apoyo al proyecto. Además, el Banco está estrechamente vinculado con algunas regiones en cada país miembro, participando de la planificación interna de sus matrices productivas. El caso argentino sobresaliente en los últimos tiempos tiene eje en la provincia de Jujuy y la ambición internacional por el litio.
Otra de las entidades “aportantes”, el FONPLATA, sostuvo a través de sus referentes que “el avance de la integración regional ampliará el potencial conjunto de los países”; y que “generará nuevas oportunidades comerciales y de inversión que fortalezcan las economías nacionales, creando empleo y mejorando la calidad de vida y posicionándolas mejor para el mercado internacional”.
Algo de cierto hay en todo eso. Los corredores bioceánicos tal como están pensados, sólo canalizarán exportaciones baratas sin valor agregado de nuestros recursos naturales hacia el mundo; y desde el mundo industrial ingresarán todo tipo de manufacturas que destruirán los merados internos sudamericanos.
Un desastre a cuenta gotas, pero que al mismo tiempo algo de trabajo genera. Por lo tanto, dividirá a los pueblos entre los que tienen algo y los que no tienen nada.
¿Por qué la Patagonia se integra indirectamente a este plan?
Simple: por la provisión de algunos insumos estratégicamente claves. Uno es el energético con el gas de Vaca Muerta, en Neuquén, que “sube” mediante los distintos gasoductos que están construidos y en construcción.
Pero también hay recursos que son insumos fundamentales para la estrella del momento: el litio. Ya desde fines de noviembre y principios de diciembre Alcalis de la Patagonia (ALPAT), la empresa radicada en San Antonio Oeste, provincia de Río Negro, envía carbonato derivado de la piedra caliza hacia el noroeste argentino vía ferrocarril, con destino final en Tucumán.
La operatoria la realizan mediante el Tren Patagónico – que posee un ramal de ingreso a dicha empresa e incluso está vinculado a un muelle de atraque en aguas profundas -. Los envíos se estiman en una formación mensual con 25 mil toneladas de carga.
Tren Patagónico une los más de 400 kilómetros desde San Antonio Oeste a Bahía Blanca (Grunbein). Allí, la empresa concesionaria Ferrosur Roca S.A., que opera en la provincia de Buenos Aires el antiguo Ferrocarril General Roca, transporta la carga hasta la ciudad de Buenos Aires. En ese punto, empresa Nuevo Central Argentino (NCA) lo lleva a Tucumán para su destino a la extracción de litio.
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Como verán los lectores, el Corredor Capricornio – o los diversos nombres que adquiere – se trata de un proyecto que marcha sobre ruedas y que trasciende su zona inmediata de influencia.
Algo que el establishment se encarga de decir que es de imposible realización cuando no está vinculado directamente al negocio.
Lo malo de esto no son las redes logísticas que se construirán, sino los fines para su utilización. Será cuestión entonces, que sean los pueblos los que tomen el toro por las astas y resuelvan su condición.
Una vía ferroviaria puede tener un uso maravilloso y transformador, como también puede significar el final del mundo conocido.
Fuente: Cancillería Argentina / Diario Norte / El Tribuno / Jujuy Económico / Crónica Ferroviaria / Tren Patagónico / VDMNoticias / Archivo Chasqui Federal