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La guerra de Rusia y Ucrania, abrió el portón y dejó salir a la luz, dos males del planeta tierra: uno, la especulación de las comercializadoras multinacionales de granos y agroinsumos que está empujando al hambre a grandes contingentes de personas en el planeta. El otro, la desesperante quietud de la socialdemocracia liberal Argentina, ente la posibilidad más servida en el último siglo para nacionalizar el comercio exterior.
Por Pablo Casals
La crisis alimentaria que atraviesa el planeta desde hace décadas a raíz de la desigualdad, la especulación y la concentración de las cadenas de producción en pocas manos, esta arrojando resultados negativos demasiado evidentes.
Por el momento, los virtuales responsables de la situación vendrían a ser los rusos, a consecuencia de su ataque sobre Ucrania. De ello se desprende y “explicaría” la suba exponencial de las materias primas agroalimentarias, y por añadidura todo slo derivados de dichas cadenas.
Los movimientos diplomáticos se aceleran. La guerra incrementó el aumento de los precios, dado que ambos contendientes detentan grandes volúmenes de producción de los alimentos que se encuentran en mayor crisis, como ser el trigo y el maíz, el girasol, aceites de cocina, combustibles y fertilizantes. Otro factor es que desde que Rusia atacó a Ucrania – el 24 de febrero -, los envíos de granos desde los puertos del Mar Negro se han estancado y más de 20 millones de toneladas de granos están atascadas en silos. Rusia por su parte argumenta que por efecto de las sanciones de Occidente ese país tuvo que interrumpir las ventas externas de cereales y de fertilizantes.
Mientras tanto, quienes se han granjeado exponenciales ganancias son las cadenas comercializadoras de cereales, oleaginosas y derivados, habida cuenta de que los precios que ese están barajando en el mercado en algunos casos duplican a los de años anteriores; sino que también la mercadería escasea.
Las especulaciones trascienden a los países contendientes o a los fijadores de precios. El ejemplo del fertilizante queda más que claro: Argentina importa más del 70% del total de su demanda anual. Principalmente le compra a Rusia. Ese país no está participando del mercado, y el insumo agropecuario registra importantes faltantes.
Más allá de que algunos sectores de pequeños productores estén volviendo a las viejas técnicas para el barbecho, labranza y la siembra, lo cierto es que el acto reflejo por parte de las autoridades nacionales es la perplejidad y atajarse en cuanto bajarán los rindes en la campaña que recién comienza y cuáles serán los dividendos que quedarán en la caja por exportaciones.
Mientras, los delegados europeos, africanos y estadounidenses en la ONU piden con no excederse y flexibilizar las medidas comerciales contra Rusia para un correcto abastecimiento de los alimentos; y mientras el Papa Francisco también hace desde la Plaza de San Pedro una advertencia en la misma línea; desde el gobierno argentino en lugar de tomar las medidas necesarias para establecer los acuerdos comerciales con los países del mundo que demandan nuestros granos a gritos, se empecinó en correr a los productores con la vaina de las retenciones.
Una nueva edición de la mirada fiscalista de la socialdemocracia liberal Argentina. Un ejemplo más de la sumisión nacional a los designios del mercado mundial.

Fuente: Télam/AgroFy

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