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La cebada y el RCC

INTA dio a conocer un informe preliminar respecto de la existencia de un hongo que podría poner en jaque al cultivo de la cebada, pero fundamentalmente podría instalarse en forma definitiva en el país.

Redacción

Rara vez se habla de esto porque se supone que los lectores de medios especializados ya conocen el tema, y para quienes cubren temas generales se trata de cuestiones tan específicas que carecen de interés informativo. Sin embargo, la dinámica de estos factores condiciona nuestra cotidianidad. No hay que ser expertos, con saber que existen en principio alcanza.

Así, toda especie cultivable posee al menos una hierba, yuyo, “maleza” asociada que “compite por el espacio, la luz y los nutrientes del suelo. A su vez, a dicho cultivo también concurren por lo menos un insecto depredador y un hongo. No hay que alarmarse en absoluto por estas cosas; son propias de la interacción natural de los distintos organismos. Lo que hay que hacer es conocerlos, comprenderlos, y en el caso de los perjudiciales para los cultivos – no importa su magnitud – contrarrestarlos y combatirlos de la manera apropiada.

En el caso de la cebada, uno de sus hongos asociados es el conocido como ramularia collo-cygni, o simplemente RCC. Según organismos de prestigio internacional como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el RCC es considerado la principal limitante de la producción de cebada cervecera escala mundial.

La evidencia de presencia de este patógeno, es la aparición de lo que se denomina “el salpicado necrótico”. Es decir, manchas o “pintittas” sobre las hojas que terminan por secarse rápidamente, causando importantes reducciones del rendimiento en número y peso de granos.

Si bien en Argentina, dicho hongo fue detectado en la campaña 2011-2002 no se le dio suficiente importancia, hasta desde hace una década aparece cada vez con mayor frecuencia. Los especialistas temen que el hongo se instale definitivamente en Argentina.

Para ello desde el INTA se coordina un grupo de investigación en conjunto con la Universidad de Buenos Aires (UBA) y un instituto de investigación agropecuaria escocés – uno de los países aparentemente oriundos del RCC -, donde se certificó la alta capacidad de adaptación del hongo y su potencial de daño.

Según lo difundido respecto del estudio, en nuestro país, el RCC es una amenaza para el cultivo porque todas las variedades utilizadas son susceptibles a la infección por este microorganismo. Desde INTA se explicó que una vez realizada la comparación con poblaciones de este hongo provenientes la República Checa y Escocia se determinó que la cepa argentina posee menor variación que las europeas por lo que se estima que el patógeno aún podría estar en la etapa de establecimiento.

Es decir, que aún no tiene presencia formal y definitiva en nuestro complejo agropecuario y que el riesgo que presenta para la cebada en las próximas campañas es alto si el microorganismo termina por afianzarse en nuestro territorio. Más aún: se comprobó que la cepa es cada vez menos sensible en la región.

Otra de las voces de INTA, asegura que deben realizarse mayores investigaciones comparativas para determinar su dinámica de crecimiento poblacional, las zonas de mayor proliferación, y la posibilidad de diseñar política pública productiva, de cara a promover políticas que permitan predecir, morigerar y controlar al hongo.

Si bien restan conocer las cifras definitivas de este año, durante la campaña agrícola 2022/2023 se habían sembrado en siete provincias argentinas 1.800.000 hectáreas, con un resultado de 4.690.000 toneladas; a un promedio de 22,9 quintales por hectárea.

Fuente: INTA / Archivo

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