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La filantropía inglesa alrededor del cobre cuyano

La empresa anglo suiza Glencore, con el acompañamiento del gobierno de la provincia de San Juan, lleva adelante un humillante y miserable programa de “desarrollo de proveedores” en el Departamento de Calingasta. En la nota, algunos detalles.

Redacción

El Departamento Caligasta se encuentra al sudoeste de la provincia de San Juan, y su extensión abarca la cuarta parte de ese distrito cuyano. Dentro de esta región realiza producción de frutas y hortalizas; posee un atractivo turístico importante en la localidad de Barreal; pero sobre todo su repercusión importante obedece a la actividad minera.

Allí se explotaron tradicionalmente el sulfato y la bentonita. Este último se derivaba hacia la industria petrolera, o era exportado a Chile y Brasil. Pero en el último cuarto de siglo fue tomando cada vez mayor protagonismo el cobre, a partir del Proyecto Pachón, hoy en manos de la multinacional anglosuiza Glencore.

Allí existe un gran yacimiento del metal, que fuera certificado en el año 1964 por la empresa Compañía Minera Aguilar – subsidiaria de la Joe Minerals norteamericana -. Los estudios y prospecciones avanzaron en el tiempo. Incluso se firmó el Tratado sobre Integración y Complementación Minera entre Argentina y Chile, donde ambas naciones acordaron la explotación del yacimiento El Pachón. En los términos del mismo, se establecía que la obtención de concentrado de cobre mediante un proceso de flotación convencional; se construiría un mineroducto de 160 km hacia Puerto Los Vilos, en Chile, donde en las costas del Pacífico se realizaría el procesamiento del concentrado de cobre su almacenamiento

A lo largo de los años, el proyecto tuvo varios cambios en sus objetivos. Uno marcado fue que se descartara la salida hacia Chile; a cambo de utilizar una línea de ferrocarril para que lo obtenido se exportase en el Puerto de Santa Fe.

Incluso, durante la presidencia de Macri, la actividad minera obtuvo una serie importante de beneficios de cara a la “mejora de condiciones para que las empresas inviertan en el país”, como la quita de retenciones (derechos de exportación) al sector y la modificación del tipo de cambio favorable a las empresas foráneas.

Se estimaba hasta 2012 que el yacimiento contenía 3,300 millones de toneladas de mineral, con una ley de cobre de 0,47%, a una ley de corte de 0,2% de cobre, además de molibdeno y plata contenidos como subproductos, sobre la base de la información proporcionada por la empresa operadora del proyecto. En 2013, Glencore se hizo con el dominio del proyecto.

Sin embargo, desde entonces, la multinacional demoró el avance de obras e infraestructura de cara a la explotación de Pachón. De hecho, no se sabe con certeza cuáles fueron los resultados d ellos informes de impacto ambiental que la firma debió presentar a principios de 2022.

Las sospechas de la inactividad son dos: por un lado, que Glencore entiende a Pachón como “reserva” de explotación futura. Por otro, que la infraestructura logística para transportar y almacenar de cara a exportar lo obtenido por el puerto santafesino, debería abonarla el Estado.

Mientras tanto la empresa anglo suiza, practica la filantropía en la región, vestida de una serie de programas para desarrollar la industria regional y su propia cadena de proveedores.

Según la información corporativa junto con los órganos de difusión provinciales, se conoció que Glencore destinó algo más de 13 millones de pesos para financiar 22 proyectos en el marco del “Programa de Asistencia para Emprendedores del Departamento Calingasta”, electos sobre un total de 95.

Con un promedio de algo más de 590.000 pesos por proyecto ($ 590 dólares “reales”), destinado a que los “emprendedores” y posibles proveedores de la empresa adquieran maquinarias, herramientas y materiales para promover el desarrollo de la cadena de valor de la industria minera en Calingasta e impulsar la generación de empleo en la comunidad. La información que emana el Ministerio de Minería de San Juan, consigna que en su primera edición, el Programa de 2022, hubo 15 beneficiarios sobre 67 proyectos presentados.

Desde Glencore dicen que el impulso de ese programa está destinado a fortalecer a los emprendedores de Calingasta, con el “fin de que puedan desarrollarse en sus áreas de interés, y además apoyar a aquellos que el día de mañana quieran ser proveedores mineros para que puedan concretar sus objetivos”.

Los proyectos giran en torno a actividades como la producción avícola, la gastronomía, barberías, lavaderos de automóviles, sublimación (impresión de objetos e indumentaria), artesanías, agroindustria y servicios tecnológicos. Glencore además, sostiene que luego de la entrega de la maquinaria o equipos a cada emprendedor, realizará un seguimiento durante 6 meses con “la finalidad de asegurar la implementación inmediata de los proyectos”.

Para meterle un poco de seriedad al asunto, el gabinete evaluador de proyectos estuvo a cargo de personal del área de Relaciones Comunitarias de Glencore Pachón; de “Equipo RH”, una consultora en Desarrollo Comunitario y Recursos Humanos; y del Ministerio de Minería de San Juan.

Entre los tres, llevaron a delante la tarea de llevar adelante los análisis de calidad, factibilidad, pertinencia y viabilidad técnico-económica de las presentaciones. Además de la evaluación técnica, Glencore realizó visitas a los establecimientos de los emprendedores preseleccionados.

Tal vez el lector considere que esta nota es una cargada. En realidad, consiste en el intento de describir una situación humillante a la cual someten las multinacionales extranjeras a los trabajadores argentinos, de cara a devengar impuestos fin de año.

En este caso, el cuento es el “dasarrollo de proveedores mineros” que puedan sumarse a futuro a la cadena global de valor que la empresa anglosuiza domina hace décadas.

¿Se puede ser tan cínico como para prometerle a un peluquero o a un rotisero que cocina milanesas, que con 600 dólares cada uno podrán financiar el capital que les permitirá ser proveedores de la multinacional?

Los verdaderos proveedores de este tipo de empresas, mínimamente prestan servicios logísticos (transporte, almacenamiento, conservación); o actividades electro y metalmecánicas en yacimiento o campamento; o prestadores de servicios de comunicaciones y administración; servicios sanitarios, médicos y alimenticios; insumos, energía; entre otros.

Cualquiera de los servicios mencionados en el párrafo anterior, requieren desarrollos de millones de pesos en instrumentos, maquinarias, vehículos e instalaciones. Glencore “invirtió” algo más de 13.000 dólares en el mismo. La casa central de la empresa, declaró que el grupo – a nivel global – facturó en bruto 256.000 millones de dólares en 2022.

¿Cómo hacen entonces las empresas para satisfacer esas necesidades? Contratan proveedores de afuera; o los ya desarrollados en el país; o bien los crean ellos mismos bajo sus alas. Lo ocurrido en San Juan, es parte de la “filantropía” que se postula desde la Responsabilidad  Social Empresaria, que no tiene otro fin que devengar impuestos y ganar legitimidad social.

Lo grave del acto de humillación, es que está avalado y compartido por el gobierno sanjuanino.

Fuente: Gob de San Juan / Glencore / Minería y Desarrollo

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