El único país del hemisferio sur con escala global en la oferta de cerezas es Chile. Argentina es el segundo, en una relación de 9 a 1 con nuestro vecino. En un contexto de cambios para la cadena mundial de la fruta fina, nuestros productores deberán tomar nota y anticiparse para los próximos años.

Redacción

La producción nacional de cerezas no posee escala internacional. Sin embargo, en el mundo la fruta fina argentina es codiciada.

El mercado interno no absorbe la producción, no por gusto sino por precio o distribución. Las principales firmas exportadoras de frutas finas que operan en argentina, miran al mercado externo y particularmente al chino.

Sin embargo hay ambigüedades. Por un lado, cierta retracción del consumo interno en el gigante asiático. Este factor, algunos lo asocian con cierto techo a la capacidad de compra por parte de los chinos. Otros, optan por poner el ojo en el proceso de sustitución de importaciones primarias que el gigante asiático viene realizando desde hace una década, lo cual podría afectar en el volumen de importación de ese país.

Por otra parte, desde Argentina se sabe que en materia de cerezas es imposible competir con Chile. El mayor exportador de esa fruta del mundo, vende la mayoría de su producción a China, y año a año, trabaja en asegurarse ese mercado.

Este año además, Estados Unidos mediante el instrumento gubernamental que utiliza cada vez que quiere intentar manipular mercados como lo es el Índice USDA que elabora la Secretaria de Agricultura de ese país, ha hecho correr que Chile tendrá nuevamente una producción récord.

Según dicho informe, se espera para la cosecha 2023/2024 un volumen de 500.000 toneladas de cerezas. En la temporada anterior – 2022-2023 -, las exportaciones de cerezas desde el hemisferio sur alcanzaron las 428.000 toneladas, de las cuales Chile aportó 415 mil toneladas (97% del total). Argentina es el país que le siguió en cantidad: 1,1%, lo que implicó 4.750 toneladas.

Más allá de las proyecciones del USDA, Chile planea vender al mercado externo 450.000 toneladas, de las cuales, según sus propios informes, ya posee contratos de embarques por 23.000 contenedores de carga refrigerada. Eso significa aproximadamente, que los trasandinos venderían prácticamente toda la producción a China. Obviamente, el pronóstico puede tratarse de una mera exageración de cara a condicionar negociaciones.

La cereza argentina

En este marco, las exportadoras de nuestro país, evalúan que no cambiará demasiado es escenario respecto del año anterior. Son conscientes que no pueden competir con Chile en volumen, y dada la enorme desproporción de oferta entre un país y otro, tampoco en precio.

Por otro lado, confían en que los niveles de ventas se mantengan regulares y en sintonía a la temporada anterior, aunque puede que a mayor oferta global el precio de la cereza descienda. Asimismo, no temen a la posible caída parcial de la demanda china, dado que el consumo de cerezas ya que este tipo de producto se orienta a un nicho de mercado definido, que es de medio y alto poder adquisitivo.

Otro factor que ponen en juego y que le permite a los productores argentinos sacar alguna ventaja inicial, es que la cereza argentina entra primero en el mercado que la chilena, a lo cual puede anticiparse en el mercado interno del país comprador, cierta demanda contraestacional que eleva los precios relativos aunque el volumen sea ínfimo.

Lo único que esperan los productores argentinos, es que la demanda china no caiga en forma significativa. De ser así, es probable que Chile destine un 3 o 4% de su producción para otros mercados donde sí tienen participación los argentinos, como por ejemplo Estados Unidos.

Si los trasandinos avanzan en ese sentido, las exportaciones argentinas se verán condicionadas. Y si eso sucede, el que paga los platos rotos es el productor.

Ante cualquier duda, remitirse al caso de la manzana.

Fuente: INDEC / Más Producción