Nunca subestimen un imperio herido y en descomposición que se derrumba en tiempo real. Los funcionarios imperiales continúan diciendo descaradamente que su control excepcionalista sobre el mundo es obligatorio. Pero deben ser muy cautelosos, ya que en cualquier momento pueden surgir competidores que logren acabar con la hegemonía de los occidentales.
Por Pepe Escobar*
El modus operandi imperial frente a los competidores geopolíticos y geoeconómicos sigue siendo el mismo: imponer avalancha de sanciones, bloqueos económicos, medidas proteccionistas, repunte militar en naciones vecinas y amenazas variadas.
Las potencias hegemónicas pueden ser “transparentes” al menos en este dominio porque todavía controlan una red internacional masiva de instituciones, organismos financieros, políticos, directores ejecutivos, agencias de propaganda y la industria de la cultura. De ahí esa supuesta invulnerabilidad que engendra insolencia.
Pánico en el “jardín”
Todo el mundo sabe quién hizo explotar los gasoductos Nord Stream-1 y Nord Stream-2, pero nadie revela el nombre del sospechoso. Los atentados contra Nord Stream buscan dos objetivos; cortar la energía barata de Rusia a Europa y destruir la economía alemana.
Desde la perspectiva imperial, lo ideal sería controlar el surgimiento de un Intermarium controlado por Estados Unidos, desde el Báltico y el Adriático hasta el Mar Negro, liderado por Polonia, que ejerce una especie de nueva hegemonía en Europa, inmediatamente después de la Iniciativa de los Tres Mares.
En la dudosa investigación de lo que realmente sucedió con los gasoductos rusos, Suecia fue elegida como The Cleaner, como si fuera una secuela del thriller policial Pulp Fiction de Quentin Tarantino.
Es por eso que los resultados de la “investigación” no se pueden compartir con Rusia. El Cleaner estaba allí para borrar cualquier evidencia incriminatoria.
Mientras que las investigaciones de Alemania revelan que los gasoductos rusos Nord Stream 1 y Nord Stream 2 sufrieron sabotajes, Berlín no se atrevió a decir por quién.
En realidad, esto es tan siniestro como parece, porque Suecia, Dinamarca y Alemania, y toda la Unión Europea, saben que si realmente enfrentan a EE.UU., en público, el imperio contraatacará, fabricando una guerra en suelos europeos. Tienen miedo, pero no de Rusia, sino del imperialismo.
El imperio simplemente no puede darse el lujo de perder el “jardín”. Y los líderes europeos saben que están tratando con una entidad asesina en serie y psicópata que simplemente no puede ser apaciguada.
Mientras tanto, la llegada del invierno a Europa presagia un descenso socioeconómico hacia una vorágine de oscuridad, inimaginable hace solo unos meses en el supuesto “jardín” de la humanidad, tan lejos de los estruendos de la “selva”.
Pues a partir de ahora la barbarie empieza desde casa. Y los europeos deberían agradecer al aliado estadounidense por ello, manipulando hábilmente a las élites temerosas y vasallas de la UE.
Sin embargo, mucho más peligroso es un espectro que muy pocos son capaces de identificar: la inminente “sirianización de Europa”. Eso será una consecuencia directa de la debacle de la OTAN en Ucrania.
El futuro de la OTAN
Las perspectivas en el campo de batalla de Ucrania son sombrías. La operación militar especial de Rusia se ha transformado a la perfección en una operación antiterrorista: Moscú ahora caracteriza abiertamente a Kiev como un régimen terrorista.
Los ataques de Rusia contra la infraestructura de energía/electricidad de Ucrania, están a punto de paralizar por completo la economía y el ejército de Kiev. Y para diciembre, está prevista la llegada al frente de un contingente de movilización parcial de soldados rusos debidamente capacitados y altamente motivados.
La única pregunta se refiere al horario. Moscú está ahora en el proceso de decapitar de forma lenta pero segura al representante de Kiev y, en última instancia, aplastar la “unidad” de la OTAN.
Rusia está destrozando el “orden internacional basado en reglas” acuñado por la hegemonía, respaldado por sus recursos naturales, la provisión de alimentos y una seguridad confiable.
Y en coordinación con China, Irán y los principales actores de Eurasia, Rusia está trabajando para finalmente desmantelar todas esas organizaciones internacionales controladas por Estados Unidos.
La sirianización de Europa
En el campo de batalla de Ucrania, la cruzada de la OTAN contra Rusia está condenada al fracaso, incluso cuando en varios ejes hasta el 80 por ciento de las fuerzas de combate de Ucrania cuentan con personal de la OTAN. Armas como HIMARS son pocas y distantes entre sí. Y dependiendo del resultado de las elecciones intermedias de EE.UU., el uso de armas estadounidense por parte de Ucrania se secará en 2023.
Ucrania, para la primavera de 2023, puede reducirse a no más que un agujero negro empobrecido. El Plan A imperial sigue siendo la afganización: operar un ejército de mercenarios capaces de desestabilizar o realizar incursiones terroristas en la Federación Rusa.
Paralelamente, Europa está salpicada de bases militares estadounidenses. Todas esas bases pueden servirse como terroristas, muy parecido a las que se ubican en Siria como Al-Tanf.
En este proceso de sirianaziación de Europa, las bases militares estadounidenses pueden convertirse en centros ideales para regir yo “entrenar” escuadrones de emigrantes de Europa del Este, cuya única oportunidad laboral, aparte del negocio de las drogas y el tráfico de órganos, será ser más mercenarios para luchar contra cualquier foco de desobediencia civil que surja en una UE empobrecida.
Una UE, desindustrializada y enredada en varias capas de guerra interna tóxica, es el escenario perfecto de EE.UU., y así convertir al país norteamericano como un destino ideal para el Capital Global, incluido el Capital Europeo.
El imperio “perderá” su proyecto favorito, Ucrania. Pero nunca aceptará perder el “jardín” europeo.
*Pepe Escobar es periodista, analista geopolítico centrado en Eurasia.
Fuente: HispanTV