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La uva jujeña

Distintos proyectos entre el INTA y el gobierno provincial, apuntan a impulsar el sector vitivinícola de esa provincia, tanto para la industria como para el turismo.

Redacción

A partir del impulso otorgado por el Gobierno de esa provincia y el trabajo desarrollado por el Instituto nacional de tecnología Agropecuaria (INTA), Jujuy impulsa su industria vitivinícola, tanto para el consumo en fresco de la uva, los vinos, otros subproductos y la atracción turística.

Según INTA, las variedades comerciales que se cultivan en Jujuy se encuentran en otras regiones productivas del país, y en su mayoría son provenientes de viveros de Mendoza. Sin embargo, la diferencia se encuentra en el terroir de los suelos jujeños, ya que allí se combinan cuatro factores claves para la elaboración de vinos de calidad: suelo, clima, variedad de uva y el trabajo aplicado durante todo el año en el ciclo productivo.

La superficie implantada es varias veces menor comparándola con las demás provincias productoras como Mendoza, San Juan o Salta; pero sin embargo, las particularidades regionales, han potenciado la obtención de un producto con cierta “denominación de origen” con buena recepción en los circuitos comerciales de la cadena.

Por otra parte, se destaca que a pesar de la acotada superficie y gracias al factor climático, la producción de uva para mesa se inserta en el mercado nacional como “primicia” – comienza a tener presencia en los circuitos comerciales internos mucho antes que la uva cuyana -, lo cual le otorga una valoración de consideración.

En cuanto a características especiales en función de las variedades implantadas en la provincia, desde INTA aseguran que las uvas blancas pueden tener un papel destacado en la vinificación y en el consumo en fresco. Asimismo, las variedades cardinal (tinta), superior (blanca) y sultanina (blanca) tienen presencia en el Valle de los Pericos. A ello sumó la calidad intrínseca de la uva y las variedades tintas con positivo horizonte en la Quebrada.

Por su parte, también se encuentra la posibilidad de continuar incentivando el “enoturismo”; es decir, los circuitos turísticos que se despliegan a partir de la industria del vino.

Argumentan que la historia jujeña en relación con el vino es abundante en antecedentes. Explican que, si bien los grandes viñedos ya no están, “dejaron sus rastros en las viejas bodegas con grandes dimensiones en el Valle de Los Pericos. También la presencia de vides en la Quebrada de Humahuaca quedó en las borduras de canales y acequias, que lograron sobrevivir al devenir de los cambios producidos desde la colonia hasta nuestros días”, afirman los referentes del INTA.

Por lo tanto, para las economías regionales jujeñas, sean de mesa o para vinificar, las uvas representan una esperanza que se abre camino. Afirman que el enoturismo ya está instalado en la Quebrada, con una oferta de gran calidad asociada a servicios gastronómicos, de historia y de cata.

Se pretende avanzar con lo mismo a partir de las variedades blancas de los valles. La recuperación de casonas de campo y de viejas bodegas que vuelven a hacer fluir el mosto para obtener vinos, pueden reforzar tanto la actividad en sí, como la identidad de denominación de origen.

Fuente: INTA / Gob. de Jujuy

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